SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Bárcenas recupera el habla, rescata al PP y desafí­a a sus acusadores

Ayer Luis Bárcenas, en una conversación telefónica con Antonio Jiménez, conductor del programa de debate nocturno El gato al agua de Intereconomía, realizó unas declaraciones que propician un vuelco en el vidrioso asunto de los sobresueldos opacos en el Partido Popular. El extesorero niega irregularidades en la financiación del PP, se atribuye la propiedad de los fondos localizados en cuentas en Suiza, reconoce la regularización de hasta 10 millones de euros en octubre pasado al amparo de la denominada amnistía fiscal y niega que se hayan abonado cantidades en negro a dirigentes del PP, asegurando que no existen recibos ni documentación que pueda sostener las acusaciones que se han formulado.

A tenor de estas negativas de Bárcenas, ¿en qué se quedan las afirmaciones acusatorias de Jorge Trías en el diario El País del pasado lunes?, ¿cómo es que Jorge Trías, amigo de Bárcenas, trata de exculparle en el reiterado artículo y de señalar con el dedo a Aznar, a Rajoy, a la propia Cospedal y a los anteriores secretarios generales del partido, supuestos receptores de sobres con dinero negro que Bárcenas niega haber distribuido?, ¿por qué Jorge Trías logra abrir el lunes el primer periódico español a cuatro columnas con su artículo acusatorio, publicado a doble página y con una enorme fotografía suya como ilustración del texto?, ¿es posible que un amigo de Bárcenas -así se presenta Jorge Trías- cometa la temeridad de formular gravísimas acusaciones que veinticuatro horas después el propio Bárcenas desmiente en los términos como hizo ayer en Intereconomía?, ¿a qué juego estamos asistiendo?, ¿quién miente?, ¿quién dice la verdad?

Han pasado ya varios días desde que el diario El Mundo afirmase que Bárcenas pagaba sobresueldos a cargos orgánicos y públicos del PP y el periódico todavía no ha aportado un testimonio nominativo. Sólo ha aludido a fuentes anónimas. Han transcurrido treinta y seis horas desde que el diario El País prestase sus páginas a un exdiputado del PP que, sin aportar tampoco documentos indubitados o testimonios de cargo, acusase a toda la dirigencia del PP de un “grave escándalo”, emplazando al presidente del Gobierno y a la secretaria general del partido a aguantar la vela sobre su palo.

Se ha creado en la sociedad y en los medios la certeza moral de que esos pagos existieron, pero los medios y las personas que los han denunciado no han practicado el periodismo indubitado: el de la acreditación de los hechos con respaldo de pruebas concluyentes y suficientes para iniciar procedimientos administrativos y/o penales para depurar las responsabilidades consiguientes. De tal manera que al desplome de la credibilidad de los partidos -en este caso del PP- le seguiría la de los acusadores -medios, periodistas, políticos- que piden a la opinión pública un acto de fe y no le ofrecen certezas concluyentes de que sus afirmaciones responden a una certeza real, y no a una impresión, sensación o especulación por verosímil que pueda resultar.

Que Bárcenas es un infractor fiscal y un personaje turbio, lo vino a reconocer él ayer en El gato al agua asumiendo la ocultación de su patrimonio al fisco, pero salvó la reputación del PP avalando la corrección de su financiación y anunciando que, además, lo acreditará. ¿Media un pacto de recíproca protección entre el extesorero y los dirigentes del PP?, ¿el artículo de Jorge Trías en El País ha sido el detonante de una eventual paralización de las hostilidades entre Bárcenas y su partido?, o, por el contrario, ¿asistimos a un totum revolutum desquiciante en el que algunos pretenden reventar el PP desde dentro remedando a Sansón y los filisteos?, ¿se le ha disparado a alguien el afán de notoriedad por el road show en radios y televisiones?, ¿se ha intentado un golpe desde dentro para desestabilizar definitivamente a Rajoy y a su equipo?

Todo son preguntas; ninguna certeza. Cuesta creer en la transparencia del PP -como en la del PSOE- y en su escrupulosidad financiera porque la opinión pública ha agotado sus depósitos de confianza. Nadie podrá negar a los ciudadanos y a los medios el derecho a la duda y al escepticismo. Pero cuesta también creer -a estas alturas- a los acusadores que aseguraban sin vacilación que existe corrupción generalizada en el partido en el Gobierno. Nos estamos quedando sin política, pero ¿acaso no nos estamos quedando también sin periodismo solvente, creíble, de referencia? Podría ser si, de forma inmediata, aquellos medios que publican informaciones no respaldadas por comprobaciones solventes y acusaciones igualmente sin respaldo no aportan pruebas.

El caso Bárcenas -que ayer adquirió una nueva dimensión y que hoy recargará pilas con la comparecencia de Montoro en el Congreso- está causando estragos y puede terminar en bumerán. Se nos cae la política y se nos está cayendo el periodismo. A este paso, España será un erial moral y deontológico. Iñaki Gabilondo decía ayer que se temía que en este caso iba a ocurrir lo peor: nada. Me parece que, dado el giro de los acontecimientos, el periodista donostiarra va a tener toda la razón.

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