En un ignominioso acto de pura maldad, dos explosiones en las inmediaciones del aeropuerto de Kabul han dejado, al menos, 73 víctimas mortales -60 afganos (entre ellos numerosos niños) y 13 norteamericanos- además de unos 140 heridos según las primeras informaciones.
Los artefactos explosivos han sido detonados en medio de una muchedumbre de miles de personas desesperadas, que llevan días agolpadas en las puertas del aeropuerto de Kabul tratando de escapar del terror de los talibanes. La primera explosión ha ocurrido cerca de la puerta de Abbey, uno de los cuatro accesos al aeropuerto donde se agolpan decenas de personas desesperadas por huir del régimen talibán antes de que las tropas extranjeras abandonen el país. El otro ataque se ha producido cerca del hotel Baron.
El Pentágono ha confirmado que hay 12 estadounidenses entre los fallecidos, además de otros muchos heridos. Los militares españoles desplegados en la zona están todos a salvo e ilesos, según el Ministerio de Defensa.
Las primeras pesquisas apuntan al Estado Islámico del Jorasán (una rama afgana de ISIS) como autor de los ataques, aunque también se sospecha de un régimen talibán que había advertido de represalias si EEUU y los otros países no abandonaban Kabul para el 31 de agosto. Fuentes militares ya habían advertido de la trágica posibilidad de un atentado entre la multitud que causara un elevado número de víctimas, incluso antes de esa fecha límite.
El estallido se ha producido el mismo día en el que al menos seis países europeos —Polonia, Hungría, Países Bajos, Dinamarca, Alemania y Bélgica— han dado por terminada la evacuación de personas desde Afganistán, por el empeoramiento de la situación de seguridad. Francia y España prevén cerrar de forma inminente sus operaciones de rescate, al igual que EEUU y Reino Unido.
Ante estos criminales hechos, que recrudecen el sufrimiento extremo que viven las miles de personas en Afganistán que tratan de escapar del régimen de terror de los talibanes, no tenemos más que palabras de condena y repugnancia. El terrorismo, no importa que banderas levante -sea el fanatismo religioso o las «operaciones encubiertas»- siempre, siempre, siempre es Fascismo.