Proyecto Marina y Sena. Con ese nombre se conoce el proyecto de venta del 70% de los activos inmobiliarios del BBVA valorados en 14.000 millones de euros, del cual la mitad viene de un lote que le salió regalado con la compra de Unnim y CatalunyaBank por 600 millones y que ahora vende al fondo norteamericano Cerberus.
Las negociaciones se llevan produciendo desde hace meses, y ya están en su recta final. Con la mediación de la auditoría inglesa PricewaterhouseCoopers (PwC), BBVA y Cerberus han estado negociando la venta de gran parte de la cartera inmobiliaria del primero, en que se incluiría la inmobiliaria Anida.
De hecho, sólo falta la aprobación del Fondo de Garantía de Depósito (FGD), puesto que parte de los activos en venta, aproximadamente 7.000 millones de euros, provienen de CatalunyaBanc y Unnim, cajas que fueron vendidas al BBVA por 600 millones y un euro respectivamente después de ser rescatadas con dinero público y cuyas pérdidas responde el FGD (es decir, nosotros).
Esta no es la primera vez. Ya en junio BBVA vendió una cartera inmobiliaria por valor de 600 millones de euros a Cerberus por sólo un tercio de su valor, 200 millones, lo que se conoció como Proyecto Jaipur.
Y todavía hay más. En febrero, BBVA vendió 3.500 viviendas con un valor de 300 millones de euros al fondo norteamericano Blackstone, lo que se conoció como el Proyecto Buffalo. Se desconoce por cuánto se vendió, debido a un acuerdo de confidencialidad.
También pasó así con el Proyecto Boston, una cartera de catorce edificios de oficinas con un valor bruto de 300 millones cuyo comprador no se ha hecho oficialmente público, pero fuentes de El Confidencial aseguran que se trata del fondo norteamericano Oaktree y la gestora alemana FREO y que la compra se efectuó por 180 millones de euros.
No es sólo el BBVA
La venta del sector inmobiliario controlado por la banca a los fondos extranjeros no es una particularidad del BBVA, sino que recorre todo el sector bancario español.
El caso más sonado es la venta del 51% del valor inmobiliario del Banco Popular, valorado en 30.000 millones de euros. El Santander compró el Banco Popular por un euro. Y muy poco después, vendió ese 51% al fondo norteamericano Blackstone por 5.100 millones de euros.
El Banco Sabadell vendió una parte de los activos inmobiliarios de la CAM, caja rescatada con dinero público y también comprada por un euro, por 300 millones de euros al fondo Oaktree, pese a estar valorado en 950 millones. Es la llamada Operación Normandy.
Similar al Proyecto Jaipur, el pasado junio CaixaBank ha vendido una cartera inmobiliaria valorada en 600 millones de euros al Deutsche Bank por 200 millones, lo que se conoció como Proyecto Tramuntana.
Todas estas operaciones han tenido lugar este año. Estamos ante un acelerado proceso de venta del capital inmobiliario, histórico patrimonio de la oligarquía financiera española, a los fondos especuladores extranjeros, principalmente norteamericanos.
Como se ha comprobado, mucho de ese capital vendido formaba parte de cajas públicas rescatadas con dinero público y de cuyas pérdidas en muchos de los casos todavía respondemos nosotros a través del FGD. Los principales bancos han comprado esas cajas por precios irrisorios, cuando no se les ha regalado directamente (como Unnim o la CAM) e inmediatamente después, han puesto a la venta el capital inmobiliario de esas cajas a los fondos buitres, por un precio muy superior a lo que les ha costado adquirir esas cajas, pero muy inferior al valor real del capital inmobiliario puesto a la venta.
La banca española gana con esta fórmula, pero los fondos extranjeros ganan más todavía. Los que salimos perdiendo es la población española, que contemplamos como se ha usado nuestro dinero para tapar los agujeros de unos bancos, y que ahora éstos pasan a ser prácticamente regalados a los fondos buitres con el fin para enriquecerlos y permitirles controlar aún más sectores de nuestra economía. Si esto no es un saqueo, que baje Dios y lo vea.