Las imágenes de miles de personas llegando a nado, exhaustas, a las playas de Ceuta, o agolpadas en las vallas, sólo pueden desgarrar el corazón de las personas de bien. Son miles. Son hombres y mujeres y niños. Hay hasta bebés. Vienen huyendo de un negro futuro de miseria y desesperación.
No es posible otro punto de partida que clamar por estas personas. Que gritar por esas vidas. Que exigir que las cuiden, y que se respete su dignidad. A cada uno de ellos, uno por uno. Que los atiendan humanitaria, médica y psicológicamente, como si fueran nuestra madre, nuestro hermano o nuestro hijo. Como si fueran españoles. Como a personas, porque lo son.
Que los atiendan y los cuiden y los traten como muestra la hermosa imagen que ya se he hecho icónica, la de Luna Reyes, cooperante de Cruz Roja, (@BernatArmangue) abrazando a una persona que ha pasado el duro trance de tener que migrar a través de desiertos, de alambradas, de interperies, y de ver cómo compañeros suyos perecían al llegar a la costa. ¿Es tanto exigir eso?
Por varias veces, las autoridades -el ministro Marlaska- han anunciado que se han devuelto a Marruecos a más de 4.000 personas, y varios medios (la cadena Ser, por ejemplo) ha mostrado imágenes de menores de edad siendo expulsados, desde España, al otro lado de la frontera. Se trata de una violación de los derechos humanos y de las convenciones internacionales de asilo, y en el caso de los menores, una infracción directa del artículo 35 de la Ley de Extranjería, que exige “la inmediata puesta a disposición de los servicios de protección de menores». Estos hechos son intolerables e inadmisibles.
Más repugnantes e intolerables aún son los discursos de racismo y xenofobia de ciertas fuerzas políticas, que tratan de utilizar de forma mezquina y oportunista una crisis migratoria -que viven, con mayor intensidad y con lógica preocupación, los ciudadanos ceutíes- para sembrar el odio, el miedo y la división. Esos discursos y sus venenosos portavoces deben ser denunciados y repudiados, y no deben tener cabida en una sociedad democrática.
Desde estas páginas hacemos nuestra la exigencia de la red Migreurop -que agrupa a decenas de colectivos y organizaciones relacionadas con los derechos de la migración, como Andalucía Acoge, CEAR, Federación SOS Racismo, Iridia o Red Acoge- que ante los hechos acaecidos en Ceuta, piden:
– Que se respete, proteja y garantice los derechos humanos y la dignidad de las personas facilitando vías regulares y seguras que no pongan en riesgo la vida de quienes ejercen su derecho a la libre circulación.
– Que se garantice la seguridad de las personas vulnerables, como la infancia en movimiento o posibles víctimas de redes de tráfico y/o trata.
– Que se preste una información veraz desde un enfoque de derechos, sin ejercer como altavoz de los discursos de odio, de la criminalización y de la generación de estereotipos y prejuicios.
Realizamos un llamamiento a la responsabilidad de todas las fuerzas políticas para que se aplique una política migratoria coherente, que priorice el respeto de los derechos humanos, la solidaridad y la dignidad de las personas.