Hollande derrota a Sarkozy en Francia

¿Algo está pasando en la UE?

«Francia elige como presidente a Hollande para que elimine el diktat de Merkel en Europa». Así­ titulada un conocido periódico digital, y así­ ha sido leí­da la victoria del candidato socialista por todos los medios y analistas.

Hollande –que en su primer discurso como presidente llamó a rebelarse contra que “la austeridad se nos presente como una fatalidad”- propondrá la revisión del pacto fiscal –la “camisa de fuerza” de la UE, como fue bautizado por el comisario Oli Rehn-, la flexibilización de los plazos de reducción del déficit –de los que puede beneficiarse España- o la exigencia de “medidas de estímulo al crecimiento” frente al exceso de recortes como único recurso.

Es, ciertamente, un nuevo escenario para Europa. El nuevo diktat alemán, centrado en el mandato de “hundir a Europa para salvar a Alemania”, se está enfrentando a sus propios límites. No sólo se encuentra con la cerrada oposición de los pueblos que sufren los recortes, también con la resistencia del resto de burguesías europeas, obligadas a un creciente trasvase de sus beneficios hacia el centro alemán. «No parece que una Francia decadente pueda convertirse en el contrapeso de Alemania»

Pero ni Hollande ni París pueden ser, como se está proponiendo, el contrapeso que “encauce a Alemania”. A pesar de la fanfarria propagandística, Francia es un país a la deriva, deglutido en el tablero mundial por el ascenso de los países emergentes, y con un peso político cada vez menor en Europa. Divida internamente, anquilosada económicamente y sin proyecto ni alternativa política claros, París está más cerca de ser “el enfermo de Europa” que “el salvador” al que todos podemos aferrarnos.

Lo que se abre es un nuevo escenario político para la aplicación de los recortes, ante el que Merkel y Berlín ya se han posicionado, proponiendo un “pacto para el crecimiento” que nunca había figurado en su agenda.Quebrado el “Merkozy”, la nueva forma adoptada por el eje franco-alemán, abiertas las disensiones ante el excesivo rigor de los recortes, Alemania tendrá que recomponer las alianzas. Ya no podrá imponer en solitario, y sin ofrecer prácticamente contrapartida alguna, su dictado al resto de la UE.

Y de este nuevo escenario pueden aprovecharse gobiernos como el español, cuya primera propuesta de ampliación de los plazos de reducción del déficit fue contestada por Bruselas con la imposición de nuevos recortes.

Pero lo determinante no será la sustitución del “Merkozy” por el “Merkollande”, sino la posición que cada gobierno nacional adopte ante las nuevas exigencias germanas.

Si, como parece hacer el gobierno de Rajoy, se pliega, buscando en la cercanía al centro germano el otorgamiento de “concesiones” que apacigüen el rigor de los recortes, de nada servirá el “nuevo escenario europeo”.

Lo que nos hace falta es un gobierno que defienda los intereses nacionales en Bruselas, que sea capaz de enfrentarse a las imposiciones de Berlín y que no recule ante la primera dificultad, como hizo Rajoy, que tras proponer un aplazamiento en los objetivos de reducción del déficit aceptó la imposición de nuevos recortes en sanidad y educación.

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