Movilizaciones masivas en Centroamérica

Antorchas en Guatemala y Honduras

En los últimos meses Guatemala y Honduras han sido escenario de multitudinarias manifestaciones contra la corrupción gubernamental, que han puesto a los presidentes Otto González y Juan Orlando Hernández contra las cuerdas.

Manifestaciones en Guatemala.

Desde primeros de mayo, convocados por distintas organizaciones populares, los guatemaltecos vienen manifestándose contra la trama de corrupción conocida como «La línea» que ha defraudado 14,5 millones de dólares a la seguridad social guatemalteca (IGSS), y cuyas conexiones apuntan directamente al despacho del presidente, el exmilitar Otto González. Las protestas tienen un nivel de adhesión popular inédito en las últimas décadas. Y después de descubrirse la implicación directa del secretario privado de la Vicepresidenta, Roxana Baldetti, la presión social -y también la de la Embajada de los EEUU- la han obligado a dimitir. Además hay 17 detenidos, entre ellos el presidente del Banco Central de Guatemala, Julio Suárez, y del IGSS, Juan de Dios Rodríguez. Pero la furia popular está lejos de aplacarse, y exige la cabeza del presidente. Todos los sábados, grandes ríos de gente exigen «que se vayan todos» por las avenidas de la capital, e impulsan una consulta para evitar que continúe la corrupción. Este es el convulso panorama político con el que Guatemala aguarda las próximas elecciones, previstas para el mes de septiembre. «Las movilizaciones de Guatemala y Honduras empiezan a tener importantes réplicas en El Salvador y amenazan con contagiarse por toda América Central»

Contagio en Honduras

Animados por el ejemplo de la vecina Guatemala, las protestas han saltado a Honduras. El detonante es un caso de corrupción casi idéntico. Los hondureños tomaron las calles el pasado 13 de mayo para manifestarse en contra el presidente Juan Orlando Hernández, del Partido Nacional (PN), a quien acusan de desviar fondos -350 millones de dólares- del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) para financiar su campaña en 2013. Además del presidente están involucrados empresarios, políticos, y otros ministros de Gobierno. Desde entonces, al grito de «que se vayan, que se vayan» y «¿Quién se robó el Seguro Social? el Partido Nacional», grandes marchas con antorchas llenan las calles de Tegucigalpa. Las movilizaciones de Guatemala y Honduras empiezan a tener importantes réplicas en El Salvador y amenazan con contagiarse por toda América Central.

En las multitudinarias marchas participa sin embargo una extraña mezcla. Al lado del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) -salvajemente reprimidos hasta hace poco tiempo- que engloba a sindicatos y estudiantes, indígenas y los partidarios de Libertad y Refundación, el partido del exiliado presidente Zelaya -que fue depuesto en 2009 por un golpe de Estado ejecutado por los militares, auspiciado por Washington y encabezado por Roberto Micheletti-… participan los propios partidarios del Partido Nacional, con eslóganes anticorrupción aunque apoyando al gobierno.

«En dos países que han sufrido duramente la represión de gorilas y contras hay un pueblo trabajador que ha perdido el miedo y ha vuelto a recuperar las calles»En Honduras, la investigación policial de la trama de corrupción implica dos gobiernos del PN, el actual y el que encabezó Porfirio Lobo -sucesor del golpista Micheletti- de 2010 a 2014. Otro de los escándalos tiene como protagonista a Fabio Lobo, hijo del ex presidente, que fue detenido en mayo en Haití y acusado de narcotráfico por funcionarios antidrogas estadounidenses .

El presidente Juan Orlando Hernández, acorralado y a la defensiva, ha denunciado una conspiración para derribarle. Ha salido a desautorizarle el jefe de los gorilas golpistas, el exjefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Honduras, Romeo Vásquez Velásquez, defendiendo las «pacíficas protestas ciudadanas», calificando como “patrañas del Gobierno” la denuncia de golpe de Estado y exhortando al presidente a confesar «los grandes delitos de corrupción que están cometiendo».

Independientemente de las maniobras en las cloacas estatales de Guatemala y Honduras, lo cierto es que la indignación popular está más que justificada. De acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, tanto Honduras como Guatemala son de los países con menores ingresos en América Latina y el Caribe, con 42,6% de los hogares en situación de pobreza extrema. Los medicamentos escasean, y el saqueo al ya de por sí desabastecido instituto encargado de la distribución de los fármacos ha provocado que en los hospitales no haya ni paracetamol. En dos países que han sufrido duramente la represión de gorilas y contras al servicio de Washington en las décadas de los 70 y los 80 -y Honduras mucho más recientemente- hay un pueblo trabajador que ha perdido el miedo y ha vuelto a recuperar las calles. Saludemos su rebeldía y aguardemos los idus de septiembre.

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