Desde la revolución islámica de 1979 no se registraba semejante agitación en Irán. En las calles de Teherán y de las principales ciudades se suceden los enfrentamientos entre los partidarios del candidato reformista y la desbordada policía. Musaví, ha pedido la anulación de las elecciones al consejo de Guardianes y ha pedido a sus seguidores que continúen manifestándose «dentro de la ley» contra lo que considera un fraude electoral. El líder de la oposición, en paradero desconocido desde el viernes, intenta emular en la forma y las consignas que lanza, a la revolución islámica que derrocó al Shá hace ahora 30 años.
Decenas de miles de artidarios de uno y otro candidato salieron ayer a la calle en Teherán. Unos, como los de Ahmadinejad, a festejar el resultado –un 64% de los votos, más de 24 millones de los más de 35 llamados a urnas- que les otorga la victoria sin pasar por una segunda vuelta, y a dar respaldo popular al presidente iraní. Otros, los seguidores del candidato Mir Hossein Musaví, a clamar contra lo que consideran un pucherazo. “Muerte al dictador”, “No al gobierno golpista”, gritaron por la mañana. Por la tarde cambiaron de táctica. Al caer el sol decenas de miles de personas se subieron a la azotea para gritar “Allah-u Akbar" ("Dios es el más grande"). Paradójica consigna, tratándose de los partidarios de una opción que trata de suavizar los rígidos cánones morales y legales de la “democracia religiosa” de los ayatolás. Pero Musaví, que lanzó la orientación a través de su página web –que quedó bloqueada poco después- sabía bien el significado: es el mismo gesto que lanzó a los iraníes a derrocar al odiado Sha hace ahora tres décadas. El mismo Musaví encabezó esa Revolución Islámica siguiendo los mandatos de Jomeini. A pesar de los llamamientos de su líder a manifestarse de forma pacífica, los choques entre la policía y los seguidores de Musaví se sucedieron ayer de forma intermitente por las principales avenidas de Teherán. A pesar de la violencia, los gases lacrimógenos y las detenciones –más de 200- los manifestantes evitaron una batalla campal contar los antidisturbios –por otra parte absolutamente desbordados ante la dispersión y la magnitud de las movilizaciones por toda la capital- y les lanzaron también consignas cómo "Fuerzas de seguridad, apoyadnos" y "También somos iraníes", intentando también emular lo ocurrido durante la revolución de 1979.A estas alturas ya nadie de la oposición parece interesado en proclamarse ganador, tal cosa parece haber pasado a un segundo plano. El centro de la cuestión es si ha habido o no fraude. Tras una campaña electoral tan disputada –parecía que en empate técnico-, los partidarios de Musaví no pueden creerse que el ultraconservador ganara con un margen tan holgado de votos. “Sabemos que Ahmadinejad tiene un gran apoyo en el campo, en las regiones del interior del país y entre las capas más humildes” –reconocía un manifestante con el pañuelo verde embozándole la cara- “¡¿pero para ganar a Musaví dos a uno?!”, sentenciaba indignado. Las autoridades electorales han revelado que el candidato reformista ganó en la capital, donde se concentran las bolsas de clases medias, profesiones liberales o juventud estudiantil que conforman la gran mayoría de sus seguidores, junto con miles de mujeres ansiosas de reformas. Sin embargo no se han revelado los datos electorales desglosados por provincias o poblaciones, algo que no hace sino avivar las denuncias de fraude.Musaví, que en la noche electoral llegó a anunciar –antes de que los datos oficiales le dejaran atónito- que había triunfado con el 65% de los votos, se encuentra en paradero desconocido desde entonces. Mucho se ha especulado sobre si ha sido detenido o si se encuentra bajo arresto domiciliario –como ha ocurrido con muchos de sus principales colaboradores de campaña-, pero su propia esposa lo ha desmentido en una entrevista a la cadena norteamericana Voice of América. La web del candidato –bloqueada para Irán- publicó ayer que Musavi ha pedido formalmente al Consejo de Guardianes –órgano no electo que debe decidir si admitir impugnaciones o ratificar el resultado electoral- que declare nulos los comicios y prepare su repetición. Tampoco se sabe del paradero del principal valedor de Musaví, el poderoso Akbar Hashemí Rafsanyaní, del que se dice que ha escrito una carta de protesta al mismo líder supremo de Irán, Alí Jamenei y que ha dimitido de todos los cargos que ocupaba en el régimen de los ayatolás, entre ellos la presidencia de la Asamblea de Expertos y el Consejo de Discernimiento.No se trata de una batalla contra el régimen sino dentro del régimen de los ayatolás, entre dos líneas que pugnan por decidir no sólo -ni principalmente- el grado de rigidez o de apertura de un régimen que debe adaptarse a las ansias de las nuevas generaciones, sino sobretodo el destino de Irán, su alineamiento internacional o el futuro de su carrera atómica. Y cada hora que pasa el fuego no parece extinguirse, sino avivarse con mayor vigor.