Homenaje a Luis Garcí­a Berlanga

Berlanga o el cine indomable

¡Viva Berlanga!. í‰stas seguramente son las palabras que más han resonado en los medios de comunicación durante los últimos dí­as. El paí­s entero conmovido y todo el mundo del cine rendido a los pies del maestro. Decí­a Jordi Gasull, guionista de «Lope», que si no hubiera sido español Lope de Vega serí­a ahora tratado como un Shakespeare. Algo así­ ocurre con Berlanga. Uno de los mejores directores de todos los tiempos.

Así lo exresaba también Santiago Segura: “Cuando se habla del cine español fuera aparecen nombres de directores mediocres muy inferiores a Berlanga antes que el de él. Ellos se lo pierden”. Pero fue Gonzalo Suárez quien supo sintetizar en pocas palabras la esencia del cine y la vida de Berlanga: “Pasó por la vida sin sentirse nunca sometido”. Porque el cine “berlanguiano” es propio y casi exclusivo, por desgracia. Acuñado el término incluso para describir situaciones ácidas, locas, “falleras”, incisivas… en definitiva “muy españolas”, no es fácil encontrar ni la punta del iceberg del verdadero valor de su cine; un cine que nunca se supo sometido, indoblegable.Valenciano de pro, Berlanga aprendió a lo bestia. Para salvar a su padre hubo de alistarse en la División Azul. Después estudió Derecho y Filosofía y Letras, hasta que en 1947 ingresó en la primera promoción del Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas de Madrid.“Bienvenido Mister Marshall” inauguró sin duda el cine moderno español, y con él una forma de hacer cine difícil de encontrar, como las especies en extinción. Y no por su capacidad o por su genio, que lo es, sino por su posición frente al poder. “Bienvenido Mister Marshall” nació bajo tres condiciones: "Que saliera Lolita Sevilla, que pasara en Andalucía y que fuera de risa". Y tiraron pa’lante, suficiente para firmar una de las más importantes obras maestras de nuestro cine.Estos días se podía leer en la prensa como “la censura no le dejó rodar uno de los sueños de los habitantes de Villar del Río, y fue esa pieza, en forma de cortometraje, la última que dirigiría el valenciano: “El sueño de la maestra”, en 2002, con las dos marcas de la casa: el uso de la palabra austrohúngaro y sus planos secuencias”. Pero no fue la censura suficiente para doblegar a Berlanga.EN ocasiones contaba como en una ocasión la censura eliminó de una de sus películas un plano de la Gran Vía de Madrid. Él pregunto que por qué se le censuraba ese plano. Le contestaron que siendo otro cineasta no habría problema, pero que siendo él era capaz de colar después en una esquina de la avenida a dos sacerdotes saliendo de un burdel y acompañados por dos putas. Y aún así.En la presentación de “Bienvenido Mister Marshall” en el festival de Cannes, un miembro del jurado, norteamericano, se quejó formalmente por su “antiamericanismo”… el sueño del cura es uno de los alegatos antihegemonistas más creativos que el cine jamás ha parido. El sacerdote de Villar del Río sueña con la inquisición, pero con la yanqui. Eso dicho en 1952, en las puertas de la Guerra Fría y con los fantasmas de la “leyenda negra” sobrevolando las cabezas de la intelectualidad progresista española…La forma de tratar la pena de muerte y la capacidad del poder para utilizar a la gente a su antojo, otorgándoles como único valor el beneficio que se les pueda obtener; la disección a bisturí meticulosa de la clase dominante y de sus relaciones con la clase política en el franquismo, con tal precisión y esencialismo, que bien pudieran servir ahora; o la cortante crítica al papanatismo franquista del Domund, que se confunde con las calladas de conciencia de algunos sectores de nuestra izquierda que prefiere llorar por los “negritos” y girar la cara ante su vecino… “El verdugo”,“La escopeta nacional” y “Plácido”; “Novio a la vista”, “Los jueves, milagro”, “¡Vivan los novios!”, “¡Calabuch!”, “La Vaquilla”, “Todos a la cárcel”…suponen las mejores páginas de nuestro cine.En la arqueta 1.034 de una caja de seguridad de la Caja de las Letras del Instituto Cervantes se encuentra su último legado. Cerrada el 27 de mayo de 2008, el contenido se desvelará el 12 de junio de 2021, cuando se cumpla el centenario del nacimiento del cineasta. Puede que entonces podamos disfrutar con más esencia destilada del mejor Berlanga, sin saber muy bien cuál es el peor, porque lo era todo para ser tan genial.Pese a que en los tiempo en los que Luis ejerció activamente su cine las superestructuras políticas eran las del régimen franquista, pareciera que no hubo cineasta más libre. Quizás porque había más “libertad”. Un cine hermanado con la novela picaresca, finamente español y con una firme posición por enfrentarse al poder, de cara, pero toreando. Ahí se abre el genio, el ojo obligado a escudriñar en la realidad para enfrentarse a la opresión. Entrevista a Luis García Berlanga JUAN CRUZ – Madrid – 14/11/2007“Al tercer día de nacer ya me estaba cagando en la sociedad española. Siempre he tenido la sensación de que no iba a tener nada positivo, y he intentado crearme válvulas de escape. La principal es el erotismo, una de las pocas cosas que me asciende desde el nivel del barro y de la mierda de esta sociedad que me ha tocado… Dice Piccoli que soy el Quijote. ¡Tendría que ser el marqués de Sade! Hasta la Guerra Civil yo era un solitario total, no tenía amigos. Tenía la fantasía estúpida de querer ser invisible. Luego llegó la contienda y tuve que salir de casa. En el 36 yo tenía 15 años. Y a los 13 ya sabía qué pasaba en España, porque mi padre era diputado republicano y mi abuelo había sido senador con Sagasta… ”.“He trabajado con muchos: Bardem, Azcona, López Vázquez, Alexandre… Alfredo Landa dijo de mí lo que mejor me define: ‘Berlanga es un hijo de puta con ventanas a la calle, pero si me llama, siempre me tendrá a su lado’. Se hacen amigos míos, pero en los rodajes me odian… Con Azcona dejé de hacer guiones y eso ha hecho que dejemos de vernos; nos juntábamos para buscar ideas… No nos vemos porque ya no se hacen tertulias, la ciudad está llena de coches. Con Azcona siempre hubo una amistad profunda, y se nota cuando nos hemos visto de nuevo, aunque estemos cagándonos en la vida mutuamente”“En el cine he querido contar lo que me ha salido. Lo que hay en mis películas es pesimismo, aunque he tenido la suerte de recubrirlo con un sainete cómico… Busco situaciones que no sean cotidianas, que sean disparatadas. Pero algunas se han dado. En la Guerra Civil fui a un palacio en el que había vivido un marqués que guardaba fotos en las que se le veía follando, y guardaba tarritos que almacenaban vello púbico. Los guardaba en tubos de aspirina, y yo saqué eso en La escopeta nacional. ¡Si lo hubiera hecho Duchamp imagínate lo que hubiera valido!”

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