Televisión

«Alondra»: La Historia de un Transexual

En la intimidad de un cuarto de baño, Alondra habla a su pequeña cámara. Se esta despidiendo de su pene, justo antes de la operación, y el miedo le hace temblar la voz. Cuatro ya lo anunciaba antes de emitirlo, «las imágenes emitidas a continuación no están basadas en un hecho real, simplemente son reales.» Alondra ha tenido una cámara durante ocho meses y ha recogido todos los detalles de su vida: desde escenas de prostitución hasta sus reflexiones más í­ntimas, pasando por la despedida de su pene antes de entrar al quirófano y todos los detalles de la operación, sin olvidar su reencuentro con su familia y sus amigos.

Al margen de valoraciones éticas o morales, el documento constituye el mayor acercamiento hecho jamás a la realidad cotidiana de una ersona de estas características. La proximidad que ofrece una cámara compacta controlada únicamente por el protagonista, se convierte en un recurso excepcional para la realización de un documental, que no pretende ser apología de nada, simplemente mostrar una realidad desconocida por la mayoría.Como cuenta la protagonista, Alberto Correa nació en Venezuela y empezó a tomar hormonas a los 15 años. La prostitución es lo que le va a permitir reunir el dinero suficiente para convertirse totalmente en una mujer, viajando a Bangkok para ser operada por los mejores especialistas. Una conversación grabada con varias compañeras muestra los impactantes efectos secundarios de las operaciones económicas, pero muy deficientes, realizadas en España. Alondra habla sola a la cámara cada vez que le invade el temor. Al margen de secuencias que puedan parecer morbosas, el documento es completamente fiel a la realidad, y es respetuoso tanto con el espectador como con su protagonista. Un modelo de tele-realidad verdaderamente útil, trasladable a cualquier otro tipo de problemática social, que nos permite ver la verdad contada en primera persona, y en el que el protagonista decide que partes de su intimidad considera útil mostrar. La docuserie no juzga, solamente muestra, y lo hace de la manera más auténtica posible. «Tener que grabar en la calle con clientes y contar cosas íntimas de mi pasado fue duro», reflexiona Alondra, «pero me ha ayudado a liberarme, a ser yo misma».

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