Clinton a favor del dialogo con Venezuela

Alejar a Chávez de las «malas influencias»

. El mejor ejemplo, dijo, es la creciente popularidad del presidente venezolano, Hugo Chávez. «Es un tipo muy sociable y buscará amigos donde los pueda encontrar. Nuestra creencia es que si el aislamiento no funcionó, ¿por qué continuarlo?

Clinton adelantó que el residente Obama está analizando en qué áreas podrí­a cooperar y trabajar junto con su par venezolano y explicó la estrategia de la Casa Blanca para conseguir una mejora de la relación con Cuba.Hillary Clinton defendió el acercamiento de Estados Unidos a Venezuela y Cuba. En una maratónica sesión en el Congreso norteamericano, donde también habló de México, dijo que aislar y enfrentarse ciegamente con los gobiernos de Cuba y Venezuela no sirvió de nada. El mejor ejemplo, dijo, es la creciente popularidad del presidente venezolano, Hugo Chávez. «Es un tipo muy sociable y buscará amigos donde los pueda encontrar. Nuestra creencia es que si el aislamiento no funcionó, ¿por qué continuarlo? Veamos qué más puede ser posible», propuso ayer la secretaria de Estado, ante los cuestionamientos de los republicanos, irritados por el buen clima que reinó entre Obama y Hugo Chávez, en la reciente Cumbre de las Américas.Cuba sigue en la lista de paí­ses que apoyan al terrorismo y las denuncias contra Venezuela por su supuesta alianza con las guerrillas colombianas no fueron rectificadas, pero el nuevo presidente norteamericano, Barack Obama, dio un primer paso hacia un cambio de estrategia e hizo pública su intención de abrir un diálogo con los otrora enemigos declarados de la Casa Blanca.Clinton adelantó que el presidente Obama está analizando en qué áreas podrí­a cooperar y trabajar junto con su par venezolano. «No creo que haya una contradicción entre mantenerse firme en nuestros principios y valores y buscar y aprovechar un encuentro diplomático y una negociación cuando sea necesario», se defendió la funcionaria. Los republicanos le contestaron recordando la inagotable lista de crí­ticas de Chávez a Estados Unidos. «Es comprensible que lo mencionen -contraatacó Clinton-, pero también hicieron ese tipo de comentarios lí­deres soviéticos y muchos otros con quienes eventualmente creamos un ambiente en el cual pudimos ver algunos cambios que beneficiaron a Estados Unidos.»En un último esfuerzo por convencer a los congresistas más conservadores, Clinton utilizó la carta iraní­. «Es algo muy serio si algún paí­s en nuestro continente cae bajo la influencia de Irán o algún otro que no es amigable con nuestros intereses», explicó la funcionaria, dejando entender que el acercamiento con Teherán no será tan fácil como con Caracas. «Tratemos de ver si hay una oportunidad de alejar al presidente Chávez de esas influencias», dijo. Además, explicó la estrategia de la Casa Blanca para conseguir un acercamiento a Cuba, el último resquicio de la Guerra Frí­a en el continente. «Este es un régimen que está terminando, va a terminar en algún punto, y tenemos que estar listos para dialogar con las autoridades cubanas», justificó la funcionaria.Los congresistas republicanos del Comité de Relaciones Exteriores la bombardearon con preguntas y crí­ticas sobre hasta dónde estaba dispuesto a ceder el gobierno Obama para reanudar un diálogo con el presidente Raúl Castro. «Se puede ver que comienza a haber un debate», dijo Clinton, quien destacó las aparentes «contradicciones» entre los dos hermanos.El otro tema latinoamericano que acaparó gran parte de la atención de la jornada fue México y la lucha contra el narcotráfico. «Tenemos que derrotar a estos carteles de la droga. Tenemos que derrotarlos, desarmarlos, capturarlos o matarlos; tenemos que librar al pueblo de México de este flagelo», arengó Clinton. Uno de sus objetivos en la audiencia era convencer a los congresistas de la urgencia que existe para aprobar todos los fondos del Plan Mérida, una especie de Plan Colombia a la medida de México.Pero Estados Unidos no sólo destinará 450 millones de dólares del plan antinarcóticos al vecino del sur, sino que tiene separado algunas ayudas militares en la Ley de Gastos Suplementarios, que el Congreso aún no aprueba. «Tenemos que hacer que fluya el dinero a México. Insto a todos a que lo apoyen», abogó Clinton.La ley en cuestión establece 350 millones de dólares para seguridad fronteriza y fondos para reforzar las fuerza públicas del lado mexicano. Además, Clinton garantizó que Obama ratificará la convención interamericana contra las armas ilegales, conocida como Cifta, una medida que reclamaba el gobierno mexicano para empezar a frenar el tráfico de armas norteamericanas, que nutren a los ejércitos narcos.A primera vista podrí­a parecer que Obama suaviza la polí­tica de EE.UU. hacia Latinoamérica, en especial si es comparada con la de su predecesor. Ha habido suficientes editoriales elogiando el enfoque conciliador de Obama, y comparándolo con la polí­tica latinoamericana del «Buen Vecino» de Franklin Delano Roosevelt.Sin embargo, es importante recordar que la idea de Roosevelt de ser amigable significaba solamente que EE.UU. dejarí­a de realizar intervenciones militares directas en Latinoamérica, mientras se reservaba el derecho a crear y fortalecer a dictadores, armar y entrenar fuerzas armadas regionales impopulares, promover la dominación económica mediante el libre comercio y préstamos bancarios y conspirar con grupos derechistas.al definir el tono de la relación EEUU-América Latina como «asociación», Obama está intentando asegurar a los paí­ses del hemisferio occidental que la nueva administración estadounidense quiere construir una «relación de igualdad» con ellos. Si los paí­ses latinoamericanos creen o aceptan esta doctrina, significarí­a que reafirman el liderato de EEUU en el hemisferio, promover las asociaciones es una forma efectiva para EEUU de hacerse con el liderato en la región. Las relaciones entre Cuba y EEUU han sido uno de los asuntos clave en la polí­tica de EEUU con respecto a América Latina durante décadas, y las tensiones entre los dos paí­ses han repercutido claramente en los esfuerzos de Washington por reforzar su dominio en la región. Por ello, una relación sostenible y saludable entre América Latina y EEUU dependerá en gran medida de las relaciones entre Cuba y EEUU. Si se recuerdan todas las visitas a ultramar de Obama y otros altos cargos estadounidenses durante los últimos meses, «entablar compromisos», «escuchar» y «consultar» han sido el denominador común. Su modesta actitud contrasta mucho con la de la administración anterior. Una actitud más suave supone fortalecer el liderazgo de EEUU a través del denominado «poder inteligente», una directriz para la polí­tica exterior de EEUU. Según la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, la polí­tica exterior del paí­s «debe estar basada en un matrimonio de principios y pragmatismo. En primer lugar, debemos mantener la seguridad de nuestro pueblo, nuestra nación y nuestros aliados; en segundo lugar, debemos promover el crecimiento económico y compartir la prosperidad en casa y en el exterior; finalmente, debemos fortalecer la posición de EEUU como lí­der global», afirmóLa Doctrina Monroe, considerada como la piedra angular de la polí­tica estadounidense hacia América Latina desde la década de 1820, ha transformado EEUU de una potencia regional a una superpotencia mundial, mientras América Latina se ha convertido en el patio trasero de EEUU y campo base para mantener su dominio en el mundo. Se considera que Latinoamérica es el mayor proveedor extranjero de petróleo a EEUU y un fuerte socio para el desarrollo de combustibles alternativos. También es el socio comercial de EEUU con mayor crecimiento y su mayor fuente de inmigrantes. Las relaciones con América Latina son una parte básica e importante de la gran estrategia de EEUU. Poner orden en su patio trasero e impedir o minimizar la influencia de otros actores en su área de influencia es en definitiva el objetivo de esta nueva polí­tica hacia la región.

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