Con Amigos y Maestros, Duende Josele celebra una década de carrera en solitario con una obra monumental que resume toda una vida dedicada a la música y la poesía. El proyecto, concebido como un triple álbum con 31 canciones y más de 40 poemas, es también un homenaje coral en el que participan más de 60 músicos y 219 mecenas. Voces tan diversas como las de Ariel Rot, Coque Malla, El Chojin, Ismael Serrano, José Mercé o Luis Pastor se entrelazan en un disco que cruza géneros —del rap al flamenco, del rock a la canción de autor— y que tiene algo de mapa emocional y artístico de su autor. Desde Zafra, su tierra natal, hasta Buenos Aires, Canarias o África, Amigos y Maestros es, más que un repaso de trayectoria, un canto a la coherencia, a la amistad y a la libertad creativa.
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Con Amigos y Maestros celebras diez años de trayectoria. Tu mirada hacia atrás desde tus inicios en Zafra tiene que ser una explosión de emociones y de agradecimiento como para haber parido una obra así para celebrarlo. ¿Cómo estás viviendo esta celebración?
Estoy feliz. Son diez años de carrera en solitario, aunque llevo casi veinticinco haciendo música profesionalmente. Pero esta última década me ha permitido cometer mis propios errores y aciertos, lo cual es muy importante para cualquier creador. No hay nada tan enriquecedor para un músico como poder mirar atrás y tener la conciencia tranquila de haber sido fiel a sí mismo, coherente con su forma de ser y sentir. Amigos y Maestros resume muy bien ese camino de búsquedas y hallazgos personales.
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¿Cómo nació “Vieja melodía”, el tango con Ariel Rot? ¿Qué significó aquel concierto de Los Rodríguez en Zafra?
La idea de Vieja melodía nació en Buenos Aires, concretamente en las calles del barrio de Caballito, aunque la terminé entre Canarias y Extremadura. Cantarla con Ariel Rot ha sido cerrar un círculo vital y musical precioso, pues muy pocos artistas simbolizan tan bien como él la mezcla de lo argentino y lo español. Aquel concierto de Los Rodríguez, como otros que viví en mi juventud en Zafra —recuerdo a Loquillo y los Trogloditas, Seguridad Social, Revólver o Los Ronaldos—, fue un acicate importantísimo para que soñara con dedicarme a la música y cantar algún día con artistas como los que hoy me acompañan en este disco, entre ellos el propio Ariel Rot o Coque Malla.
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En la canción hablas de una “muchacha linda que lleva tu vida”, y has dicho que es una metáfora de la música misma. ¿Cómo entiendes hoy esa relación entre la música, la poesía y tu manera de vivir?
Para mí, poesía y música son dos formas de decir lo mismo de distintas maneras, dos artes hermanas que me permiten expresarme a diferentes niveles. Quizá la poesía la uso más para hablar conmigo mismo y recordarme los temas más personales, mientras que la música la empleo para compartir con los demás, para celebrar. Mi forma de vivir siempre ha estado vinculada a ambas. Aunque no fueran mis trabajos principales, en esencia seguiría siendo poeta y músico.
“Ser fiel a uno mismo es el mayor aprendizaje que te da la música”
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Cada canción del disco es como un micromundo de estos diez años. ¿Hay alguno de esos mundos que sientas especialmente cercano o que resuma mejor tu evolución como artista?

Es difícil elegir una sola canción… Quizás hay tres o cuatro que expresan mejor ciertas temáticas o que me parecen más coherentes con quien soy hoy. Por ejemplo, Virgen de las ausencias y Desnudos serían dos caras del mismo tipo de amor; Hijos del viento podría ser el paradigma del rap social que he compuesto hasta ahora; Del cantor expresa muy bien mi forma de sentirme músico; y temas como Barro y piel, Incoherente colectivo o Lunático hablan de rasgos muy concretos de mi personalidad desde un lenguaje más satírico.
Siempre he intentado dar prioridad al mensaje sobre el estilo, por eso he fusionado tantos sonidos en un solo disco. Y nunca he dejado de sentirme aprendiz de otras músicas y culturas, especialmente en mis viajes por Latinoamérica o África. De todo eso hay en Amigos y Maestros.
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Es un proyecto enorme: 30 canciones y un triple disco. ¿Cómo afrontaste el reto de un trabajo tan ambicioso, tanto a nivel creativo como emocional?
En realidad son 31 canciones, porque hay un bonus track donde versiono Macetas de colores, de mi etapa en El Desván del Duende. A eso se suman más de 40 poemas en la versión discolibro. Todo se gestó como un proceso lento y autogestionado. Han sido casi dos años de trabajo, posibles gracias a la colaboración de más de 60 músicos y al apoyo económico de 219 mecenas. Una maravillosa locura, vaya.
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En el disco confluyen artistas de estilos muy distintos —rap, rock, flamenco, canción de autor— como El Chojin, Coque Malla, Luis Pastor, Ismael Serrano o José Mercé. ¿Qué te inspiró a reunir voces tan diversas bajo un mismo concepto?
El propio título del disco lo explica bien: son amigos y maestros —y también amigas y maestras— a cuyas músicas les debo ser quien soy, pero también a cuyas personas me siento muy unido. En mi cabeza había muchas canciones y más de cuarenta voces posibles. Lo sencillo era soñarlo; lo complejo, emparejar a cada canción con su voz. Pero finalmente creo que lo conseguimos.
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Has dicho que Extremadura siempre viaja contigo y que cuando vuelves te sientes “una persona un poquito mejor”. ¿Qué papel juega tu tierra en tu música y en tu manera de entender el arte?

No es que me sienta mejor persona en Extremadura que en otros sitios, porque soy el mismo en cualquier lugar. Es que nací y crecí aquí, aquí tengo a mi familia y a mis amigos, y aquí decidí regresar tras algunos años fuera. Es una cuestión identitaria. Somos una comunidad periférica, con tres rasgos que explican nuestra diversidad cultural: la polarización de nuestras dos provincias, la cercanía con Portugal y el aislamiento artístico —incluso el olvido— que hemos sufrido los extremeños frente al resto de España.
Todo eso alimenta un sentimiento de libertad y amor propio que impregna mi música. Mi acento al hablar y cantar es extremeño, y mi idea de patria creativa comienza, por supuesto, en Extremadura. Aunque proyecto mi arte de forma universal, siempre lo hago desde una cosmovisión extremeña, y a mucha honra.
“Amigos y Maestros es un canto a la coherencia, la amistad y la libertad”
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¿Qué te gustaría seguir descubriendo sobre ti mismo y sobre lo que quieres cantar?
Me gustaría cantar sobre temas que aún no he sabido o no he podido abordar. Ahora mismo estoy terminando una canción dedicada a mi madre —es increíble cómo a veces cuesta tanto poner en palabras lo que sentimos por las personas más cercanas—. También quiero profundizar en otras músicas que me fascinan, como la bossa nova brasileña, el joropo venezolano o el cuarteto cordobés. Y fantaseo con hacer algo sinfónico… Todo se andará si debe andarse. Lo único que tengo claro es que no quiero dejar nunca de experimentar ni de divertirme.

