Selección de prensa nacional

Asfixiado pero no ahogado

Los resultados del 7-J han dejado a Zapatero asfixiado pero no ahogado. Este podrí­a ser el resumen de las valoraciones que la prensa nacional hace de las elecciones del domingo. La victoria para el PP es clara, pero no lo suficientemente contundente como para pensar en un vuelco polí­tico o en un claro cambio de tendencia en el electorado. Aunque sí­ es más que suficiente para consolidar el liderazgo interno de Rajoy, siempre cuestionado.

Para el gobierno, or su parte, todos coinciden también en que este es un serio aviso. La perdida de 700.000 votos respecto a la europeas pasadas y de 5 puntos en relación a las generales de hace un año guardan relación, para El País, con “la irritación que los efectos de la crisis, especialmente el paro, provocan en la población y que se manifiesta tanto en el voto a otras candidaturas como en la abstención”. El Mundo considera que, pese a los resultados adversos, Zapatero puede darse por satisfecho con ellos, ya que son, con difeerencia, “mucho mejores que los obtenidos por los partidos socialistas de Francia, Gran Bretaña, Italia y Alemania”. Ha perdido pero “mantiene una considerable fidelidad de su electorado” con lo que consigue superar “una cita electoral que para él llegaba en el peor momento” Los resultados no son, dice Fernando Onega en La Vanguardia, “el golpe de gracia” que Rajoy esperaba asestar a Zapatero. Sin embargo, su victoria por casi 4 puntos, obtenida frente “a todos los dirigentes del PP que estaban esperando estas urnas para apearlo”, confirma su buena racha, lo que “le hace verse en el camino que lleva a la Moncloa”. Editorial. El Mundo UN RESULTADO QUE CONSOLIDA A RAJOY SIN AHOGAR A ZAPATERO MARIANO RAJOY salió ayer fortalecido como líder del PP tras el triunfo de su partido en las elecciones europeas, con algo más del 42% de los votos, casi cuatro puntos más que el PSOE. En términos absolutos, la formación de Rajoy superó en 580.000 votos al partido de Zapatero, castigado por la mala gestión de la crisis económica, lo que se traduce en una ventaja de dos escaños. El PP no logra, sin embargo, reeditar su gran victoria de las europeas de 1994 cuando Aznar derrotó por casi 10 puntos a Felipe González, lo que le llevó en volandas dos años después al apurado triunfo de 1996. La situación no es ahora la misma porque el PSOE obtuvo ayer un 38,5% de apoyo electoral, que demuestra que, aun en los peores momentos, Zapatero mantiene una considerable fidelidad de su electorado. Aun así, el PSOE cosecha un retroceso de casi cinco puntos respecto a las elecciones generales del año pasado. Pero Zapatero puede darse por satisfecho con estos resultados, que son mucho mejores que los obtenidos por los partidos socialistas de Francia, Gran Bretaña, Italia y Alemania. Zapatero ha perdido pero ha conseguido salvar esta cita electoral que para él llegaba en el peor momento. Tiene casi tres años por delante hasta las próximas elecciones generales y, lo que es mejor para él, dispone del apoyo suficiente en el Congreso para seguir gobernando, lo que no le sucedía a Felipe González en 1994 cuando -con diez escaños menos que hoy- dependía de Jordi Pujol. Si Mariano Rajoy no va a tener oportunidad de dar la vuelta a la relación de fuerzas en el Parlamento, sí ha acabado con la imbatibilidad de Zapatero, que podía presumir hasta ahora de haber derrotado siempre al líder del PP. Rajoy le ha ganado esta vez y ello demuestra que podría ganarle también dentro de tres años, aunque la alta abstención no permite extrapolar lo sucedido ayer. En cualquier caso, Rajoy se ha volcado en la campaña y ahora merece saborear su triunfo. De forma muy significativa, el PP ha obtenido excelentes resultados en Madrid y Valencia, comunidades en las que literalmente ha vuelto a barrer al PSOE. La desmesura de las campañas contra Esperanza Aguirre por el caso del espionaje y contra Francisco Camps por el asunto de los trajes ha pasado factura al PSOE, que sigue perdiendo terreno en estas comunidades. El resultado de los comicios de ayer queda, en cualquier caso, muy condicionado por la alta abstención, ya que sólo el 46% de los ciudadanos acudió a votar, cifra muy parecida a la de hace cinco años, aunque la participación fue mayor de lo que predecían las encuestas. La Coalición por Europa, formada por CiU y PNV, logra dos escaños, al igual que IU, mientras que la lista proetarra encabezada por Alfonso Sastre se queda sin entrar en el Parlamento Europeo, lo que constituye una excelente noticia para todos los demócratas. UPyD consigue entrar en la Cámara de Estrasburgo con casi 450.000 votos en todo el territorio, lo que no está nada mal aunque el partido de Rosa Díez ha perdido la ocasión de convertirse en la tercera fuerza política nacional. Estas elecciones europeas no van a producir ningún vuelco político, pero nadie sabe en estos momentos el alcance y la duración de la crisis, que, según los organismos internacionales, podría alargarse hasta finales del año que viene. En este contexto, lo lógico sería que hubiera grandes acuerdos entre el Gobierno y la oposición para acelerar la recuperación y devolver la confianza a los ciudadanos. El resultado de ayer sin duda los propicia. EL MUNDO. 8-6-2009 Editorial. El País UN SERIO AVISO Con una participación por debajo del 50%, nadie puede cantar victoria ni, mucho menos, considerar los resultados de ayer un adelanto de futuros triunfos o derrotas en elecciones nacionales, en las que la abstención es siempre mucho menor. Con todo, se ha verificado el principio de que las europeas son una ocasión para castigar al partido del Gobierno: el PP ha obtenido 2 escaños y 3,75 puntos más que el PSOE, lo que apuntala a Rajoy como aspirante y constituye una seria advertencia para Zapatero. Ese desenlace guarda relación con la irritación que los efectos de la crisis, especialmente el paro, provocan en la población y que se manifiesta tanto en el voto a otras candidaturas como en la abstención. Es significativo que la participación fuera sensiblemente más alta en los caladeros principales de voto del PP, con la Comunidad Valenciana y Madrid a la cabeza. El electorado conservador tenía más incentivos para movilizarse que el de centro-izquierda. Era una ocasión para adelantar a Zapatero en unas elecciones celebradas simultáneamente en toda España. Ello, unido a la debilidad parlamentaria del Gobierno, alimentaba los cálculos de los estrategas de Génova sobre la posibilidad de forzar el fin de la legislatura. Del "váyase señor González" del periodo 1993-1996 al "kataklok" con que ilustró Rajoy al final de esta campaña su estrategia de ganar por derrumbamiento del rival, la política española lleva años moviéndose en ese terreno de imaginar el cambio de mayoría ligado al hundimiento del Gobierno, bien por escándalos, bien por abandono de los aliados. Curiosamente, la campaña ha revelado que esa mentalidad está vigente también en el interior del PP: más que por ganar un congreso, los críticos con Rajoy esperaban poder sustituirle explotando su eventual estrellamiento en las elecciones de ayer. Cálculos en este caso algo contradictorios, porque una derrota del PP en las europeas lo habría sido a la vez del candidato Mayor Oreja, uno de los símbolos de la vuelta al aznarismo que preconizan esos críticos. El electorado potencial del PSOE estaba menos movilizado (menos dispuesto a repetir el voto) según adelantaban los sondeos. Cuando no se juega el signo del Gobierno y sólo indirectamente los asuntos que diferencian a la derecha de la izquierda (pensiones, seguro de paro, despidos), disminuye el incentivo de ese electorado para acudir a votar. Para contrarrestar ese efecto, los socialistas han dramatizado la campaña exagerando el peligro para la democracia y el Estado del bienestar de una victoria de la derecha, de nuevo presentada como la más extremista de la UE. La intensidad de la campaña, y el hecho de que haya estado centrada en temas de política interior, con especial incidencia en la denuncia de la corrupción, no ha conseguido reducir la abstención, con lo que ésta no puede atribuirse simplemente a desinterés por los temas europeos: seguramente ha influido el hartazgo que esa bronca permanente produce en sectores no incondicionales de los electorados respectivos; y perjudica proporcionalmente más al PSOE como parte menos movilizada por la expectativa del cambio. Se trata de estrategia, pero también de inercia: Zapatero se encuentra más a gusto en ese discurso, y lo saca cada vez que los sondeos le son desfavorables. Con el agravante de que esa confusión favorece a la extrema derecha real, populista, xenófoba y antieuropeísta que asoma en varios países al calor de los efectos de la crisis. Lo cual no justifica la cínica pretensión por parte de la plana mayor del PP durante la campaña de absolver a sus dirigentes imputados en casos de corrupción con el argumento de que no afectaban a sus expectativas de voto. EL PAÍS. 8-6-2009 Opinión. La Vanguardia ZAPATERO SE ASFIXIA, RAJOY RESPIRA Fernando Ónega Rajoy lo ha conseguido: ha confirmado su buena racha. Quizá no haya asestado a Zapatero el golpe de gracia al que aspiraba, pero ha ganado. Inevitablemente, eso le hace verse en el camino que lleva a la Moncloa… Con una única condición a estas alturas de la película: que se lo permitan sus propios compañeros. Y lo llamativo es eso: más que a Zapatero, ganó a todos los dirigentes del PP que estaban esperando estas urnas para apearlo o mantenerlo en la peana de la procesión. La única duda que ahora le queda es la abstención, que deja un atractivo territorio para la especulación política: nadie puede hacer vaticinios sobre el futuro cuando casi la mitad de la sociedad votante no se ha querido expresar. En lo demás, números cantan. El socialismo español puede haber entrado en decadencia, a Zapatero se le rompe el músculo electoral, y todos los problemas y las intrigas caen ahora sobre cómo conducirá los tres años que quedan de legislatura, ante un Rajoy todavía más crecido y cuyo objetivo político después de ayer está muy claro: darle contundentes y sostenidos golpes hasta el golpe de gracia final al actual jefe del Gobierno. Esta campaña parece haber sido el gran ensayo para la liturgia que empezó a rezar en uno de sus últimos mítines: "Váyase, señor Zapatero". Es cierto que las condiciones no podían ser mejores para el Partido Popular. Son difícilmente repetibles: situación económica, paro desbocado, sensación de ineficiencia del Gobierno, ministros sin suficiente prestigio, soledad parlamentaria del Ejecutivo, desgaste del discurso… Si no se gana en esas condiciones, difícilmente se puede ganar cuando asome la bonanza. Pero aún así, lo que cuenta es el resultado. Creo que estamos, además, ante un triunfo personal de Rajoy. Trabajó correctamente: atacó los flancos débiles, no entró a los trapos que le querían arrinconar en la derecha extrema y se movió siempre en medio del entusiasmo de sus seguidores. Con ello queda provisionalmente conjurado los déficits que se atribuyen al líder popular: carencia de seducción y, paralelamente, un exceso de crítica, que esta vez resultó creíble por la situación general del país. Se puede decir que, por una vez, hizo el discurso adecuado a las circunstancias. Y acertó. En todo caso, y como primera y necesariamente superficial aproximación al resultado de las urnas, el mensaje fundamental es que Zapatero se asfixia y Rajoy respira. Zapatero, por primera, ha visto roto su encantamiento de votantes. Y lo peor de todo: sumado a su situación parlamentaria, estas elecciones le han pegado un serio mordisco a su autoridad. LA VANGUARDIA. 8-6-2009

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