El Congreso de EEUU recuperará las bonificaciones de los ejecutivos de AIG

AIG enerva a América

Hace un año no hubiera aparecido en los medios de comunicación, o se hubiera visto como algo normal -incluso un ejemplo de las bondades del capitalismo- , pero lo de AIG ha enervado y enfurecido a la sufrida sociedad norteamericana. Los mismos directivos que condujeron a la quiebra de la gigantesca aseguradora -rescatada con 170.000 millones de dólares públicos- se han repartido 165 millones de dólares en bonificaciones para su bolsillo. La ola de indignación es tal, que amenaza con dinamitar toda la arquitectura de excusas y sentidas razones levantadas por el gobierno para justificar el apuntalamiento con el dinero del agobiado contribuyente los moribundos monopolios yanquis.

No rescatar AIG no era una oción. Su hundimiento hubiera provocado con total seguridad el colapso absoluto del sistema financiero norteamericano, un cataclismo mucho mayor que la caída de Lehman Brothers, cuyas ondas expansivas siguen replicando en los cimientos de las finanzas mundiales. AIG tuvo que ser rescatada in extremis por el Estado mediante la inyección de más de 170.000 millones de dólares (131.732 millones de euros) de dinero público, más que en ninguna otra empresa. Se trata en realidad de una nacionalización encubierta, ya que significa el 80% de las acciones de AIG. Justificar eso fue complicado para Bush y lo está siendo más para Obama. Que además los mismos directivosque hicieron negocio con las hipotecas subprime se repartan cientos de millones de dólares procedentes de los impuestos en bonificaciones personales –en virtud a las cláusulas de sus contratos, firmadas antes del cataclismo-, es algo que no se puede defender. Los portavoces gubernamentales no han ocultado su furia por el escándalo, que pone en entredicho la tan manida excusa desde septiembre: “sabemos que es impopular, pero si no lo hacemos, será el fín”.Tal y como está el patio, los políticos tienen que dar ejemplo. Los líderes del Congreso de EEUU presentarán una medida para restringir las bonificaciones de los ejecutivos de la aseguradora AIG y recuperar, a través de impuestos, parte del dinero que la empresa obtuvo del Gobierno. "Hemos pedido en reiteradas ocasiones a los ejecutivos que han llevado a nuestro sistema financiero al bordo del colapso con sus prácticas irresponsables que regresen sus bonificaciones y demás compensaciones", ha dicho una enfadada presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, que prometió que el Congreso continuará tomando "las medidas que sean necesarias para limitar los abusos de la confianza pública".El líder de la mayoría demócrata del Senado, Harry Reid, dijo que quienes recibieron esas bonificaciones "no podrán quedarse con todo el dinero". El senador demócrata de Nueva York, Charles Schumer, agregó que el Congreso recuperará el dinero por las buenas o por las malas. "Si no devuelven ese dinero por su propia cuenta, nosotros los obligaremos", sentenció. Los demócratas del Senado sopesan la posibilidad de imponer impuestos a las bonificaciones por hasta un 91 por ciento si AIG no devuelve el dinero de forma voluntaria.La administración Obama también ha sacado la guillotina. El secretario del Tesoro, Timothy Geithner, ha advertido que o AIG reembolsa en forma de impuestos los 165 millones de bonificaciones, o que el gobierno vetará 30.000 millones de dólares adicionales que el propio plan de rescate de Obama prevee para la aseguradora. No pueden permitir que la codicia desvergonzada de un puñado de oligarcas ponga en peligro la coartada de toda la clase dominante.

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