AGUA: Un bien común y un problema nacional (II)

Al servicio de la creación de riqueza y empleo

Decí­amos en la entrega anterior que las burguesí­as locales y la dirección de los dos grandes partidos han convertido el problema del agua en un problema local manipulado en función de sus propios intereses y convertido en motivo de enfrentamiento de unas comunidades con otras. Sin embargo, desde los regeneracionistas del XIX como Joaquí­n Costa o el plan hidrológico que intentó el ministro socialista José Borrel en 1993, pasando por la IIª República, el problema del agua ha sido históricamente abordado en nuestro paí­s como un problema nacional, estrechamente ligado al desarrollo económico general y al que habí­a que darle soluciones desde la perspectiva de los intereses comunes del conjunto de la nación.

Hoy, en lena crisis económica, es necesario aprender de cómo los regeneracionistas ofrecieron una solución integral, la más avanzada para su tiempo, al problema. Una solución multilateral que se asentaba en la idea de aprovechar al máximo el agua existente para: abastecer a la población, desarrollar los regadíos y producir energía eléctrica, mediante la construcción de presas, pantanos, embalses, conducciones, centrales eléctricas, etc. Una solución multilateral que se convirtió en una fuente de generación de riqueza y empleo.Desde la posición de quienes utilizan el problema del agua para sus propios fines partidistas, sólo importan aquellas soluciones locales o parciales que favorezcan los intereses inmediatos y mezquinos de las burguesías regionales.Una de las principales formas de fomentar el enfrentamiento es fomentando la idea de que la riqueza se crea territorializándola (“Castilla-La Mancha tiene derecho a enriquecerse con el agua”, que decía la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal), para lo cual no tienen ningún inconveniente en difundir los mayores disparates. Por ejemplo, con el “mito” de que las comunidades que más agua reclaman son las que “despilfarran el agua con el turismo y la agricultura”.El agua es base fundamental de dos de las principales fuentes de riqueza de nuestro país: agricultura y turismo que aportan más del 4% y el 11% respectivamente del PIB. Pero es una auténtica falacia presentar la riqueza que se crea en estos sectores como “local”, que se queda en las “zonas turísticas del sur o en los campos de Murcia y Valencia”La riqueza que se crea en estos sectores no es “local” es una riqueza nacional que repercute en el conjunto del país, ya que actúa dinamizando gran parte de los demás sectores, de la industria, el transporte, los servicios… ¿Cuántas empresas establecidas en Cataluña, el País Vasco, Madrid o Aragón (fertilizantes, químicas, materiales de construcción, siderúrgicas, fabricación de vehículos agrícolas o comerciales…) dependen en gran medida de los productos y bienes que necesita la agricultura o el turismo?Si en Aragón o Castilla-La Mancha hay problemas de regadío, no es por el trasvase de agua a cuencas deficitarias del sur, sino porque ni el gobierno de la nación, ni las castas políticas regionales toman las medidas para resolverlos. ¿Cómo es posible que si hace 15 años, 1992, se aprobó el plan conocido como Pacto del Agua para Aragón, aún no se haya construido ninguno de los principales embalse que incluye?El problema del agua hay que sacarlo del enfrentamiento entre comunidades para llevarlo al terreno de los intereses generales del país y la búsqueda de las mejores soluciones integrales para garantizar el consumo humano y la creación de riqueza y empleo, dando al mismo tiempo solución a las demandas de cada región o comunidad autónoma. Y atendiendo a un desarrollo sostenible y solidario.(*) La gran obra hidráulica del siglo XX, el trasvase Tajo-Segura, inaugurado en 1979, fue diseñado por primera vez durante la dictadura del general Primo de Rivera y aprobado, en el año 1933, en tiempos de la II República a propuesta del ministro de Fomento, el socialista Indalecio Prieto. La guerra civil impidió entonces la realización de la obra.

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