Sanidad. Recogida de medicamentos

Barrer bajo la alfombra

Las farmacias de toda España llevan desde 2002 siendo puntos de recogida de los residuos farmacéuticos. Se trata, y cualquiera de nosotros lo entiende así­, de revalorizar y reutilizar los envases e incinerar el contenido farmacológico por su capacidad contaminante.

Pero la emresa encargada de la incineración, Sogama, no incineraba los fármacos, se limitaba a enterrarlos en un verteero de su propiedad.Con el argumento de que los medicamentos que sobran en los hogares son altamente contaminantes, Farmaindustria (fabricantes), Fedifarm (distribuidores farmacéuticos) y el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos pusieron en marcha el Sistema Integrado de Gestión y Recogida de Envases del sector farmacéutico (Sigre). Efectivamente, evitar que los compuestos farmacéuticos sean eliminados a través de los desagües es muy importante. Los medicamentos sobrantes pueden convertirse en un auténtico peligro si, a través de aguas residuales o vertidos, se expanden por el medio ambiente.Sin embargo, el sistema de recogida, en los hechos, se ha convertido en un sistema de reciclaje de los envases. Y punto. Un fraude en toda regla. El contenido de los envases seguía igual de contaminante pero bajo tierra, lo que equivale a barrer la suciedad bajo la alfombra. Las cifras hablan de las dimensiones del fraude. Sigre recogió el pasado año más de 2.600 toneladas de envases de medicamentos.El mecanismo era el siguiente. Las cajas de medicamentos viajan a una planta de selección y clasificación en Cerceda, en La Coruña, gestionada por la empresa Danigal. En esta planta los envases se reciclaban y se separaban los fármacos, que iban a una planta incineradora de la compañía Sogama para ser incinerados y ser convertidos en energía. Pues bien, desde julio de 2002 los camiones de Danigal no llevaban los fármacos a las incineradoras de Sogama sino al vertedero de Aerosa. Los residuos recogidos por Sigre estaban siendo enterrados.Las dos empresas han sido demandadas, pero es difícil de creer que un fraude de estas dimensiones se haga, desde hace tanto tiempo, sin el conocimiento de todos los niveles del sistema de recogidas. La pregunta es, ¿quién se ha ahorrado, y por tanto apropiado, el dinero de la incineración?

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