Sociedad

¿Algún Manicomio Libre, Por Favor?

En octubre del año pasado Abel Garcí­a presentó en la Semana Internacional de cine en Valladolid – Seminici 2008 – un documental rodado en las salas de una unidad de psiquiatrí­a hospitalaria, con el objetivo de «iluminar el tema desde la experiencia real del enfermo, de su relación con la enfermedad, explicar su sufrimiento, y contar las distintas evoluciones que puede tener».

Hoy en día las consideraciones científicas sobre la sicosis o la esquizofrenia se mueven todavía en el terreno de la incertidumbre de largo recorrido. Sin más, hay que felicitar iniciativas de este tipo. “Es como si, de repente, se apagara el mundo durante un minuto o dos y no supiera dónde estoy. Veo todo negro”. Paciente anónimo. Hoy en día los manicomios de antaño prácticamente han desaparecido, siendo sustituidos por instituciones mentales, unidades psiquiatritas en los hospitales o cada uno en su casa y Dios en la de todos. Dos son los problemas a abordar: El enfoque y el tratamiento. Obviando la evolución de la clasificación patológica, que pasa por las consideraciones criminales, la utilización política y el desconocimiento científico, existen dos puntos de vista. Aquel en el que prima el tratamiento farmacológico y la terapia cognitivo conductual, incluso con orientación psicoanalítica, y el psicoanalítico que integra la práctica psiquiátrica y los avances en el tratamiento con fármacos; el primero considera el síntoma un signo que indica el disfuncionamiento del organismo, y el otro un trabajo subjetivo de reequilibrio. Aún a riesgo de simplificar el enorme trabajo que se ha hecho y se hace en esta materia, entre estos dos polos navegan todos los barcos. “El delirio es una tentativa de curación, y la persecución, la única compañía del paranoico”, Sigmund Freud. Nadie puede poner en duda las bases biológicas-hereditarias, al igual que el papel detonante de las drogas y, por supuesto, los nuevos invitados a la fiesta: la ansiedad y el estrés. Pero el desenfoque es de raíz; considerar a los individuos como seres aislados de una colectividad histórica y social, y externalizar el tratamiento considerando a los pacientes irresponsables o “locos”. El resultado incapacita necesariamente para la comprensión del origen del problema, extrayendo del individuo su voluntad. Esto agrava la fragmentación y atomización del cuerpo y el lenguaje que se sufre – como verse desde fuera -. “Hay que devolver al demente la individualidad y la responsabilidad sobre su locura”, José María Álvarez del movimiento Otra Psiquiatría y especialista en Psicología Clínica del Hospital Psiquiátrico Doctor Villacián. Uno de los aspectos más despreciado de este enfoque ideológico de las enfermedades mentales es el terapéutico. El delirio y su manifestación oral son el medio para acceder al corazón, comprender lo que dice. Porque al igual que el lenguaje de los sueños existen imágenes pertenecientes al subconsciente colectivo y códigos particulares que desvelan la contradicción a la que se enfrenta esa persona. Lo cierto es que trabajos como el de Abel García, y otros – Radio Colifata, Radio Nicosia… – humanizan el lado más oscuro de lo que se presenta torticeramente como una epidemia. “Todos vivimos en nuestro propio manicomio. Falta saber quién está libre y cuánto cuesta la carrera”

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