Ángel Lozano: un gran embalse de conocimiento, un periscopio intelectual, una tuneladora política

Hace un año, el 26 de septiembre de 2017, nos dejó Ángel Lozano. Ya escribí en esos días que el duelo que nos unió, en Valencia, a personas venidas de diversos lugares de España, se convirtió en uno de los actos más importantes y divertidos a los que he asistido en años y años. El organizador de eventos mejor pagado del mercado se habría quedado muy lejos de lograr un fenómeno de grupo al que asistimos en la calle Literato Azorín. Los asistentes no caímos en lo que tanto se lleva ahora, el pantanoso terreno de los sentimientos desbocados, donde los asistentes hacen cualquier cosa, con tal de no pensar. Expusimos hechos de la vida de Ángel, resaltando sus conocimientos, su gran actividad, pero los asistentes remataban con humor. Recuerdo especialmente, las intervenciones de Mariano Soriano Giménez, una persona muy divertida.

¿Por qué Ángel Lozano sigue siendo un gran embalse de conocimiento?

Una buena manera de concebir el cambio que representan individuos como Lozano es la siguiente: a) la nieve está helada en las montañas; b) llegado un momento, empieza a deshelarse y el agua corre por las laderas; c) hay diversos embalses para represar el agua y aprovecharla para muy diversos usos.

Entonces, después de leer los escritos de Lozano y de sus camaradas durante años, en las diversas publicaciones, deduzco que han deshelado los topicazos de la Historia y de la Política española e internacional; que saben muy bien cómo mover las aguas y cómo embalsarlas para hacer que la acción sea realmente productiva en cada momento. Sentí mucho perderme las dos primeras semanas de reuniones en Valencia, a comienzos de agosto de este año, pero debieron de ser de las que no se olvidan. ¿Qué partido en España, y me atrevo a ampliar la pregunta, qué partido en los países democráticos, ha dedicado jornadas de ocho horas durante días, a repasar las campañas que ha realizado en cuarenta años? Si se llegan a enterar los aficionados a la comunicación política – no me atrevo a hablar de que sean expertos- hubieran acudido a Valencia a aprender. En la comunicación política hay demasiados vendedores de alfombras persas. Les hace falta estudiar, no solo libros- que también lo necesitan- sino las enseñanzas de quienes han tenido mucho trato con las multitudes y con los electores. Como Lozano y sus camaradas. Las Escuelas y esas largas jornadas para reflexionar representan el embalse de conocimiento que ahora representa Recortes Cero.

Ángel Lozano como un periscopio intelectual

Después de sumergirse en el estudio y en las discusiones, Ángel y sus camaradas salían a la superficie. Ahora bien, cuando los submarinos van a emerger, primero elevan el periscopio para observar el ambiente. Si hemos visto películas bélicas en las que aparezcan submarinos, nos habremos dado cuenta de que el submarino no puede estar mucho tiempo sobre el agua. Por eso, toman los puntos esenciales de lo que ven. No pretendo seguir desarrollando esta imagen, porque este escrito se convertiría en un informe bélico. Me sirve para reflejar lo que vengo observando desde hace años. Si vamos a los escritos de Lozano, y aunque ni él ni sus camaradas lo hayan expresado así, la norma que los rige es ésta: “No hay que hacerse con la mayor cantidad de información importante sino con la menor cantidad de información no importante”. Como dice el dicho popular, “ahí está la madre del cordero”. ¿En qué se traduce esta norma y este dicho? En que los escritos de Lozano y de sus camaradas son tersos, van al objetivo, no admiten distracciones. Y al servicio de lo que ellos llaman “Asignatura” y “Tesis” ponen las pruebas más contundentes. Además, para quien quiera saber más, hay textos auxiliares, que amplían las Tesis. A mí todo esto me hace recordar el hipervínculo en los textos que leemos en el ordenador. El hipervículo puede llevarnos de una afirmación de dos líneas a un texto de cuarenta páginas.

Alguna vez he contado cómo, cuando asistí hace años a una Escuela en Valencia, que duraba más de una semana, charlaba en los descansos con Ángel. No para pedirle pruebas de sus afirmaciones, no. Era para escuchar cómo de él mismo salían explicaciones, personajes, fechas, datos, que él iba dejando caer sin abandonar su inseparable cigarro. Cuando prohibieron fumar en tantos lugares, recuerdo cómo le acompañé en la puerta del Ateneo de Madrid. Llegué a pensar que fumar le resultaba necesario para graduar el caudal de conocimientos y de experiencias que guardaba. Efectivamente, a quien no gradúa sus palabras, al charlatán, nadie le toma en serio. El gran problema en que alguien puede caer cuando va a los hipervínculos es que un voluntarioso y entusiasta puede caer en la sobrecarga de información y olvidarse del camino que le lleva a su meta.

Una tuneladora intelectual

A Ángel Lozano no se le ponía nada por delante. No era lo que solemos entender por un “echado para adelante”. Sin embargo, tenía un rasgo en el que coincidía con Gustavo Bueno: hacía un problema de los lugares comunes. Lo que más incitó a Bueno a dedicarse a la Filosofía, ya desde pequeño, es que no le convencía la afirmación de que “la excepción confirma la regla”. Ortega y Gasset sostenía que había que dar la vuelta a la Filosofía, como a un guante. Sí, pero él no la dio. Gustavo Bueno, sí. Pues lo mismo le ocurría a Lozano. No admitía las versiones de muchos historiadores sobre la Historia de España y ofrecía una visión distinta, original, basada en pruebas. Escogía una película como Queimada para ilustrar lo que era el imperialismo depredador de los ingleses. En lugar de admitir las interpretaciones psicologistas, falsas, del individualismo español para explicar los países en que está dividida Hispanoamérica, ponía el imperialismo como marco conceptual y veíamos claro cómo la Leyenda Negra era una venda en los ojos que nos impedía ver la realidad histórica. Explicó el nacimiento de los nacionalismos y su desarrollo hasta llegar a la actualidad. Profundizó, como nadie lo había hecho en la influencia que ha tenido y tiene la concepción que de Europa tenían las Waffen SS. Y fustigaba las vendas que tenían la derecha y la izquierda en su concepción de la Historia. Sobre todo, iba buscando los problemas comunes que tienen los votantes de derechas y de izquierdas y cómo había que ir a un frente amplio de votantes, comenzando con las pensiones. Siempre iba buscando la contradicción fundamental en los diversos fenómenos políticos.

Como no quiero salirme de los límites de espacio que me han fijado, terminaré diciendo que, con estos puntos de vista claros, no es de extrañar que los que tienen asimilados los conceptos de Lozano y de sus camaradas, los que ven las cosas claras, sean activos hasta límites increíbles. Un ejemplo: Cuando el exgeneral José Julio Rodríguez se presentó en las elecciones generales de 2015 por Zaragoza, como candidato de Podemos, Lozano y sus camaradas vieron que ese candidato no debía salir elegido por razones de mucho peso. Había tenido un papel muy importante en la guerra contra Libia y, además, era un seguidor acrítico del Pentágono norteamericano y de la OTAN. Entonces, los militantes se organizaron muy activamente y lograron que Rodríguez no saliese elegido, en una ciudad con tantos militares como Zaragoza. En 2016, lo volvieron a presentar, por Almería, y también mordió el polvo electoral.

También se están convirtiendo en quienes más recogen firmas a favor de las pensiones, dentro de Recortes Cero. Es un trabajo incesante que, indudablemente, acabará fructificando en escaños. La tuneladora sigue funcionando porque tiene una base conceptual muy sólida.

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