Arabia Saudí: el nuevo jugador

El debilitamiento general de la posición de EEUU en Oriente Medio, está llevando a Arabia Saudí a dejar de ser un mero peón de la estrategia americana en la región y a convertirse, cada vez más, en un jugador activo y con autonomía, dispuesto a hacerse con la hegemonía en una de las zonas más conflictivas y más cualitativas del mundo.

El deterioro de las relaciones entre el Imperio (EEUU) y el leal súbdito (Arabia saudí), comenzó a ponerse de manifiesto abiertamente durante el mandato de Obama, y alcanzó su cenit cuando el emperador anunció un pacto sobre la cuestión nuclear con Irán, que Arabia Saudí consideró una «traición». El acuerdo con el «principal enemigo» de Arabia Saudí en la región, con un enemigo mortal, rebosó el vaso de un cúmulo de diferencias y enfrentamientos, que se extienden desde la presunta financiación saudí a los atentafos del 11-S, a la estrategia petrolera, que hasta hace unos años estaba en manos de la OPEP ( que, a su vez, estaba en mano de Arabia Saudí) y que tras la desición americana de convertirse en productor mundial (gracias al fracking) ha creado una nueva rivalidad y el hundimiento de los precios, lo que ha supuesto en estos años un durísimo golpe a la economía saudí.

Pese a que Trump ha tratado de atraer de nuevo a los saudíes a su redil, y son muchos los campos en los que persiste la colaboración (la derrota del ISIS, por ejemplo), lo cierto es que Arabia Saudí ya tenía puesta en pie su propia estrategia en la región. Una estrategia que tiene como «blanco» principal contener la expansión del poder iraní, aunque ello implique involucrarse en guerras y conflictos armados (Siria, Irak, Yemen), romper con aliados tradicionales (Qatar) o buscar el entendimiento con potencias distintas a EEUU: Europa, por una parte, pero también, incluso, la Rusia de Putin, con la que los saudíes han negociado últimamente la estrategia petrolera global (disminuir la oferta para aumentar los precios) y la compra de material militar (algunas fuentes hablan incluso de un acuerdo para la compra del sistema antimisiles ruso).

La causa principal, no obstante, de este paso adelante de los saudíes no son las discrepancias con EEUU, sino el debilitamiento general de EEUU en la región, que tras los fiascos de Afganistán, Irak y Siria, y el giro de Turquía, se ha convertido en un verdadero «pato cojo» en la región. Ante la eventualidad de un avance de Irán y Turquía, Arabia Saudí ha tomado la iniciativa.

Ello se puso ya en evidencia con el golpe de Al Sisi en Egipto, financiado por los saudíes. Ante las vacilaciones de EEUU, que había sido el impulsor de las primaveras árabes, la monarquía saudí tomó la iniciatica de promover y financiar la operación, en unos momentos en que los Hermanos Musulmanes egipcios negociaban un acuerdo general con Erdogan. También ha sido una iniciativa saudí la de aislar y romper relaciones con Qatar, por su política «comprensiva» con Irán. Igualmente es firme su política en Yemen, destinada a no dejar en pie ninguna facción proiraní en toda la península arábiga. Y estos días, asistimos a una nueva intervención en la zona, esta vez en el Líbano, para imponer su propio candidato al frente del gobierno y limitar el poder de Hezbolá, chiitas y aliados tradicionales de Irán.«Arabia Saudí aspira a ser la nueva potencia hegemónica en Oriente Medio»

Este giro notable de los saudíes va avalado asimismo por un importante cambio interno. El sucesor del rey Fahd ha sido destituido a los pocos meses de su nombramiento, y en su lugar se ha alzado con el poder un nuevo líder, el principe heredero Mohamed Bin Salman, que ha comenzado por hacer limpieza interna, desatando una lucha contra la corrupción que ha significado la destitución de más de cien altos cargos de la familia reinante. Es claro que las nuevas responsabilidades, compromisos y políticas necesitan un nuevo liderazgo, decidido, fuerte y con respaldo social. Un lider capaz de jugar una de las partidas más difíciles en uno de los tableros más endiablados del mundo.

2 comentarios sobre “Arabia Saudí: el nuevo jugador”

  • Arabia Saudita, más allá de un país árabe exportador de petrólero y fiel aliado de los Estados Unidos desde el final de la Segunda Guerra Mundial, es una dictadura teofascista, totalitaria y ultrarepresiva, que además es uno de los países que más financian el terrorismo yihadista. Que este régimen caiga de una vez, es necesario puesto que además contiene las dos supuestas ciudades santas del Islam (Medina y La Meca). Realmente si se aspira a reformar al Islam y que haya progreso de los países árabes y el resto de países de mayoría islámica, los regímenes integristas islámicos de Arabia Saudita, Irán y Pakistán han de caer y ser reemplazados por gobiernos laicos con tolerancia religiosa y que ayuden a des-radicalizar sus sociedades.

    Os pongo un documental sobre la realidad de Arabia Saudita, es terrible: https://www.youtube.com/watch?v=gKS–vTRymk&list=PL2Fs1im-TROkMCs4jGi2wdWMAZkZKrwzm&index=20

Deja una respuesta