Cine

Anticristo

El cine de Lars Von Trier nunca ha sido para paladares «delicados» o excesivamente melindrosos. Su voluntad de «provocar» está formulada deliberadamente desde el principio, cuando declaró que «una pelí­cula tiene que ser como una china en el zapato»; si no molesta, es un fracaso. Quizá el estruendoso escándalo que ha provocado su última pelí­cula, «Anticristo», que levantó verdaderas ampollas en Cannes, obedezca a que, esta vez, Lars Von Trier no se limita a meter en el zapato una o dos chinas molestas, sino todo un puñado de clavos, que hacen saltar al espectador como un resorte, herido por la violencia de un «ataque» demoledor.

Antes de entrar en la elícula "Anticristo" de Lars Von Trier conviene traer a colación algunos antecedentes "personales" del director que vienen, y mucho, al caso, lo que no debería extrañar a nadie, ya que estamos hablando de "cine de autor", de un cine que, en definiva, tiene su origen último en las obsesiones, las experiencias y la creatividad de una persona determinada (aunque lógicamente, en las películas esa experiencia personal es traspasada y convertida en una verdad colectiva: el cine no es autista). Tras realizar esa genial seudocomedia que es "El jefe de todo esto", Lars Von Trier sufrió una notable depresión que le llevó incluso a estar internado en un centro psiquiátrico. En ese contexto, Trier declaró "que ya nunca volvería a hacer cine". "Me sentí como un folio en blanco -dice-. Todo me pareció superfluo y banal. No quería trabajar. Estuve catatónico durante medio año. La mayor parte del tiempo lo pasé tumbado en la cama mirando al techo. Fue un verdadero infierno. Y, entonces, decidí escribir un guión como ejercicio, como terapia, para entrar de nuevo en acción y salir del letargo". "Anticristo" es pues, en primera instancia, la terapia que Lars Von Trier utilizó para hacer frente a ese proceso de aniquilación y desmoronamiento mental que es la "depresión", una enfermedad que se ha convertido en una verdadera plaga en las sociedades occidentales contemporáneas. Se trata de una película -un verdadero trhiller psicológico, si hablamos de género- acerca del sufrimiento extremo provocado por la más dolorosa de las pérdidas… y de los escalones por los que ese sufrimiento va a ir descendiendo hasta desembocar en una espiral de dolor, de irracionalidad y de locura, sin detenerse hasta llevarnos a las puertas mismas del infierno. La "pérdida" que lleva a los protagonistas de "Anticristo" a esa situación es la muerte accidental de su propio hijo pequeño, que se despeña por una ventana mientras ellos están apasionada y furibundamente haciendo el amor. Esta pérdida extrema, radical, absoluta, desencadena en la mujer (maravillosamente interpretada por una extraordinaria Charlotte Gainsbourg: tan extraordinaria que, pese al "pateo" a la película, recibió el premio a la mejor interpretación femenina en Cannes) un sentimiento de culpa tal que la empuja sin remedio a un pozo sin fondo de dolor y sufrimiento inagotables, a una desesperación que parece no tener más salida que su propia aniquilación. El marido (también un magnífico William Dafoe), psiquiatra de profesión, idea una terapia para afrontar esta situación: intentar que ella se enfrente a las causas más profundas de sus propios miedos. Como uno de esos temores que siempre la han sobrecogido es el bosque (la naturaleza, en definitiva), la pareja decide trasladarse a una cabaña aislada y solitaria que tienen en mitad de un frondoso bosque (la cabaña se llama "Edén") para que allí ella logre exorcizar sus miedos, enfrentarse a ellos y curarse. Pero el "Edén" se acaba convirtiendo en "la iglesia de Satán" y el paraíso deviene en infierno: la naturaleza (que, según Lars Von Trier, es feroz, cruel y viciosa: un solar de sufrimiento y de muerte, la auténtica creación de Satán) impone la fuerza de su caos destructivo, y lo que inicialmente parecía un mero drama doméstico deviene en una indagación sin contemplaciones de los agujeros más negros de la psique humana, de sus impulsos autodestructivos y aniquiladores, de la fuerza de Thanatos. En uno de los más lúcidos artículos que se han publicado sobre la película, Vicente Molina Foix ("Anticristo, la Iglesia de Satán") afirma: "Las atrocidades, los desvaríos dementes, las mutilaciones y el sadismo extremo en los encuentros sexuales que marcan el desarrollo de "Anticristo" y están sin duda en la raíz del escándalo que la película produjo en Cannes, remiten a los impulsos de lo que no se puede reprimir ni educar; una religión en bruto, con creencias ciegas pero sin mandamientos reguladores ni mandatarios sacerdotales". Preguntado por el sentido de las escenas más controvertidas de la película (eyaculaciones sangrientas, mutilación del clítoris, empalamiento…), Lars Von Trier declaró sin ambages: "Quizás hay que buscar el origen de todo ello en el subconsciente. Puede ser que eso suceda en este lugar". Pocas veces el espectador de cine habrá de vérselas frente una sucesión de atrocidades explícitas como las que Trier encadena en la media hora final de "Anticristo", y que han dado pie a que algunos críticos hablen de que el cineasta es un auténtico "tarado". Pero pocas veces el expectador va a tener la oportunidad de ver en una pantalla una representación tan lúcida y explícita de los abismos que pueblan nuestra paradójica condición de seres humanos, atravesada en todo momento por una lucha sin cuartel entre Eros y Thanatos, entre los instintos de vida y de muerte, entre los principios del placer y de realidad, entre naturaleza y civilización. Mirar esos pozos oscuros no es, sin duda, plato de gusto, pero ¿es mejor la ignorancia?, ¿es mejor apartar la mirada? ¿Es mejor ignorar una parte de lo que somos y de lo que habita en nosotros y quedarse en una visión de lo humano y de la naturaleza tipo Disney? En todo caso el esfuerzo de Trier de llevar a la pantalla el lado más oscuro del hombre merece la pena. Aunque eso sí, hay que elegir muy bien el día en que sentarse frente a la pantalla, no a disfrutar, sino a sufrir, esta inquietante y terrorífica película, que Trier afirma haber sacado de Strinberg (con "su muy negra exploración de la guerra de sexos") y del romanticismo de Edgar Allan Poe. Y, naturalmente, de sí mismo.El De Verdad digital también lo haces tú: Contribuye con la calidad del De Verdad digital puntuando este artículo y enviando tu comentario. El 31 de octubre se realizará un sorteo de entradas para los mejores conciertos y estrenos de cine, teatro y espectáculos de la temporada navideña entre los lectores que hayan participado opinando sobre cualquier artículo. Solo hace falta dejar tu email.

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