La cara de circunstancias de los dirigentes de la ultraderecha es la mejor noticia de la noche electoral. Habían pinchado, y lo saben.
Su apuesta era muy alta. Mantener los más de 800.000 votos conquistados en Andalucía en las generales de 2019, y reeditar en Andalucía la jugada ejecutada con éxito en Castilla y León: exigir como condición para apoyar al PP la vicepresidencia de la Junta y varias consejerías.
Pero se han estrellado contra la realidad. Han perdido más de 300.000 votos respecto a las generales de 2019. Y sus 14 diputados en el parlamento andaluz serán irrelevantes.
Sí ha habido “efecto Olona”, ha sido repelente. El rancio clasismo folklórico de la candidata de Vox ha sido “veneno para la taquilla” en las urnas.
Si la ultraderecha hubiera entrado en el gobierno de la comunidad más poblada del país, su influencia a nivel nacional se habría multiplicado. La derrota en Andalucía no solo evidencia los límites de Vox, sino que prefigura un camino descendente.
Muchos intentarán apropiarse de este éxito. Pero el mérito le corresponde a los votantes andaluces, que han demostrado en las urnas el rechazo masivo a la ultraderecha.
Andalucía dice NO a la ultraderecha
Tras conseguir entrar por primera vez en un gobierno autonómico, alcanzando la vicepresidencia y varias consejerías en Castilla y León, Vox había doblado la apuesta en Andalucía. Supeditando el apoyo a Moreno Bonilla a su entrada, con mando en plaza, en el gobierno de la Junta.
Andalucía había sido en 2018, con casi 400.000 votos, el punto de arranque del ascenso político de la ultraderecha. Y en las pasadas generales de diciembre de 2019, Vox casi igualó al PP en esta comunidad, quedando tan solo 7.000 votos por debajo.
Alcanzar poder en la comunidad más poblada, y con un enorme peso específico en la política española, era un salto de calidad para Vox. Y para ello enviaron a un peso pesado como Macarena Olona.
Afortunadamente, todas sus cuentas se han ido al traste. No entrarán en el gobierno de la Junta, y por mucho ruido que armen no podrán determinar la política andaluza.
En todos los escenarios que contemplaban, los dirigentes de Vox se veían al menos con 20 escaños en el parlamento andaluz. Solo han conseguido 14.
No solo no han retenido los apoyos cosechados, sino que 315.000 andaluces que les votaron en las generales de 2019 les han retirado su apoyo.
Ante la perspectiva de ver a Macarena Olona de vicepresidenta, y varias consejerías importantes en manos de la ultraderecha, una mayoría de andaluces han dicho NO, y se han movilizado en las urnas para impedirlo.
Esta es una excelente noticia, la mejor que nos deja unas elecciones que ofrecen un saldo desfavorable para la izquierda.
Vox representa una política ultrarreaccionaria que pretende imponernos un retroceso en derechos y libertades, contra las mujeres, trabajadores inmigrantes, movimiento LGTBI…
Y, aunque lo oculta permanentemente, es un auténtico ariete para imponer nuevos recortes, defendiendo una privatización salvaje de las pensiones, la sanidad, la educación…
Que se hayan dado un batacazo en Andalucía, y que se alejen las perspectivas de una alternativa de gobierno en España donde esté presente la ultraderecha, es en sí misma una noticia que beneficia los intereses populares.