Elecciones en México

Apatí­a y desconfianza

La desilusión y la desconfianza de la ciudadaní­a mexicana en todos los partidos polí­ticos, que podrí­a expresarse en las elecciones intermedias de hoy podrí­an arrinconar al presidente Felipe Calderón durante los últimos tres años de su administración con un Congreso abiertamente opositor y señalar la puerta de salida del Partido Acción Nacional (PAN) de la Presidencia de la República en 2012. Las encuestas muestran que el Partido Revolucionario Institucional que gobernó México durante casi todo el siglo XX lograrí­a la mayorí­a absoluta en el Congreso

Para que estas revisiones se cristalicen el PRI, no solo necesita el voto de castigo contra la derecha del partido de Calderón y de una izquierda dividida entre los seguidores del ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador y la estructura formal del Partido de la Revolución Democrática (PRD) que lo desplazó. Paradójicamente, la mayor ganancia la podrí­a obtener no en los votos que reciba, sino en los votos en blanco que deposite la ciudadaní­a en las urnas para exclamar que ya no cree en nadie.México tiene un sistema representativo complejo. Cada tres años, los partidos presentan candidatos para 300 diputados federales de mayorí­a relativa. Ganan los que más votos reciban. Hasta ahí­ el proceso es simple. Pero también se eligen otros 200 diputados de representación proporcional. Para esta elección paralela, los partidos presentan una lista de candidatos en cada una de las cinco circunscripciones en que se divide el territorio nacional. Mediante una enredada operación aritmética que suma la votación de cada partido por región, se asigna el número de diputados que les corresponde.Lo que muchos electores no saben en México es que los votos nulos se restan de la votación nacional total, es decir, no se cuentan. También se anulan los votos de los partidos que no alcancen el 2 por ciento de los sufragios totales, el mí­nimo que les marca la ley para conservar su registro legal para competir por puestos de elección popular. Esta extraña fórmula es lo que permitirí­a al PRI rebasar los 251 de un total de 500 diputados, pues los sondeos auguraban que el voto en blanco -promovido intensamente por intelectuales y comunicadores durante las últimas semanas de campañas electorales- podrí­a representar entre el 2 y hasta casi el 5 por ciento de la votación nacional total.En el PRI ya se frotan las manos, porque también se anticipa una muy baja participación electoral ciudadana, que también lo beneficiarí­a, y pavimenta el camino de regreso a la presidencia de la República en 2012. Luego de casi siete décadas de control absoluto del Poder Legislativo en México, el PRI perdió por primera vez la mayorí­a simple en 1997, al quedarse con 239 diputados, frente a los 261 que reunieron otros cinco partidos, y fue la antesala de su derrota en las elecciones presidenciales de 2000, cuando debió entregar el poder al derechista Vicente Fox, postulado por el PAN. El retroceso prií­sta se acentuó hasta caer a la tercera posición en 2006, cuando apenas tuvo 106 diputados.Actualmente, el PRI es la tercera fuerza polí­tica nacional con 106 diputados, contra 206 del PAN, 126 del PRD y 62 repartidos entre otros cuatro partidos minoritarios.El PRI espera también buenos resultados en varios comicios locales concurrentes, pues hoy también se eligen gobernadores, alcaldes y diputados locales en Campeche, Colima, Querétaro, Nuevo León, San Luis Potosí­ y Sonora. En el estado de México, Guanajuato, Jalisco y Morelos se renovarán ayuntamientos y congresos locales. En el caso del Distrito Federal, las elecciones abarcan a la Asamblea Legislativa y a las 16 delegaciones polí­ticas en que se divide la capital del paí­s, uno de los pocos bastiones que le quedan a la izquierda, que está casi borrada del mapa electoral.Enfrascado en disputas por el control del partido, ésta podrí­a ser tal vez la última elección en la que Andrés Manuel López Obrador milite en las filas del PRD, pues ha optado por apoyar a los candidatos del Partido del Trabajo y de Convergencia, sus aliados en el Frente Amplio Progresista, lo que le ha valido varias amenazas de expulsión del partido del que fue dirigente nacional y candidato presidencial en 2006, cuando asegura que fue despojado del triunfo mediante un fraude electoral.Así­ las cosas, todo apunta al regreso del PRI.

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