Los escándalos en la gestión cultural del gobierno de Ibarretxe

Atraco cultural en Euskadi

La olítica cultural del gobierno de Ibarretxe se ha convertido en una película a medio camino entre el terror y el género negro. Terror porque sigue hegemonizada por la obsesión excluyente y etnicista. Y negra porque los desfalcos, robos y millones desaparecidos han pasado a formar parte del orden del día. El Museo Guggenheim, emblema de la política cultural en Euskadi, se ha transformado en una mansión de los horrores. Mil millones de euros se han “evaporado” en una operación fallida de cambio de divisas y el desfalco posterior de medio millón que se llevó Roberto Caersolo, la mano derecha del director, Juan Ignacio Vidarte. A esto se añade el descontrol y presunto robo de los fondos custodiados por la Fundación Balenciaga. Convendría saber de antemano que la consejera de Cultura vasca es Mirem Azkárate, que compagina este cargo con el de portavoz del gobierno vasco. En ese último papel, Azkárate es uno de los rostros del PNV más identificados con la defensa intransigente del plan Ibarretxe y el etnicismo más ultramontano. Su concepción de la cultura vasca quedó evidenciada cuando afirmó que ésta sólo englobaba a “lo expresado en euskera y la música instrumental”. Azkárate prefiere que no se diga nada a considerar cultura vasca un texto o canción en castellano. Nosotros no tenemos esa concepción excluyente, y consideramos dentro de la cultura española todo lo expresado en euskera.

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