Los "beneficios" del euro y la dependencia de Alemania

Bajo el peso de la fuerza dominante

«La economí­a española necesita tipos de interés más bajos y una moneda más flexible. Este no es el caso de Alemania, fuerza dominante de la eurozona». Bajo esta sencilla frase, el periódico inglés Daily Telegraph descorre el velo que el papanatismo europeista pretende ocultar. Diez años después de implantado el euro, la dependencia respecto a Berlí­n o Parí­s, los principales centros de poder europeos, se ha transformado en un lastre para la economí­a española.

En un sólo árrafo, el Daily Telegraph sintetiza las consecuencias para España de la imposición del euro: “Diez años después de su lanzamiento, el euro está arrastrando a España al desastre. Cediendo el control de los tipos de interés nacionales al Banco Central Europeo, Madrid ha perdido un instrumento vital de gestión macroeconómica y ya está empezando a lamentarlo. La economía española es débil, necesita tipos de interés más bajos y una moneda más flexible. Éste, no obstante, no es el caso de Alemania -fuerza dominante de la eurozona- por lo que a Madrid no le queda más remedio que esperar sufriendo mientras su gente pide auxilio. Si el análisis es correcto, algunas partes de España se enfrentarán a graves daños, y las políticas sociales, tan generosas durante los años de auge, pronto dejarán de ser factibles”. Contra la visión dominante extendida, no ha sido España sino las grandes potencias europeas, encabezadas por Alemania y Francia, las que han resultado las mayores beneficiarias de la adhesión de España a la Comunidad Económica Europea. Sus empresas se han adueñado de nuevos sectores estratégicos en la economía (automóvil, siderurgia, telefonía, electricidad, distribución comercial en grandes superficies…). Hoy sus empresas controlan más del 10% del PIB español, y mantienen sobre los sectores más importantes de nuestra economía una posición de privilegio. Hegemónica con más del 50% de cuota de mercado en la fabricación de coches, la distribución comercial en grandes superficies, material ferroviario y la industria químico-farmaceutica. Dominante, con más de un 30% de cuota de mercado, en material eléctrico y electrónico, cosmética y fabricación de equipos mecánicos. Y una posición influyente, más de un 20%, en siderometalúrgica y otros. El último estudio sobre los saldos comerciales entre España y la Unión Europea desde 1986, utilizando datos oficiales del Ministerio de Industria y Comercio, pone al descubierto los 15 países de la Unión Europea tenían en su conjunto un saldo comercial favorable respecto a España de 205.046 millones de euros (34 billones de las antiguas pesetas). De ellos más de la mitad, 111.043 millones, corresponde al superávit comercial que Alemania mantiene con España; que sumados a los 37.630 millones de euros del superávit francés, suponen casi 150.000 millones de euros ( 25 billones de pesetas). Es decir, sólo en su relación comercial con España, Alemania se ha llevado 21.000 millones de euros más de los 90.000 millones que han llegado a España de los fondos comunitarios, sumados fondos estructurales y fondos de cohesión. Si nos atenemos sólo a las cifras oficiales, por cada euro invertido en “ayudas europeas” para la “modernización” de España, las empresas franco-alemanas se han rembolsado 4’5 euros. ¡Un 450 %! Nunca una inversión “solidaria” había resultado tan rentable.

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