Música

Amy McDonald: La Gracia de Rubens

En muy poco tiempo la tentación escocesa ha ascendido meteóricamente. Para algunos en forma de canción que se repite intrusa por televisión sin poder evitar pensar «que bien suena». Para otros, los que han visto más, ha sido la figura completa de Amy McDonald la que ha convencido. Una extraña belleza turbadora que parece no decir nada nuevo, pero que vicia con nudo en el estomago.

Amy McDonald tiene 21 años, y lo más sorrendente es que su recorrido musical le valdría a la mayoría para coger carrerilla o para nada. Amy ha madurado un concepto completo de belleza musical y estética que es ella misma. Como una de las gracias de Rubens abrazada a su voluptuosa guitarra, que pretende ser la otra, y esperando a la tercera… sin duda su voz.En directo gana en hondura y textura de miel dura; mira sencilla y entona giros que corona con graves guturales de melodía emocionante. Apetece sincera y se antoja enamorada de quien la escucha. Verdaderamente un descubrimiento.Aunque es escocesa y su acento la delata con todas las pruebas, la entonación musical es irlandesa, de germen country y ambientes melancólicos. Todo acústico y de relato, sin prisas en la carretera porque es todo recto.Su primer disco “This is life” fue premiado por el ascenso más rápido en el 2007 en las listas inglesas. Aunque suele atribuirse tontamente la rapidez de su éxito a la promoción vía internet y a la experiencia de la compañía, Amy ha demostrado constancia y duro trabajo en actuaciones sin red. El pasado diciembre se pudo disfrutar de ella en un directo descarnado en la noche de Buenafuente. Acompañada por su bajista de finos coros y un saltimbanqui percusionista, atrevido con escobillas sobre el cajón flamenco, Amy envolvió una improvisada versión del single del mismo nombre que el disco – “This is life” – para llenarlo todo y obligar al pudor de los que vieron por primera vez los desnudos de Rubens.También se le compara con Dolores O´Riordan de The Cranberries, pero es de suponer que será para confrontarlas. Y no en calidad sino en temperatura. Dolores es la frescura disparatada y vitalista, la que enseña sin vergüenza porque quiere provocar. Amy es el calor y la envolvencia, la intimidad y el escándalo del pudor mismo. Dos voces y una sola provocación.Producida por Melodramátics Records, a Amy todavía le queda un mundo por demostrar. Alguna crítica –dependiendo de los sitios que uno frecuente – ya se ha podido leer que se felicita de haber sobrevivido sin más penuria que una agradable sorpresa porque podía haber sido peor. Solo puede pensar así quien no piensa la música en directo, sino siempre en lata y antes de empezar ya no tenía intención de repetir.Amy, que no lo parece – seguramente por la guerrilla de imagen que le habrán asignado – es una de las gracias de Rubens, escandaliza de la hermosura que entra por los oídos. Habrá que ver su desarrollo, pero, desde luego, si ahora se retirara ya quedaría. Solo Amy, pero quedaría

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