Vistos los horrores del Califato y la inquietante progresión de la crisis de Ucrania convendría que la paz política impere en el seno de la UE, y que tanto Alemania como el Banco Central Europeo controlen sus pasiones y sus agresiones a Grecia, que a fin de cuentas es un pequeño país. Y que no exhiban su autoritarismo y sus malos modales frente a una nación que vive dramáticos momentos y cuyo pueblo ha elegido, democráticamente, a un gobierno de Tsiryza que pide a la UE otras políticas que les permitan salir de la enorme crisis en la que están inmersos.
Para empezar el presidente del BCE Mario Draghi, un personaje que llegó tarde en todos los pasos de la crisis y que ha llevado a la Eurozona a una segunda recesión y al borde de la deflación, no es quien para decidir él y por su cuenta arruinar un país, o amenazarlo. Porque el BCE no es de su propiedad sino que representa a los gobiernos de la Eurozona y en suma a los pueblos europeos, y él no puede estar por encima de los gobiernos ni de la democracia. De ahí que sus amenazas del miércoles noche con las que pretende empeorar la crisis griega y llevar los bancos helenos al borde del abismo, constituyen un acto irresponsable que Draghi debe rectificar.
Y si Draghi lo hace para contentar a la canciller Merkel, la que ya les ha dicho a los griegos que no piensa negociar nada de nada, peor todavía. Y que se ande Merkel con cuidado porque está empezando a provocar en su contra y en contra de Alemania una oleada, no solo griega sino europea, de creciente animadversión. Porque está claro que la canciller se equivocó con las recetas de austeridad contra una crisis que ha durado demasiado, y que en definitiva está en el origen del triunfo de Tsyriza en Atenas y también del ascenso de Podemos en España. No vaya a ser que en toda la UE se corra la voz de ‘no compres productos alemanes’ para que Merkel oiga el sentir de millones de ciudadanos de la Unión.
Cabe esperar que Francia e Italia, Hollande y Renzi, se interpongan entre Merkel y Tsipras -que ayer respondió a las amenazas germanas y del BCE diciendo que no van a aceptar más presiones ni chantajes-, y que busquen una salida a la crisis de Grecia sin que se rompan los puentes, porque a los griegos le quedan muy pocas cosas que perder. Mientras la imagen de la Alemania hegemónica y de Merkel autoritaria no le conviene nada a Berlín, entre otras cosas porque no solo se enfrenta a la izquierda griega, sino muy posiblemente a toda la izquierda europea, al menos de los países del Sur.
En cuanto a Draghi y ‘la troika’ los griegos tienen razón cuando dicen que carecen de legitimidad democrática, para intervenir en su país, empezando por el FMI donde el primer socio es Estados Unidos, y a no perder de vista que Barack Obama le ha dado la razón a los griegos. De modo y manera que cuidado con esta crisis, porque si estalla la deuda griega los efectos no solo serán para ese país. El que no tiene un tamaño como para preocupar tanto al BCE o Alemania, aunque las dos partes pretendan transmitir mensajes de autoridad para evitar que cunda el ejemplo de los griegos en otras naciones del Eurogrupo.
En cuanto a España, país al que la Comisión Europea le ha otorgado unas buenas expectativas de crecimiento para 2015 del 2,3 %, lo que es una muy buena noticia para el Gobierno de Rajoy, no estaría de más que nuestro país fuera prudente y solidario en esta crisis griega, sin olvidar que España es también un país rescatado por la UE en la banca. Además todo lo que los griegos consigan en la UE a los españoles nos beneficiará. De ahí que las advertencias del ministro Montoro sobran, como el seguidismo a ciegas de Rajoy con Merkel lo que, por otra parte, no le ayudará nada al PP en este año electoral.
Porque los ciudadanos siguen indignados con la crisis y saben que Merkel está en el origen del exceso fallido de austeridad, tal y como lo ha revelado la última encuesta del CIS, lo que el Gobierno y su partido no deberían de olvidar.