¿Cuáles son los rincipales retos a los que se enfrenta MSF en Haití? En la respuesta más inmediata se ha conseguido atender lo más urgente: curar a los heridos, dar techo a más de un millón de personas… lo que vemos es que después de esta primera respuesta de emergencia no se ha avanzado mucho. La reconstrucción todavía no ha empezado y, especialmente en Puerto Príncipe, viven más de un millón de personas en condiciones muy precarias, en tiendas, lonas de plástico, y hacinados en campos desde hace más de un año. Después está la epidemia de cólera que se ha extendido a todo el país, ha afectado a 200 mil personas y se ha cobrado la vida de más de 3 mil. En las últimas semanas ha bajado su intensidad pero sigue afectando a buena parte del país. Estas son las necesidades más urgentes, porque el cólera si se trata a tiempo es fácil de curar, si no la persona puede morir en cuestión de horas. Requiere una intervención rápida y decidida. MSF ha atendido al 5% de la población haitiana con casi 80 millones de euros y calcula que se necesitan otros 50 millones más, que van a gastarse. Sin embargo de los 350 mil millones comprometidos, la ONU solo ha recaudado 23. ¿Cuál es el problema? Hay distintos elementos. Una cosa es el dinero invertido por organizaciones mayoritarias como MSF. En nuestro caso la mayoría viene de particulares y ha ido a cubrir las necesidades de emergencia. Vamos a quedarnos más tiempo porque siguen habiendo necesidades médicas urgentes, como la construcción de hospitales, pero no vamos a quedarnos para siempre. Y otra cosa es el dinero de los gobiernos para la ayuda de cooperación, que es mucho más importante que los cien millones de dólares que ha recaudado MSF. Estamos hablando de miles de millones anunciado en la Conferencia de Nueva York. De este dinero muy poco ha llegado a Haití. La razón principal que se da es que no se encuentran las condiciones políticas que proporciona un gobierno legítimo para entregar ese dinero. Desde luego lo que llama la atención es que, solo en España, y en plena crisis, el 76% de lo recaudado es de la gente, el 12% de empresas y el 10% del Gobierno… Esto lo vemos cada día. La organización funciona gracias al apoyo de los socios y los particulares, que es lo que nos permite intervenir sin depender de criterios políticos. Este es un aspecto clave. Todo nuestro trabajo se basa en nuestra independencia. Así en las zonas podemos intervenir cuando todas las partes entienden que no somos parte en el conflicto, sino que estamos por las víctimas. En Haití es importante, ante la conflictividad que se ha generado con los Cascos Azules, que la gente entienda que MSF no trabaja con la ONU. En su momento planteasteis la denuncia de que no se priorizaba el material médico en los aeropuertos, ¿por qué?, ¿qué valoración tenéis? Esto pasó en los primeros días después del terremoto, en los que el aeropuerto de Puerto Príncipe estaba muy afectado. Las autoridades militares norteamericanas tomaron el control del aeropuerto para reabrirlo y permitir la llegada de la ayuda. Lo que denunciamos es que a la hora de priorizar qué aviones aterrizaban, sin tener todos los datos en la mano porque nosotros no gestionábamos el aeropuerto, un gran número de vuelos con material médico de urgencia fueron rechazados, varias veces durante varios días. No había nada más urgente que atender a los heridos. En vuestro informe habláis del Triaje, que es cuando un médico debe elegir a qué heridos atiende valorando las probabilidades de supervivencia, en función de salvar vidas. ¿Con qué criterio se impedía que llegasen los aviones con material destinado precisamente a salvar vidas? No tenemos la imagen completa, ni conocemos qué llevaban todos los aviones que aterrizaron. Lo que sí se puede ver en el informe es que MSF es una de las organizaciones que más heridos ha curado en esas semanas y más cirugías ha practicado. Nadie puede dudar de que esta es la principal prioridad. Después vienen otras que no es que sean menores, sino menos prioritarias. En el informe destacáis el trabajo de las brigadas médicas cubanas y la ayuda prestada por Greenpeace… y no hablamos de las organizaciones más capaces… sí las más independientes. En esta dirección ¿cómo valoráis desde el punto de vista humanitario la presencia de los 14 mil marines en Haití? No tenemos valoración sobre esto porque se sale de nuestra área de trabajo. Lo que sí podemos decir es que desarrollaron un trabajo en el aeropuerto de Puerto príncipe que era necesario, pero con unas prioridades que no eran las más adecuadas, y por eso lo denunciamos. En otros temas prefiero no entrar a valorar. Sí que trataron algunos heridos en un barco en Puerto Príncipe. Consideramos que es importante no mezclar, por eso no trabajamos con gobiernos ni ejércitos, para que la población entienda que somos independientes. Y esto se ve ahora con el cólera. Como sabes en Haití la gente rechaza a los Cascos Azules, que llevan tiempo en el país, y ahora hay denuncias que hablan de que han sido ellos quienes han traído el cólera. Hemos visto como cuando se han producido disturbios la gente ha entendido quiénes somos y han dejado pasar nuestras ambulancias. Te lo preguntaba porque a parte de denuncias como la que mencionas, o la que se hizo cuando lo primero que hicieron los marines fue tomar el Palacio de Gobierno o no dejar que nadie saliera del país… una de las quejas por parte de las organizaciones humanitarias era que el ejército norteamericano no les dejaba actuar en nombre de “garantizar la seguridad”. ¿Verdaderamente ha habido problemas de este tipo? En las primeras semanas sí que había un problema de falta de seguridad, pero que viene de lejos. Lo que pasa es que se exageró en los medios de comunicación. Nuestra línea es tener en cuenta esta realidad y ser conscientes de que es necesario un cierto grado de profesionalidad en estas situaciones. Pero también creemos que la forma de hacerlo no es pedir escolta armada, sino mantener la independencia que es lo que a la larga nos permite trabajar. Esto lo demuestra, como te decía antes, que cuando hubo disturbios en las últimas semanas de diciembre en Puerto Príncipe, con toda la ciudad parada, nuestros equipos siguieron trabajando y los hospitales tratando a los enfermos de cólera. Otro aspecto que es indudable es el carácter de clase que tiene esta catástrofe… otras consecuencias hubiera tenido en otra parte del planeta con otras condiciones en todos los sentidos. Haití ya era un país extremadamente precario. De hecho MSF llevaba veinte años allí cuando no es normal que estemos tanto tiempo en un país salvo que haya un conflicto abierto. Hablamos de condiciones muy limitadas para la población, mucha violencia en todo el país pero especialmente en los barrios más pobres de Puerto Príncipe. Esto hace también más difícil recuperarse de algo así. Esto lo hemos visto ahora con el cólera, porque es bastante fácil de prevenir. El caldo de cultivo perfecto son las malas condiciones en el agua y los alimentos. Y aunque la epidemia no se originó en Puerto Príncipe, sino más al norte, cuando llegó a la capital donde más golpeó fue en los barrios más pobres.