SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Atrancando a la Madre Cocodrilo

La vicepresidenta del Gobierno ha comentado recientemente que en el entorno de Rajoy existe la sensación de estar «atravesando un río infestado de cocodrilos» (…)

No he tenido la oportunidad de preguntarle aun a Rajoy qué sintió la semana pasada cuando supo que la señora Merkel había trasladado a Berlín a corresponsales españoles residentes en Bruselas para ponerle de chupa de dómine por su intento de presentar el rescate bancario como un gran triunfo personal. Es verdad que podía reprochársele haberse pasado de listo, pretendiendo jugar a la gran política europea con las reglas oportunistas y manipuladoras de la pequeña política española. Pero nadie contaba con que su presunta suma protectora fuera quien le pusiera cruelmente en evidencia sin tener ninguna necesidad de hacerlo.Este episodio terminó de abrir muchos ojos en la medida en que supuso la culminación de toda una serie de zancadillas alemanas que no estaban en el guión tras la mayoría absoluta del PP. Lo que se daba por descontado era más bien todo lo contrario: que Merkel tutelaría, protegería y poco menos que blindaría a su pupilo ideológico a través de una relación privilegiada equivalente a la que Mitterrand y Willy Brandt mantuvieron con Felipe González, a la que Bush y Sarkozy otorgaron a Aznar y a la que Zapatero buscó en vano en su «conjunción planetaria» con Obama.Sin embargo, para estupor y desconcierto de los iniciados en los circuitos europeos, lo que comenzó a pasar es que si bien la diplomacia alemana no dejaba de ensalzar los pasos que Rajoy daba «en la buena dirección» -el lenguaje era tan condescendiente como el empleado con Zapatero-, al mismo tiempo Berlín era el foco principal de los reproches por el retraso en la elaboración del presupuesto, los juegos malabares con el déficit del 2011 o la «arrogancia» del presidente español al declararse «soberano» para fijar el del 2012. Todas las críticas tenían base cierta -incluidas, por supuesto, las dirigidas a las inconveniencias del allí conocido como gallo Margallo-; pero una y otra vez se hacía bueno el aserto de que con amigos así, nadie necesita enemigos.La dinámica pasó de desconcertante a peligrosa cuando el encarecimiento de la prima de riesgo convirtió la búsqueda de una solución para el problema de la deuda soberana en una necesidad vital para España. Ya se tratara de la hipótesis de que los bancos pudieran acogerse directamente a los mecanismos de rescate, de la intervención masiva del BCE o del horizonte de los eurobonos, cualquier noticia o propuesta que sirviera para relajar la presión diaria sobre España era contrarrestada de inmediato por un portavoz alemán -a veces por Merkel en persona- en términos de absoluta intransigencia.Un alto funcionario del ministerio de Finanzas, citado hace dos semanas por nuestra corresponsal en Berlín Rosalía Sánchez desvelaba el fondo del asunto: «[Los españoles] creen que tienen la sartén por el mango porque son demasiado grandes para ser rescatados y esa no es una postura leal». O sea que (…), a la hora de la verdad la obsesión de la señora Merkel era resolver la cuestión española -y tal vez la italiana- al estilo de la Madre Cocodrilo. Con dos golpes de mandíbula: rescate e intervención.Todo indica que ella había hecho el cálculo y que no le arredraba tener que poner el 28% de esos 500.000 millones a los que aludió Guindos cuando se plantó en la teleconferencia, con tal de hacerse con las riendas de nuestra economía, troika mediante. De acuerdo con ese razonamiento lo barato -seguir con medias tintas- es caro porque España es el hijo manirroto con el que nunca se podrá hacer carrera; y lo caro es barato porque el que paga manda. Por eso se lo propuso una, dos, diecisiete veces a Zapatero; y apenas dejó margen a Rajoy, antes de empujarle hacia el mismo chiquero.¿Cómo salir de un trance así? (…)Si nos fijamos en los movimientos de su política exterior desde que envió a la propia Soraya a aquella extraña misión a Washington, todo indica que Rajoy se dio cuenta del peligro que emanaba de la mano que mecía su cuna y convirtió en prioritaria la búsqueda de ese padre protector capaz de detener la dentellada de frau Merkel. Paradójicamente lo ha encontrado en Obama y lo ha encontrado en Hollande, las dos grandes figuras de referencia del centro izquierda en el mundo.Para Obama es una cuestión de calendario: necesita que las aguas europeas se mantengan en calma hasta noviembre para que él pueda recoger los frutos de la inminente reactivación económica en Estados Unidos. Para Hollande es un asunto de correlación de fuerzas: si tú respaldas mis políticas de crecimiento -que no te vendrán nada mal, dicho sea de paso- yo te ayudo a evitar que te metan en el mismo saco que a Grecia, Portugal e Irlanda.(…) Así pudo verse en la última cumbre del G-20. Mientras Merkel trataba de poner el foco en la supuesta presión ejercida sobre Rajoy para que pidiera ayuda financiera con «urgencia» y «claridad», Obama y Hollande le tendían lo que el Financial Times definió como auténtica «emboscada», al impulsar la idea de que los fondos de rescate europeos puedan comprar deuda de España e Italia sin que ello implique la intervención.Y así pudo verse anteayer precisamente en la freudiana Roma, donde cada loco siguió con su tema pero se generó una dinámica de fotos consumadas. Si cuatro comparecen juntos no es para que dos hagan pasar por las horcas caudinas del rescate a los otros dos.Ojo con bajar la guardia. Las mandíbulas siguen estando en alto de cara a la decisiva cumbre del próximo fin de semana. Es muy malo que nos esté pasando esto con la señora Merkel pero muy bueno que nos hayamos dado cuenta a tiempo. Más vale que Soraya no deje de pensar ni un solo día en cocodrilos y que nuestros nuevos protectores mantengan enhiesto el falo. Si esas fauces llegaran a cerrarse, España quedaría cocodrilizada y nuestra soberanía nacional reducida a esa mera «persistencia de un estadio previo de algo».

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