Selección de prensa nacional

Alternativa iberoamericana

No hay mejor muestra de la ineptitud y la falta de altura de miras de nuestra casta polí­tica que el artí­culo que publica hoy en su tercera ABC. Firmado por el periodista y general de aviación, Federico Yaniz Velasco, el artí­culo es un llamamiento a establecer con claridad, en medio de una crisis de tipo sistémico tras la cual el ordenamiento geoestratégico del planeta sufrirá necesariamente grandes cambios, la posición de España en un mundo globalizado.

El rimer punto sobre el que el articulista llama la atención es sobre el hecho de que los períodos de crisis colocan a los individuos y las colectividades en una situación expectante, en la que relaciones de todo tipo –aunque el autor se circunscriba estrictamente al terreno de las relaciones internacionales– que parecían asentadas sobre bases sólidas son puestas en cuestión. A ello se le suma la aceleración del tiempo histórico que vivimos en nuestros días, caracterizados “por la movilidad de las estructuras sociales y el cambio en todos los ámbitos de la actividad humana”. Como correctamente percibe el autor, los individuos y las sociedades cambian y “evolucionan con una rapidez desconocida hasta ahora”. El estallido de una crisis como la actual no va a hacer sino acelerar el ritmo y la intensidad de estos cambios. En esta situación de movilidad de las relaciones político-sociales, y en consecuencia también de las relaciones internacionales, ¿cómo definir la posición de España en el mundo? ¿De qué manera adecuarla a los previsibles cambios que se avecinan? A responder estas dos preguntas claves para nuestro futuro como país se dirige el artículo. Y para ello plantea, en primer lugar, la necesidad imperiosa de establecer una concepción estratégica nacional que reafirme nuestras potencialidades, del mismo modo que lo hacen el resto de naciones que, por decirlo así, “cuentan” (o quieren “contar” en el mundo). Tras lamentarse de la escasez de estudios sobre tendencias estratégicas de carácter global elaborados en nuestro país –escasez que no hace sino relevar otra: la escasa talla de la clase política nacional– y la parcialidad de los producidos en el exterior que “suelen ignorar o menospreciar el potencial real de nuestro país y el de los pueblos iberoamericanos”, la conclusión principal que ofrece es que resulta imperativo en los momentos actuales establecer una definición geoestratégica nacional que sitúe a España “claramente alineada con las naciones hermanas de Iberoamérica y marque las grandes líneas de la política exterior española por encima de posiciones partidistas”.Una concepción estratégica que no sólo valore nuestra realidad geopolítica inmediata, sino sobre todo nuestros recursos globales, humanos, históricos, idiomáticos y culturales que son los que verdaderamente dan la medida de nuestra proyección mundial y de nuestras potencialidades futuras en un mundo globalizado. Sin un claro posicionamiento, sin partir de esos recursos, España nunca pasará de ser un pequeño apéndice, una potencia media europea de más o menos brillante futuro económico. Para el autor está claro que así como Inglaterra tiene su “Commonwealth” y Francia su “Fracophonie”, realidades sin las cuales no es posible entender su proyección mundial y su peso en el mundo, España tiene la Comunidad Iberoamericana de naciones, con la cual “debe alinearse de forma clara y no vergonzante”. Una concepción audaz del papel de España en el mundo debería, para el autor, situar a nuestro país como el catalizador y líder efectivo de la Comunidad Iberoamericana, uno de los grupos más dinámicos y con más brillante futuro del escenario global. Una Comunidad que, si sabemos juzgar acertadamente las tendencias fundamentales de movimiento y desarrollo del mundo de hoy, va a ser, sin duda, un protagonista destacado del mundo de mañana. Una Comunidad que puede y que debe ocupar un lugar importante en el concierto de las naciones. Y en el que España está llamada a jugar un papel de primer orden si es capaz de colocarse a la cabeza de desarrollar una Estrategia Iberoamericana común a todas las naciones que la forman, estrategia común capaz de hacer emerger a nuestros pueblos y naciones iberoamericanos como un actor de primera fila en el escenario internacional. Y, con ello, “contribuir poderosamente en la búsqueda de soluciones a los graves problemas que afectan a todas las naciones del mundo”. Análisis lúcido, planteamiento impecable, objetivo ambicioso. Sólo queda oponerle un pero. ¿Quién le va a poner el cascabel al gato? O dicho de otro modo, ¿de verdad cree el autor que las actuales elites dirigentes españolas –económicas, políticas, mediáticas,…– tienen, o pueden tener, la voluntad, los recursos y la talla para hacerlo? Opinión. ABC ESPAÑA E IBEROAMÉRICA, ANTE LA CRISIS Federico Yaniz Velasco EN tiempos de crisis las realidades y necesidades se perciben de forma distinta. La amenaza latente de que las dificultades que se están pasando puedan agravarse, abre la mente y los sentidos poniendo a los individuos y a las colectividades en una actitud expectante. En esa situación, la reflexión sobre la coexistencia entre los pueblos de la tierra hace aflorar serias dudas sobre el estado de las relaciones internacionales que algunos presentaban como establecidas sobre bases sólidas y permanentes. Analistas y expertos llevan años anunciando la aparición de potencias emergentes y la decadencia inevitable de ciertas naciones. Sin negar que algunas de esas apreciaciones puedan ser ciertas, se echa en falta una presentación imparcial y comprensiva sobre el futuro de la humanidad. Existen interesantes estudios sobre tendencias estratégicas de carácter global o regional pero en casi todos se comete el grave error de suponer que los datos que conforman la realidad de hoy sean directamente extrapolables para llegar al modelo que nos presenta la realidad del mañana. Asumir eso podría ser válido en épocas pasadas en las que el cambio político, social, técnico y de todo tipo era lento y predecible pero no parece adecuado en el mundo de hoy caracterizado por la movilidad de las estructuras sociales y el cambio en todos los ámbitos de la actividad humana. El cambio afecta a individuos y sociedades que evolucionan con una rapidez desconocida hasta ahora. Principios que eran considerados como inamovibles hace sólo unos años, se ven hoy cuestionados abiertamente y eso produce en individuos y sociedades la sensación de una falta de bases sólidas sobre las que construir el futuro. Los estudios sobre tendencias estratégicas de carácter global son escasos en España y los producidos en el exterior suelen ignorar o menospreciar el potencial real de nuestro país y el de los pueblos iberoamericanos. Existen en nuestra patria estudios interesantes de carácter estratégico en el área de seguridad y defensa (…) Pese a la existencia de esas y algunas otras aportaciones, se echa en falta una definición clara sobre la posición de España en el mundo. Una definición que sitúe a España claramente alineada con las naciones hermanas de Iberoamérica y marque las grandes líneas de la política exterior española por encima de posiciones partidistas. Las relaciones internacionales han cambiado de forma dramática en los últimos 20 años: han nacido nuevos Estados, se han formado o consolidado bloques políticos y económicos y han emergido nuevas potencias en la escena mundial (…) La plaga del terrorismo, internacional o no, sigue sacudiendo el mundo (…) algunas situaciones conflictivas llevan años y años pudriéndose ante la indiferencia o impotencia de la Comunidad Internacional (…) Mención especial merece la precaria situación en Afganistán y el peligro de crisis en el vecino Pakistán, potencia nuclear y pieza clave para la estabilidad en la zona. El fracaso de las Naciones Unidas en dar solución a éstos y otros conflictos ha contribuido a que haya crecido la desilusión sobre el funcionamiento de las organizaciones internacionales. Esta creciente desilusión se incrementa al comprobar que las grandes potencias paralizan en el Consejo de Seguridad las resoluciones que no les satisfacen y se reúnen en foros restringidos para defender sus intereses. Si a esa desilusión general se une la actual crisis económica global, el panorama se ensombrece dramáticamente y aumenta un pesimismo desolador y destructivo. La Historia nos enseña que las crisis más profundas de la humanidad han estado seguidas por un renacer lleno de esperanza. La crisis global que padecemos hace más necesario que nunca señalar claramente nuestra posición en el mundo. Parece que ha llegado el momento de establecer una concepción estratégica nacional que reafirme nuestras potencialidades como hacen todas las naciones. Nuestra posición en el mundo debe estar determinada por nuestra situación geoestratégica y por la realidad de la proyección universal de nuestra lengua y cultura como un recurso global de valor incalculable. Una concepción estratégica que valore nuestra realidad geográfica, humana y cultural y sobre todo nuestra proyección mundial. Sin ese claro posicionamiento, España no pasará de ser una potencia media europea de brillante futuro económico. Pero España tiene un pasado histórico glorioso como otros países del Viejo Continente. La «Commonwealth» y la «Francophonie» son esenciales en la política exterior del Reino Unido y Francia. España por su parte debe alinearse de forma clara y no vergonzante con los pueblos iberoamericanos. Nuestra patria puede y debe ser el catalizador y líder efectivo de uno de los grupos humanos más dinámicos y con más brillante futuro como es la Comunidad Iberoamericana. Comunidad que será sin duda un protagonista destacado del mundo de mañana. Una Comunidad respetable y respetada que podría ocupar un lugar importante en el concierto de las naciones. Los bloques ideológicos han desaparecido y la humanidad va a pasar por una etapa en la que las comunidades de Estados con afinidades culturales e históricas van a tener un protagonismo relevante. En ese escenario, la Comunidad Iberoamericana tiene un papel importante que jugar contribuyendo al progreso humano y aportando soluciones a los problemas de hoy y de mañana. En los últimos años se ha observado como Rusia, China y otros países prestan gran atención a Iberoamérica. Por otra parte, algunas naciones europeas se disputan el protagonismo mediático en los países del Nuevo Mundo pretendiendo ignorar la realidad cultural y la indeleble huella histórica que une a España con esas naciones. Simultáneamente en muchas capitales europeas y en ciertos medios de difusión se mantiene una imagen negativa de nuestros países hermanos y se sigue asociando el término Latinoamérica con caos, miseria y caudillismo. Esos medios, en muchos casos extranjeros, se olvidan de que la mayoría de las naciones iberoamericanas están comprometidas con la democracia y el progreso y están desarrollando un sano capitalismo social de mercado. Luchemos contra los estereotipos del pasado con la certeza de que la Comunidad Iberoamericana, conociendo sus problemas mejor que nadie, podrá resolverlos con el esfuerzo y solidaridad de todos sus miembros. Para ello es preciso que nuestros pueblos se conozcan mejor, que cultiven sus lazos de hermandad y que sin renunciar a sus particularidades colaboren íntimamente en todos los campos de actividad. Siguiendo esa línea de acción, los numerosos órganos de cooperación ya existentes se deberán reforzar para que lleguen a todos los rincones de la Comunidad Iberoamericana y abarquen todas las facetas de la actividad humana. Las radicales diferencias ideológicas existentes durante la Guerra Fría disfrazaban el verdadero carácter de muchos conflictos. Países enfrentados por motivos económicos, territoriales o de otro tipo buscaban la cobertura ideológica de uno de los bloques. Por otro lado, algunas potencias usaban una justificación ideológica para realizar intervenciones que respondían a intereses diversos o a supuestas necesidades de carácter estratégico. En un mundo diverso y complejo, ningún país debería arrogarse la autoridad para juzgar unilateralmente el perfil democrático de otro Estado. Una vez definida nuestra posición nacional en el mundo y haber proclamado nuestra pertenencia a la Comunidad Iberoamericana, se debería desarrollar una Estrategia Iberoamericana común a todas las naciones que la forman. Esa Estrategia común iberoamericana nos permitiría contribuir poderosamente en la búsqueda de soluciones a los graves problemas que afectan a todas las naciones del mundo. ABC. 13-4-2009 Editorial. El Correo PARA NACIONALISTAS El Aberri Eguna, celebrado ayer por los nacionalistas como cada Domingo de Resurrección desde 1932, se convirtió en esta ocasión en una manifestación identitaria especialmente alejada del sentir de los demás ciudadanos de Euskadi. El discurso con el que Juan José Ibarretxe e Iñigo Urkullu dieron rienda suelta a sus sentimientos de agravio en vísperas de la anunciada designación del socialista Patxi López como lehendakari superaron, por su contundencia, el mensaje tradicionalmente abertzale que el PNV emplea en cada ‘Día de la Patria vasca’. El consabido recurso al ‘derecho a decidir’ y la extensión del proyecto nacionalista tanto a Navarra como a los territorios del País Vasco francés forman parte de la liturgia abertzale, y no deberían suscitar más inquietud que la que se deriva de los epítetos utilizados para descalificar a la mayoría parlamentaria constitucionalista. Al denunciar que el acuerdo entre el PSE-EE y el PP constituye un ‘pacto de Estado’ contra el nacionalismo hasta ahora gobernante, éste incurre en una percepción excluyente de la realidad política vasca, negando de manera subliminal que socialistas y populares formen parte de la misma. Al acusar a estas dos formaciones de haber promovido la ilegalización de la izquierda abertzale en beneficio propio, los dirigentes nacionalistas confunden la legítima pero interesada discrepancia respecto a la Ley de Partidos y las sucesivas sentencias que han establecido la ilicitud de toda actividad pública que dé cobertura a ETA con un ataque al Estado de Derecho (…) La coincidencia literal del PNV con ETA al calificar de «unionista» el acuerdo entre socialistas y populares -en referencia a la opción mayoritaria entre los protestantes de Irlanda del Norte- constituye un mal síntoma en tanto que apunta a la gestación de un universo simbólico común al conjunto del nacionalismo a la hora de extremar la oposición al nuevo Ejecutivo. Algo que resulta especialmente inquietante desde el momento en que la banda terrorista ha señalado al futuro Gabinete de Patxi López como objetivo prioritario de sus planes de destrucción y muerte. El PNV incurre en una grave irresponsabilidad cada vez que traspasa la línea que separa la legítima crítica política para incurrir en denuncias públicas que erosionan la legitimidad de las instituciones y los fundamentos del sistema democrático (…) EL CORREO. 13-4-2009 Editorial. Expansión ¿HACIA UNA NUEVA MONEDA DE RESERVA MUNDIAL? El fuerte castigo que sufre el dólar por la crisis financiera y el temor de países como China y Rusia a que sus reservas en la divisa estadounidense se resientan de una intensa depreciación han resucitado el debate sobre la posible creación de una supramoneda de referencia mundial. Ésta se emplearía sólo para fijar un valor constante, ajeno a vaivenes coyunturales, de las reservas de los principales bancos mundiales. No es la primera vez que se propone algo similar. Incluso la OPEP también ha planteado en varias ocasiones la sustitución del dólar por el euro como referencia para sus contratos internacionales de suministro de petróleo. Pero las excepcionales circunstancias de la recesión actual y el peso creciente de China en el mercado de deuda pública han reforzado los argumentos de los defensores de esta propuesta. En los últimos años ya se ha producido una desviación de parte de las reservas nominadas en dólares a euros, aunque más del 60% aún se basan en la moneda estadounidense. El temor de China y Rusia es que EEUU deje que el dólar siga depreciándose. El asunto se trató someramente en la cumbre del G-20 en Londres, aunque no hubo propuesta formal. Los expertos apuntan que la solución no puede ser la mera sustitución de una divisa por otra, sino que debe articularse sobre una cesta de monedas dirigida por el FMI. Para impulsarla es vital una voluntad política aún inmadura, pues ni a EEUU ni a los grandes exportadores les interesa un cambio a corto plazo, que dispare el coste financiero de la deuda estadounidense y merme los ingresos de los grandes exportadores que operan en dólares. Rusia ha reiterado a través de su banco central que sus reservas internacionales seguirán en dólares “durante un tiempo”, recogiendo el guante lanzado por la Administración Obama, pero dejando implícito que no descarta cambios en el futuro. EEUU ha encontrado también el respaldo de la UE y Japón al dólar. Antes, deben resolverse problemas pendientes como la revaluación del yuan, que China mantiene artificialmente bajo para espolear su competitividad. Pero la redefinición del sistema financiero a la que aspira el G20, y que quedó en vagos compromisos en la cumbre de Londres, debe contemplar los efectos estabilizadores de instaurar una nueva moneda internacional de reserva que a largo plazo también aporte mayor resistencia a la economía ante crisis como la actual, en cuya base se encuentran, entre otros desequilibrios, los generados por la preponderancia del dólar en las últimas décadas. EXPANSIÓN. 12-4-2009

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