El trastero de Sara

Bajo escucha (The Wire)

«Las reglas cambian, pero el juego continua» es el leitmotiv de la tercera temporada de The Wire, la mejor serie de la historia de la televisión.

The Wire es una serie con mayúsculas. Aunque tuvo bajos índices de audiencia mientras se emitía en la HBO y no fue premiada con ningún Emmy hoy sus seguidores se cuentan por millones gracias al boca a boca. Hasta el fiscal general de EEUU se declara fan incondicional. Después de una década la serie sigue sumando a miles de apóstoles en todo el mundo; y la crítica elogia el guión de David Simons y Ed Burns como una de las mejores crónicas del siglo XXI.

The Wire muestra la lucha de una unidad especial de la policía contra el tráfico de drogas en el puerto de Baltimore. Pero la trama principal es sólo un macguffing, porque The Wire es por el contrario una serie “antipolicial”.

Las escuchas policiales son el hilo que une a una compleja red de múltiples personajes. Policías y camellos; políticos y periodistas; trabajadores y sindicatos se dan el pie como en un juego de espejos. De un primer plano sobre la droga en la calle Simon pasa a un plano general sobre las raíces del narcotráfico y sus estrechos vínculos con el poder político. Una galería de complejos personajes y voces construyen un retrato hiperrealista del declive social y político de América y los mecanismos más sofisticados de poder. Protagonizada en muchos casos por personajes reales The Wire es una mirada fragmentada, trasversal y borrosa sobre una ciudad fantasma contada a través de sus personajes.

Fascinante, negra y criminal; Baltimore es una ciudad afectada por la desindustrialización y en consecuencia por el paro y la delincuencia. Con trescientos crímenes al año la vida de los hombres en Baltimore no vale nada. David Simon describe sin concesiones como en una crónica periodística la ciudad. Una ciudad postindustrial a pocos kilometro de Washington DC, que es quizá el personaje principal de The Wire. Gobernada por el Partido Demócrata, Baltimore es un auténtico rompecabezas, un retrato veraz de la realidad americana, en el que todas las piezas y personajes son necesarias.

Trabajadores del acero y de los astilleros, camellos, putas y drogadictos…son los americanos que sobran. The Wire, es la última tragedia norteamericana. El capital ha triunfado por completo. La mano de obra ha quedado marginada y todo lo dirige el sindicato de estibadores, que dirige Frank Sobotka y su familia polaca. “Un tratado sobre la muerte del trabajo y la traición a la clase obrera, ejemplificada por el declive de los sindicatos portuarios de la ciudad” según el guionista David Simón.«David Simon es la antítesis de Hollywood»

A lo largo de cinco temporadas The Wire retrata la realidad social norteamericana con un realismo y una precisión quirúrgica que no habíamos visto antes en televisión. Contada sin ninguna concesión y con un realismo tan cruel y sucio que ninguna televisión en España se ha atrevido a emitirla. El Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa dijo sobre The Wire: “Tiene la densidad, la diversidad, la ambición totalizadora y las sorpresas e imponderables que en las buenas novelas parecen reproducir la vida misma. Algo que no he visto nunca en una serie televisiva, a las que suele caracterizar la superficialidad y el esquematismo”.

Ideada y escrita a cuatro manos por un periodista de Baltimore, David Simon, y un ex policía y ex maestro de escuela, Ed Burns, The Wire es también una gran obra documental.

David Simon y Ed Burns, detective de homicidios se conocieron en una comisaría y desde entonces trabajan en un mano a mano. Según ha reconocido el propio Simon: “La pauta que sigo para intentar ser verosímil es muy sencilla: que se joda el lector medio”. Dennis Lehane, escritor de ‘Shutter Island’ y ‘Mystic River’ -llevadas al cine por Martin Scorsese y Clint Eastwood, respectivamente-, escribe también el guión de varios capítulos.

David Simon es la antítesis de Hollywood. Muchos se refieren a él como a un nuevo Lampedusa. Simon y Burns dan un nuevo giro de tuerca al género negro. Como ocurre con El Padrino no se puede entender The Wire sino es en clave política:»Mi posición política está más a la izquierda que la de la mayoría de la gente de mi país», dice David Simon. «Yo creo que el experimento americano ha descarrilado. De algún modo, aunque acepto la inevitabilidad y la certeza del capitalismo como motor de la economía, no considero que el capitalismo puro y duro pueda ser nunca el sustituto de un orden social. Eso es lo que ha ocurrido en este país en los últimos 25 años y el resultado de eso es The Wire: una sociedad en la que los individuos están marcados por el trabajo que logran o el lugar en el que nacen. Cuando se le da rienda suelta al capitalismo desaparecen los derechos de los trabajadores porque se convierten en sólo una herramienta, dejan de ser seres humanos. Si estás en lo alto de la pirámide productiva y te beneficias de esta dinámica, fenómeno; pero si estás en la parte de abajo, eres una víctima. Por eso EE UU es un país más brutal e indiferente que otros, sin interés alguno por compartir los beneficios entre toda la comunidad. Eso es The Wire: una declaración política de principios».

Después de 15 años trabajando como periodista de sucesos para el periódico de Baltimore Sun Simon ha saltado a la pantalla y ha escrito el guión de una obra maestra. Defensor de su profesión, no ve en internet ni en la blogosfera una alternativa la crisis del periodismo. Para Simón el periodismo de porqués convierte la profesión en un juego de adultos. De hecho la quinta temporada de The Wire retrata el declive de la profesión y el periodismo “dickensiano”.

«Las noticias, cuando ocurren, te obligan a contar de inmediato lo que ha pasado, aun sin entender nada. Es inevitable, la superficialidad inicial es un mal intrínseco al periodismo. Pero el error es no profundizar después y, desafortunadamente, los periodistas cada vez profundizan menos, no regresan a la noticia. Al principio yo también creía en el juego de los buenos y los malos y aceptaba la guerra contra las drogas como una necesidad y una imposición moral. Pero cuando pasas mucho tiempo en las calles y observas las dinámicas empiezas a ver las mentiras y las contradicciones entre lo que decimos que hacemos -luchar contra las drogas- y lo que en realidad hacemos: aterrorizar a las clases más pobres machacándoles con el peso de un sistema judicial que está completamente desconectado de la realidad. Si me hubiera limitado a asomarme a las calles de forma superficial nunca lo habría llegado a comprender» David Simon

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