Editorial

Andalucía: gana Moreno Bonilla, éxito de la “operación Feijóo”

Muchos medios dan por seguro que estos resultados son el inicio de "cambio de ciclo electoral", pero esta afirmación, además de intersada, es prematura.

El Partido Popular de Moreno Bonilla, pero sobre todo la línea que representa Alberto Nuñez Feijóo -ungida tras la “guerra civil” de los populares en febrero, que acabó con la defenestración de Pablo Casado- ha obtenido un triunfo incontestable en las elecciones andaluzas del 19J.

El PP andaluz más que duplica sus votos, saca 58 escaños, tres por encima de la mayoría absoluta, y gobernará Andalucía en solitario, sin pagar peaje a nadie. Los populares nunca habían conseguido ganar las elecciones en todas las provincias (incluso en Sevilla, bastión del socialismo) y en los principales núcleos de población de Andalucía.

Aunque nadie debe sacar conclusiones tendenciosas -del tipo de “Andalucía se ha vuelto de derechas”, ya que los votos del PP sólo suponen en 23,6% del censo, y sumando los de la ultraderecha llegan al 31%- es incontestable que la victoria electoral de un PP que ha cosechado ni más ni menos que el 43% de los votos emitidos, le entrega un enorme capital político a Moreno Bonilla, que ha ganado sobre la base de presentarse como «garantía de estabilidad» en un momento de gran inestabilidad política, económica y social, con una crisis y una espiral inflacionaria que golpea con especial dureza a Andalucía.

El PP se ha comido a Ciudadanos, que desaparece del Parlamento andaluz (y sentencia su destino a nivel nacional), y ha frenado las aspiraciones de una extrema derecha que buscaba repetir el órdago de Castilla y León, y dar la llave de la gobernabilidad a cambio de entrar en el gobierno andaluz. Si la ultraderecha hubiera entrado en San Telmo, Castilla y León no sería la excepción, sino la norma, y ante la alarma roja de la mayoría social progresista las opciones del cambio de ciclo para la derecha se podrían haber complicado. Pero tal eventualidad se ha evitado.

Ganando por goleada en la CCAA más poblada de España y antiguo feudo del PSOE, Moreno Bonilla, por encima de Ayuso, acaba de convertirse en el principal barón territorial del Partido Popular. La línea de Moreno Bonilla -pragmática y tecnocrática, centrada en la gestión y no en el debate ideológico, que a la vez que impulsa los intereses oligárquicos y recorta y privatiza servicios públicos, mantiene una forma «moderada» y sin estridencias- está en consonancia en lo esencial con la de Feijóo. Tras la batalla interna del PP, la presidenta madrileña y su línea de cohabitación con Vox ha seguido manteniéndose dentro del PP, lo cual entraña un antagonismo de fondo con el «proyecto Feijóo».

Éxito de la “operación Feijóo”

El resultado de las elecciones andaluzas supone un notable éxito de la “operación” que sustituyó a Pablo Casado por Feijóo.

Tras el estallido de la «guerra civil» del PP, desde estas mismas páginas dijimos que «en unos momentos de creciente inestabilidad en el plano internacional, con un conflicto de Ucrania a punto de estallar, el hegemonismo norteamericano necesita estabilidad en el panorama político español. Estabilidad para que su proyecto de saqueo contra el 90% de la población siga avanzando, y para encuadrar a nuestro país en sus imperativos estratégicos. También la clase dominante española se juega importantes reformas estructurales y la llegada de los tramos de los 140.000 millones cuyo grueso va a capitalizar la banca y el Ibex35. (…) Ni a la línea que actualmente ocupa la Casa Blanca, ni a los centros de poder europeos, ni a los nódulos principales de la oligarquía, les interesa el ascenso de la ultraderecha. (…) Necesitan a un partido como el PP, a una «pata derecha» de su dominio, capaz de capitalizar todo el espectro sociológico de derecha y centro-derecha, y que sea capaz de ser una alternativa de gobierno llegado el momento.»

La victoria andaluza da a la línea de Feijóo-Bonilla -que a diferencia de la de Ayuso, no necesita, ni busca el apoyo de Vox- muchas mejores condiciones, una correlación de fuerzas interna notablemente más favorable, para desarrollarse y avanzar hacia la Moncloa.

El resultado de las elecciones andaluzas supone un notable éxito de la “operación” que sustituyó a Pablo Casado por Feijóo.

La izquierda y el gobierno de coalición sufren un severo revés.

Miki Duarte para El Diario de Sevilla

El PSOE andaluz ya venía del peor resultado en Andalucía en las autonómicas de 2018, pero este es aún peor. En la CCAA que ha sido su más firme bastión electoral y principal granero de votos durante cuatro décadas, los socialistas pierden 132.000 votos respecto a las anteriores autonómicas, pero 546.000 votos respecto a las generales del 10N, más de un tercio de su electorado. Pierden plazas fuertes como Sevilla o Jaén y en todas las ciudades importantes.

Algunas de las razones del batacazo socialista están claras. Primero, los 41 años de gestión de la Junta de Andalucía por un PSOE antipopular, y con graves casos de corrupción. Pero muy por encima de eso está que los principales problemas económicos y sociales -una inflación con los precios disparados, el aumento de la precariedad y la pobreza que asola amplias capas de la población andaluza- son contados en el adeudo del gobierno central, y no en el de la Junta.

Pero estos resultados debilitan también al gobierno de coalición en su conjunto, en un momento donde se le acumulan los problemas: con una inflación que va a seguir escalando hasta final de año comprometiendo la recuperación económica y generando enormes tensiones sociales; con los escándalos de Pegasus y las fricciones con la mayoría de la investidura; con la tensión internacional en Ucrania o en el norte de África; los problemas de la Generalitat Valenciana tras la imputación de Oltra…

Por primera vez, la suma de votos de la derecha (2 millones) prácticamente duplica a la suma de votos de la izquierda (1,3 millones). La derecha aumenta en 314.000 votos y la izquierda, desmovilizada, pierde 715.000 respecto al 10N.

Especialmente duro es el desplome de la “izquierda a la izquierda del PSOE”. Si el PSOE pierde la tercera parte de su electorado, otro tanto le ocurre a las fuerzas a su izquierda (Por Andalucía y Adelante Andalucía) que pierden 154.000 votos respecto a las anteriores andaluzas y más de 200.000 votos respecto a las generales.

Algo que se explica por la desmovilización de su electorado -la participación fue ocho puntos menos que en las generales de 2019- pero sobre todo por la línea que están llevando estas formaciones.

Además de los permanentes enfrentamientos, impúdicamente exhibidos durante toda la campaña, en un momento donde las clases populares y trabajadoras están siendo duramente atacadas por el saqueo monopolista, en un momento donde la única alternativa es la redistribución de la riqueza, estas formaciones se limitan a proponer medidas paliativas que no tocan en lo fundamental los intereses de la banca y los monopolios, y que por tanto no pueden plantar cara al atraco oligárquico.

Vox: fracaso de la operación Olona

La extrema derecha ha cosechado 493.000 votos y 14 escaños, y es la tercera fuerza política, perola ‘operación Olona’ ha sido un fracaso. Esperaban más de 20 escaños y ser decisivos para la gobernabilidad de Andalucía, entrando en el gobierno como en CyL, pero se quedan en 14 y van a ser políticamente irrelevantes para Moreno Bonilla.

Vox se ha pegado un batacazo. Aunque sume 93.000 votos más con respecto a las anteriores andaluzas, realmente lo que ocurre es que pierde 379.000 votos respecto a la última vez que los andaluces fueron a las urnas, en las generales del 10N de 2019. En aquella ocasión casi empataron con el PP en Andalucía, y ahora el PP les triplica en votos.

¿El principio de un nuevo “ciclo conservador”?

Muchos medios dan por seguro que estos resultados son el inicio de «cambio de ciclo electoral», pero esta afirmación es prematura. Aún queda un año para las municipales y un año y medio para las generales, tiempo en el que pueden ocurrir muchas cosas. Sin embargo, hay tendencias claramente observables.

El viejo bipartidismo no va a retornar, pero sí se fortalece un nuevo «bipartidismo imperfecto», una de las opciones que persigue el hegemonismo y la oligarquía.

El PP y el PSOE en Andalucía suman entre los dos el 67% de los votos, dos tercios de los sufragios, y 88 escaños. Esto impulsa la exigencia oligárquica de que estos dos partidos centrales de la vida política española rompan el enfrentamiento de bloques y se pongan de acuerdo en «cuestiones de Estado», sin contar con la ultraderecha (Ciudadanos está ya acabado) pero tampoco con la izquierda. El hegemonismo y la oligarquía van a buscar arrinconar aún más a la ‘izquierda a la izquierda’ del PSOE y crear un marco que potencie aún más el entendimiento PSOE-PP.

2 comentarios sobre “Andalucía: gana Moreno Bonilla, éxito de la “operación Feijóo””

  • Cuenta Karl Marx, en su libro «la España revolucionaria», una anécdota graciosa, basada en hechos reales, de una apuesta entre un embajador inglés y uno francés, para ver cuál era el país más rico del mundo

    España sin duda, dice uno. Y el otro, pero cómo va a ser España? (la España del siglo XIX, que ya ves tú cómo estaba ésto). Que si, que es España. A ver, por qué es España?

    Si con los reyes y gobernantes que ha tenido no está arruinada del todo es que es España

    Es que los andaluces no se merecen ésto. El PP, que gobierna con un veintipoco % de la sociedad, con los recortes y privatizaciones, el PSOE, del cuál la peña está hasta los mismísimos, después de 40 años. No me extraña que no vote ni Dios, más con la que se lio en Cádiz y los obreros de Zumosol en lucha

    Tenéis que difundir al máximo el programa de Redistribución de la riqueza y entrar en el Congreso, ya hemos visto que la «izquierda» de la «izquierda» no vale para nada

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