Arte

Arte iraní­ tras los velos

Parviz Tanavoli, Mohamed Ehsai o Farshad Moshiri, son sólo algunos de los nombres que más están sonando en los circulos del arte contemporáneo, y cuyas piezas cotizan ya por encima del millón de dólares. Pero al margen de los parámetros del elitista mercado del arte lo interesante es que representan la realidad de un paí­s ignorado durante tres décadas que alberga un gran imaginario cultural, no necesariamente ligado a lo religioso ni al fundamentalismo.

Parece ser que el rimer trampolín de salida al mercado de estos artistas fueron las subastas realizadas en emiratos como Dubai, Abu Dhabi o Qatar, aunque ferias de todo el mundo, incluida ARCO, ya albergan habitualmente a galeristas del país asiático, que muestran al mundo su emergente arte.Impactantes fotografías, como las de la joven artista Shadi Ghadirian, de 36 años, conocida por sus imágenes de mujeres musulmanas atrapadas entre la tradición y la modernidad, que se rebelan contra los atrasados regimenes, pero también contra las potencias que mantienen a los países árabes en un interesado retroceso. Creadores como estos rompen con la monolítica idea que desde el exterior se tiene de Irán, y representan la punta del iceberg de una potencia emergente.Igual que antes sucediera con el arte indio y el arte chino, surge de repente la pasión por el arte iraní, y atrae la atención de occidente. Pero nada de esto es casual, el arte siempre es reflejo de la sociedad en que se desarrolla, y la recolocación de Irán en el mundo viene acompañada de su explosión cultural.El eclecticismo y la interdisciplinaridad caracterizan a esta nueva generación de artistas árabes, que pasan por encima de la invisible barrera entre oriente y occidente, y se adentran en propuestas artísticas innovadoras como la instalación y los New Media, sin abandonar del todo las corrientes más clásicas, como la pintura y la escultura.Que a nadie le quepa ninguna duda de que grandes “monstruos” como Christie’s o Somersby van a entrar en este negocio que ya tantean, de la independencia que los artistas puedan conquistar en relación a las grandes casas de subastas norteamericanas, dependerá el éxito y la continuidad de esta prolífica generación que avanza contracorriente.

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