Elecciones en Brasil y Bolivia

Aprender de Hispanoamérica

Evo Morales y el Movimiento Al Socialismo (MAS) han arrasado con más de un 60% de los votos. Nada más conocer su triunfo, Evo Morales proclamó su victoria dedicándole el triunfo al lí­der cubano Fidel Castro y al fallecido mandatario venezolano Hugo Chávez: «este triunfo del pueblo boliviano en democracia queda dedicado contra el capitalismo y el imperialismo, y a todos los presidentes antiimperialistas () Hemos crecido bastante, eso consolida este proceso y la revolución democrática y cultural».

Tras ocho años de gobierno del MAS, en Bolivia empieza a hablarse ya de la “década ganada”, en oposición a la “década perdida”, cuando el país entró en el agujero negro del caos, la desestabilización, la pobreza, la desigualdad y el saqueo sin límites impuestos por los sucesivos presidentes al servicio de Washington.«Lo que está en juego va más allá del modelo económico-social que va seguir Brasil durante los próximos años» En Brasil, mientras tanto, el triunfo en la primera vuelta de Rosseff supone el apoyo de la mayoría del pueblo brasileño hacia una política con fuerte énfasis social de redistribución de la riqueza y eliminación de la pobreza y una clara orientación hacia la soberanía nacional, la integración regional y la construcción de un orden mundial multipolar.Aunque desde algunos sectores de la izquierda latinoamericana se cuestiona la orientación de los gobiernos de Lula-Rousseff, considerándola como la más “tibia” de las propuestas transformadoras que hoy gobiernan Iberoamérica, lo que dicen los hechos es que bajo su mandato se ha producido un crecimiento económico sin precedentes, una acelerada disminución de la pobreza y la proyección de Brasil como potencia económica y activo jugador capaz de desempeñar un papel de primera línea en la política global.A pesar de los ataques de EEUU, el pueblo brasileño quiere más independencia y más redistribución de la riqueza. “Todo contra Dilma, Lula y el PT” es la consigna lanzada por Washington en estas elecciones. Para lo que no ha dudado en apoyarse en una candidatura aparentemente izquierdista como la de Marina Silva, antigua ministra de Medio Ambiente en el primer gobierno de Lula. Sin embargo, el pueblo brasileño ha sabido valorar cómo su consigna principal durante la campaña, “echar al PT y al bolivarismo del gobierno” no tenía la más mínima diferencia con la del candidato de la derecha oligárquica proyanqui. Y ha preferido el original a la copia dejando a Silva relegada a una tercera posición que le impide participar en la segunda vuelta.Una segunda vuelta en la que lo que está en juego va mucho más allá del modelo económico-social que va seguir Brasil durante los próximos años. Sino también, y sobre todo, la correlación de fuerzas regional en Iberoamérica y, en consecuencia, también la mundial. Una derrota de Dilma sería un gravísimo contratiempo para el proceso de integración regional, en el que Brasil, por razones obvias de peso político y económico juega un papel determinante. La victoria de Neves volvería a colocar a Brasil en una condición de supeditación ante Estados Unidos; en cambio, el triunfo de Dilma y el PT daría un nuevo impulso a la recuperación de la soberanía brasileña. El factor clave que explica tanto el propio desarrollo económico de Brasil en la última década, como la posibilidad de la convergencia, integración y unidad política, económica y social que ha colocado a la región en un plano de dignidad, desarrollo e independencia. La próxima semana los brasileños deben volver a las urnas para elegir presidente. Si en la primera vuelta han descabalgado a Marina Silva, quien hasta hace unos días parecía la gran apuesta de Washington para acabar con el gobierno progresista del PT, hay que confiar que la próxima semana harán lo propio en la segunda vuelta con el representante de la oligarquía proyanqui brasileña.

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