SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Batalla por lo imposible

El indeendentismo catalán tuvo ayer un indudable éxito. Plásticamente resultó espectacular la imagen de una cadena humana atravesando la comunidad autónoma de parte a parte. No es, desde luego, toda Cataluña la que se manifestaba allí. Hay otra Cataluña que vota en las elecciones y a la que el presidente de la Generalitat ignora sistemáticamente. Ésa es la manipulación intolerable del Gobierno catalán: que habla con la voz de una parte de la población como si fuera el todo. Ahora repetirá la operación frente a «Madrid». Artur Mas ya lo hizo el año pasado cuando confundió la manifestación del 11 de septiembre con el clamor de Cataluña entera e intentó presionar al presidente del Gobierno con aquello de «o pacto fiscal o voy a la independencia».Ahora se repite la historia: cadena humana en lugar de manifestación. Pero la reclamación es aún peor, sencillamente porque lo que esos catalanes reclamaban ayer es imposible: que un Gobierno español pacte la celebración de un referéndum por la independencia. O sea, un referéndum sobre el futuro territorial de España pero en el que decidan los catalanes en exclusiva. No hay ningún Estado en el mundo que haya aceptado por las buenas destruir su territorio y España no va a ser el primero. Es un empeño inútil y ése es el drama, porque lo que ayer se vio fue una reclamación independentista pura. Allí no había más que banderas esteladas, la bandera de Cataluña había sido mayoritariamente sustituida por la enseña de ERC.Puede que Mas quiera utilizar lo de ayer para negociar con Rajoy algo que no llegue a ese inverosímil extremo, pero a estas alturas se puede encontrar con que a su clientela electoral ya no le sirva otra cosa. Y lo que menos importará entonces es que Artur Mas sea engullido por Oriol Junqueras. Importará que habremos llegado definitivamente a una situación extrema y peligrosa.El problema es que la deriva independentista, mimada y fomentada con tesón por los nacionalistas de CiU desde hace décadas, y trufada de mentiras sobre la España de hace siglos tanto como sobre la España actual, está ahora impregnada de tales dosis de sentimiento que es muy difícil imponer sobre ese magma una mínima verdad histórica y, por lo que se refiere a la actualidad, una verdad económica. Es muy difícil, aunque no imposible, encauzar todo ese sentimiento hacia la racionalidad. Esa tarea es inexcusable. Pero llevará mucho tiempo, que puede que ya no tengamos.En cualquier caso, éste es el resultado de décadas de desidia y de pasividad de los gobiernos españoles desde el comienzo de la Transición. Con la especial contribución de un José Luis Rodríguez Zapatero que no sólo pronunció aquella frase insensata y políticamente suicida del «apoyaré todo Estatuto que salga del Parlamento catalán», sino que remató tal disparate manteniendo cuatro años en el Tribunal Constitucional el Estatuto recurrido, con lo cual se consumó el desastre de que el texto fuera refrendado, débilmente pero refrendado, por los catalanes sin que el Constitucional se hubiera pronunciado.Y, paso a paso, hemos llegado hasta aquí, en que una parte de los catalanes cree que se puede exigir al Gobierno lo que es imposible.

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