Aumenta el descontento social

Basta una chispa para incendiar la pradera

«Crece la protesta popular por los sueldos millonarios de los ejecutivos de empresas con ayudas públicas» titula una noticia el diario El Público el sábado 4 de Abril. Tras los multimillonarios planes de rescate a la banca que tendremos que pagara todos, todos, los ciudadanos de nuestro bolsillo, los directivos de las entidades «intervenidas» siguen cobrando sobresueldos e indemnizaciones millonarias. Y aunque pretendan ocultárnoslo, esto también ocurre en España tanto en la banca, las Cajas y la administración pública.

Por todo el laneta la ira popular se desata en forma de secuestros de gerentes (en Francia los trabajadores han secuestrado a los gerentes de 3M, Sony o Caterpillar), amenazas de muerte (como en el caso de los ejecutivos de AIG que se embolsaron el dinero de los planes de rescate) y protestas (“No con mis impuestos” se grita en los EEUU contra “rescatar” a la banca). En Holanda, Francia, EEUU, Bélgica, Inglaterra… crece a tal grado la indignación social que incluso varios gobiernos, como recientemente en Francia, se han visto forzados a exigir la devolución de las “ayudas”, tras demostrarse que las empresas o bancos se las habían quedado en forma de sueldos. En el caso de AIG debido a la presión popular han devuelto la mitad de los 165 millones de dólares recibidos y Obama ha tenido que aprobar una ley que gravará con un 90% las primas de los directivos cuyo salario supere los 250.000 dólares, para todas aquellas empresas que hayan recibido ayudas públicas por más de 5.000 millones de dólares. En España este debate debe poner se en el corazón de la vida política y social. En nuestro país ni siquiera sabemos qué bancos, ni por qué cantidad, fueron beneficiarios del primer plan de rescate del gobierno. Hay que fiscalizar cada euro. Debe ser de dominio público las cuentas de los “Planes de rescate” En nuestro país también es el momento de exigir no sólo una drástica rebaja salarial de los ejecutivos bancarios y sino una redistribución de las rentas para quienes se han forrado en época de bonanza a nuestra costa.

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