Bombardeos de Trump a Siria y Afganistán

“America First”: las bombas primero

En apenas dos semanas, el mundo ha entrado en un inquietante y peligroso período. La “madre de todas las bombas” es el signo de los nuevos tiempos.

Para sorpresa del planeta entero, el pasado 6 de abril Trump ordenaba el ataque con 59 misiles Tomahawk contra una base aérea siria desde donde supuestamente salieron los aviones cargados de armas químicas, revirtiendo así lo que hasta ahora había sido su aparente discurso de no considerar ningún ataque contra el régimen de Asad por ser una de las fuerzas que combaten al Estado Islámico.

Sólo una semana después, la fuerza aérea norteamericana lanzaba lo que ellos mismos llaman “la madre de todas las bombas”, la bomba no nuclear de mayor potencia explosiva, sobre un complejo de cuevas usadas, según EEUU, por el ISIS en Afganistán.

En medio de esta secuencia, el Comando del Pacífico de Estados Unidos ordenaba el despliegue hacia la península coreana de un poderoso grupo de ataque naval formado por un portaaviones nuclear y otros buques de guerra dotados de una masiva capacidad destructiva, al que se han sumado buques de ataque de Corea del Sur y Japón y al que la próxima semana se unirán otros dos portaaviones de EEUU. La amenaza, figurada o real, de un ataque preventivo se ha disparado en las últimas horas.

En palabras de Mike Pence, vicepresidente de EEUU, “estas dos últimas semanas, el mundo ha sido testigo de la potencia y determinación de nuestro nuevo presidente durante operaciones llevadas a cabo en Siria y Afganistán (…). Nuestra paciencia estratégica con Pyongyang se ha terminado. Actuaremos con o sin China”.

Un discurso que encierra una escalada de imprevisibles consecuencias. Y a la que se suman el aumento de un 10% del presupuesto militar, la orden ejecutiva otorgando al Pentágono más margen de autonomía y maniobra para ejecutar operaciones sin necesidad del visto bueno de la Casa Blanca o el memorámdum ordenando al Pentágono que revise sus capacidades de disuasión nuclear para hacerlas más “modernas, potentes y móviles”, se encuentren “operativas” en cualquier momento, puedan responder a “las amenazas” de este siglo y sean capaces de “defender a nuestros aliados”. Un conjunto de medidas que envían un mensaje de fuerza y firmeza no sólo a El Asad y a otros regímenes considerados como hostiles, sino también a Moscú y Pekín.

La reacción de los principales sectores del establishment norteamericano virulentamente enfrentados a su presidencia ya en la misma campaña electoral ha sido la de pasar a valorar que Donald Trump, con estos ataques, se ha convertido en “presidente por bombardeo”, es decir un verdadero presidente al fin, que sigue las normas de la política exterior estadounidense.

Pero, ¿qué se busca con este encadenamiento de acciones de fuerza? ¿Y qué consecuencias podemos esperar de ellas?

Inquietante y muy peligroso

Cuando están a punto de cumplirse los 100 días de su llegada a la Casa Blanca, Trump ha dado un giro de 180 grados a lo que prometió durante la campaña que sería su política exterior. De no interferir en los conflictos de Oriente Medio, acabar con las aventuras militares de EEUU y renunciar a ser el gendarme mundial, ha pasado a exhibir músculo militar en dos de las periferias vitales de Eurasia donde EEUU se juega su hegemonía: Oriente Medio y el Lejano Oriente.

“Nuestras tropas se están desarrollando rápidamente y se vuelven más fuertes que nunca. Francamente, no tenemos otra opción”, ha escrito Trump en su frenética, exaltada e hiperactiva cuenta personal de Twitter. Una declaración que resulta todavía más preocupante si tenemos en cuenta que durante la presidencia del “Nobel de la Paz” Obama el número de países que cuentan con fuerzas especiales estadounidenses desplegadas creció desde los 60 en 2009 hasta los 138 y sólo en su último año, 2016, EEUU lanzó, según las cuentas reconocidas por el Pentágono, 26.171 bombas.

Si bien es cierto que la exhibición de fuerza militar de Trump han sido, hasta ahora, acciones muy medidas y limitadas, dirigidas más a lanzar un mensaje de firmeza y contundencia que a desencadenar nuevos conflictos, no lo es menos que cualquiera de ellas corre el riesgo de desatar un choque de imprevisibles consecuencias para la paz y la estabilidad mundial.

De seguir por este camino, EEUU puede conseguir los resultados exactamente contrarios a los que busca. Una peligrosa intensificación de los conflictos, un inquietante recrudecimiento del rearme a escala global, un aumento de la inestabilidad planetaria y una multiplicación del riesgo que una pequeña chispa descontrolada haga estallar un conflicto de dimensiones hoy por hoy impensable.

Mientras tanto, EEUU presiona a Europa, incluido nuestro país, para encadenarla más férreamente a su política de agresión y guerra. Como ha dicho recientemente el secretario de Defensa James Mattis “perro loco”en su visita a la OTAN, “si sus naciones no quieren ver a Estados Unidos reducir su compromiso con la Alianza, cada uno de sus gobiernos tendrá que demostrar su apoyo a nuestra defensa común”.

En apenas dos semanas, el mundo ha entrado en un nuevo, inquietante y peligroso período a escala global. La “madre de todas las bombas” es el signo de los nuevos tiempos. Los países y pueblos del mundo debemos estar precavidos y prepararnos para reaccionar ante ellos.

2 comentarios sobre ““America First”: las bombas primero”

  • Desde luego que es aterrador… y esta es la política del miedo que se lleva, gobiernos del mundo, tonto el último quien no se alíe con el más fuerte y poderoso de los jugadores en él parchis del capital! Que te comen la ficha!

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