SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Aprovechar la calma para reflexionar

Los mercados parecen haber entrado en estado de hibernación coincidiendo con la entrada del nuevo año. Las bolsas se acostumbran a las subidas y el coste de la deuda de la periferia de la eurozona, España incluida, desciende como por arte de magia. Un escenario tan positivo como inesperado para los responsables de la economía europea, en especial los ministros de Finanzas, el español Luis de Guindos entre ellos.Es difícil identificar con precisión la verdadera causa de esta súbita y efímera primavera financiera. La economía mundial no camina hacia un mayor crecimiento, mucho menos la europea. Los Estados que representan los grandes bloques económicos, EE.UU., Europa y Japón, tampoco han conseguido enderezar sus cuentas públicas. El reciente acuerdo alcanzado en Washington entre la administración Obama y las cámaras legislativas es insuficiente para impulsar el crecimiento, la Reserva Federal tendrá que actuar de nuevo echando mano de algún conejo olvidado en la chistera, y tampoco contendrá el creciente déficit público de la primera economía mundial, también la primera deudora.En Japón, tercera economía del planeta, después de la norteamericana y la china, la aplastante victoria de los conservadores en las últimas elecciones, celebradas el mes pasado, anuncia un nuevo programa de inversiones públicas masivas para intentar liquidar la pertinaz deflación (caída general de precios) que dura ya casi dos décadas. El problema es que la deuda pública nipona alcanza ya el 240% de su actividad económica anual (PIB).Y, finalmente, la eurozona, patético apóstol de una disciplina fiscal que es incapaz de cumplir pero que la condena a un crecimiento simbólico o, como es el caso ahora, a una recesión socialmente destructiva.Tal vez, a la vista de un panorama tan uniformemente triste, los inversores se han bloqueado y no saben a quien castigar, atrapados en un dilema imposible. Sería deseable que los responsables económicos del planeta aprovechasen este descanso entre un asalto y el siguiente para refrescar sus ideas.En el caso de la eurozona, no hay mejor banco de pruebas que Grecia, un buen ejemplo de lo que no es posible seguir haciendo. El llamado rescate griego, eufemismo para referirse al aseguramiento de los créditos que las bancas alemana y francesa concedieron en los años locos a sus colegas atenienses, ha consumido ya, en sus diferentes modalidades, 500.000 millones de euros. El equivalente al 250% del PIB del país. Para hacerse una idea, la misma relación en el caso español significaría consumir recursos por importe de unos 2,5 billones de euros. Inimaginable.¿Cuál ha sido el resultado de la política de la eurozona en Grecia? Los grandes bancos tienen menos deuda pendiente de cobro, una parte de la quita que han tenido que asumir éstos les ha sido compensada con ayuda de sus respectivos estados (es decir del contribuyente) y, a cambio, el país está sumido en el caos y la depresión. Su economía lleva cuatro años seguidos cayendo cada vez más, en lugar de recuperarse a medida que pasa el tiempo, y desgraciadamente seguirá haciéndolo igual durante los próximos años. Y su deuda, pese a las quitas, crece y crece. El año que viene alcanzará el 200% del PIB y todo el mundo sabe que esos compromisos no serán cumplidos ni remotamente.Los gobiernos que se han encontrado en tesituras similares o parecidas a las de Atenas han ido revisando rápidamente sus posiciones, y cuando no lo hicieron acabaron barridos por su electorado. Este último fue el caso de Nicolas Sarkozy en Francia.De la primera modalidad, España ofrece muestras. Tanto el Gobierno de Rajoy como el de Artur Mas han debido reconocer que sus aspiraciones de ser los mejores alumnos de la clase, los nórdicos del Sur, como les gustó posar en algún momento inicial de sus mandatos, no eran realistas. La economía languidece y todas las medidas aplicadas, por convicción o por exigencia del tándem Barroso-Merkel, agravan el estado de salud del enfermo. Por eso, cada uno a su nivel, pide la relajación de los calendarios de aplicación de la política de austeridad.Las próximas elecciones italianas ayudarán a auscultar el estado del cuerpo social tras la aplicación dilatada de la receta euroanoréxica, aunque no es muy osado aventurar que incluirán un duro revés para los partidarios de seguir como hasta ahora.En la eurozona, los países más débiles, y esto incluye a Francia, asisten inermes a la progresiva hegemonía de una hipercompetitiva Alemania a la que intentan hacer frente lastrados por la pesada losa de una inmensa deuda. Dos condiciones contradictorias que convierten en imposible la tarea. No hay apenas posibilidades de recuperar el crecimiento en estas condiciones.El año que justo acaba de empezar pondrá a prueba las cuadernas de esa frágil embarcación llamada euro. Y casi con seguridad antes de que Merkel haya revalidado su mayoría en las urnas.

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