Declaración de la Internacional Progresista

¡Basta ya! ¡Detengamos el holocausto palestino!

Es hora de acabar con la Nakba

Declaración de solidaridad con el pueblo de Palestina

Palestina está sitiada. Desde el lunes, los ataques aéreos israelíes han golpeado implacablemente Gaza, arrasando hogares, lugares de trabajo y oficinas de medios de comunicación. Hasta el jueves 13 de mayo, Israel había matado a más de 109 palestinos, incluidos 27 niños, y el número de heridos era de 580. Está en marcha una invasión terrestre.

A principios de esta semana, Israel lanzó una feroz campaña de limpieza étnica en la Jerusalén Oriental ocupada, implementando un plan para desalojar por la fuerza a unos 2.000 palestinos de los barrios de Sheikh Jarrah y Al-Bustan. Mientras los residentes se levantaban para defender sus vidas, sustentos y hogares, el Estado de Israel respondió con brutalidad, atacando al pueblo palestino en las calles y en sus lugares de culto.

La violenta ocupación y despojo del pueblo palestino no son nuevos. En 1948, cuando se estableció el Estado de Israel, las milicias sionistas expulsaron a unos 750.000 palestinos de ciudades y pueblos, privándolos de sus hogares y posesiones en el proceso. Este hecho se recuerda como la “Nakba”, que significa “desastre” en árabe.

Pero la Nakba no ha terminado nunca. Desde 1948, el pueblo de Palestina ha perdido más del 85 por ciento de su tierra a manos de Israel. La militarización del Estado israelí ha confinado a los palestinos en una serie de prisiones al aire libre, en las que el Estado israelí emplea, de forma rutinaria, sus crueles tecnologías de guerra, envenenando el suelo, contaminando el agua y aterrorizando a la población.

Hoy, mientras las bombas israelíes llueven sobre Gaza, impactantes vídeos compartidos en todo el mundo revelan una nueva atrocidad. Al grito de “¡Muerte a los árabes!, los ultranacionalistas andan por las calles de los territorios ocupados, aterrorizando a los palestinos en sus hogares y saqueando sus tiendas, dejando rastros de cristales rotos a su paso.

Los líderes occidentales y la prensa internacional se han apresurado a pedir el fin del “conflicto”, instando a la calma “en ambos lados”, mientras invocan el derecho de Israel a la “autodefensa”. Estas grotescas artimañas solo sirven para restar importancia a la campaña de terror del Estado israelí y para fortalecer su monopolio sobre la violencia.

Las intenciones de Israel son claras: aplastar al pueblo palestino para someterlo y expulsarlo de su tierra para siempre. “Israel no se está preparando para un alto el fuego”, dijo Benny Gantz, ministro de Defensa de Israel, en una ominosa declaración. “Actualmente no existe una fecha para terminar esta operación. Sólo cuando hayamos obtenido un silencio total podremos hablar de calma”.

Seamos claros: no se puede equiparar al opresor y al oprimido, al colonizador y al colonizado. Israel es un Estado que cuenta con armas nucleares, cuyo ejército se ve alimentado con 3.800 millones* de dólares anuales procedentes del Gobierno de Estados Unidos. Los palestinos, bloqueados por todos lados por muros y torretas, tienen pocos medios para defender sus derechos contra la maquinaria de guerra israelí.

Sabemos que la voluntad del pueblo palestino no se va dejar intimidar por las amenazas y la violencia. Los pueblos del mundo han sido testigos una y otra vez de la resistencia palestina, que se ha levantado para defender sus comunidades y lugares sagrados, hogares y tierras. Damos la bienvenida a esta resistencia y, sabiendo que la libertad de los palestinos está íntimamente ligada a la nuestra, apoyamos el derecho de los palestinos a defenderse y luchar por su libertad.

Hoy, mientras Israel asedia los hogares palestinos, la solidaridad y la vigilancia del mundo nunca han sido más urgentes.

Nosotros, los miembros de la Internacional Progresista, hacemos un llamamiento a las fuerzas progresistas de todo el mundo para que se manifiesten de manera masiva por la vida de los palestinos, su dignidad y su liberación. Ha llegado el momento de poner fin a la “Nakba”, de boicotear al régimen del apartheid, de alejarse de su maquinaria de guerra y de castigar a los autores de sus crímenes.

Este texto se publicó originalmente en Internacional Progresista. 

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