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Andalucí­a, una complicación para Rajoy

EL PSOE gobierna en Andalucía desde la preautonomía en 1978 y lo seguirá haciendo durante otros cuatro años más, un hecho sin parangón en ninguna otra comunidad. El PP logró ayer 50 escaños con más del 40% de los votos, una mayoría insuficiente para gobernar frente al bloque de la izquierda, formado por PSOE e IU. Los socialistas bajaron a 47 escaños -nueve menos que hace cuatro años-, pero IU duplicó su representación hasta alcanzar los 12 asientos.En términos comparativos, el PP ha perdido en Andalucía 442.000 votantes respecto a las últimas elecciones generales celebradas tan sólo hace cuatro meses, aunque es cierto que la participación ha sido 10 puntos más baja que en esos comicios. En cambio, el PSOE sólo ha descendido en 91.000 votos, lo que significa que ha habido una mayor desmovilización del electorado del PP.Esa pérdida de apoyo de los socialistas ha sido compensada por el fuerte ascenso de IU, a la que sin duda han ido a parar muchos de los votos desencantados con la gestión del PSOE. Diego Valderas, el líder de IU, dejó anoche muy claro que habrá un Gobierno de izquierdas en Andalucía, sin que exista la posibilidad de que se repita lo sucedido en Extremadura.

La gran cuestión es por qué han fallado casi todos los sondeos, que oscilaban entre una mayoría absoluta estrecha y otra más amplia para el PP. El publicado por EL MUNDO contemplaba la posibilidad de que Javier Arenas no lograra la mayoría por un escaño, pero los resultados han sido mucho más favorables para el PSOE.¿Qué ha sucedido para que el PP haya estado tan lejos de sus expectativas? ¿Por qué se ha desmovilizado su electorado? Estas preguntas no tienen una respuesta fácil, pero todo indica que se han podido combinar dos factores. El primero podría ser el miedo a que el PP fuera hegemónico en el mapa político tras hacerse con este feudo histórico del PSOE. El segundo tendría que ver con un cierto desencanto del electorado conservador con las medidas adoptadas por el Gobierno de Rajoy, especialmente las subidas de impuestos.Lo cierto es que Javier Arenas, que optó por una campaña de perfil bajo, no ha logrado transmitir a los andaluces la necesidad de un cambio a tres décadas en las que los sucesivos Gobiernos del PSOE han colocado a la comunidad en primer lugar del paro nacional, con una de las rentas per capita más bajas y una burocracia ineficaz y sobredimensionada.Muchos ciudadanos se estarán preguntando a estas horas qué tiene que hacer el PSOE para perder el poder en Andalucía porque resulta difícil de entender que José Antonio Griñán vaya a seguir gobernando con el historial de corrupción, abusos y clientelismo que ha salido a la luz en los últimos tiempos.La continuidad de Griñán al frente del Gobierno andaluz no es una buena noticia para Rubalcaba, con el que mantiene una envenenada relación. Estamos, sin duda, ante un éxito personal del candidato socialista, que ha acertado con su estrategia de separar las autonómicas de las generales, aunque dependerá de IU para gobernar. Ahora tiene la oportunidad de renovar y regenerar el PSOE andaluz.Pero el triunfo de Griñán es mucho peor noticia todavía para Mariano Rajoy, que difícilmente va a conseguir que la Junta de Andalucía asuma los compromisos de lucha contra el déficit y ajuste del sector público. Desde este punto de vista, los resultados no van a ser nada favorables para la credibilidad de una política económica que puede ser torpedeada desde Andalucía.

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