Alberto Núñez Feijóo acaba de presentar un plan de austeridad en el que se eliminan gastos por la cantidad de 144 millones de euros que el anterior gobierno bipartito del Partido Socialista de Galicia (PSdeG) y el Bloque Nacionalista Galego (BNG) tenía presupuestado. Gastos razonablemente innecesarios, gastos superfluos y de ostentación. Gastos bajo epígrafes variados, como «publicidad, reuniones, cobertura informativa y publicaciones» (13,5 millones de euros), «asistencias técnicas y campañas» (18,4 millones), «inversiones no productivas» del Instituto Galego de Vivenda (27,4 millones), «partidas no ejecutadas» (37 millones), y quedarían otros 47 millones procedentes de capítulos otras cuentas públicas pendientes de detallar por el Ejecutivo gallego. Nos parece muy bien y apoyamos esta línea de reducción del gasto público caprichoso que no afecta a los servicios sanitarios, sociales o educativos.
Ahorro del gasto burocrático que, or el contrario, se pueda dedicar a la inversión productiva, a generar riqueza y empleo, fomentar la educación y la sanidad, cubrir los gastos sociales como los que demanda la aplicación de la Ley de Dependencia. Acabar con situaciones escandalosas como que la oficina institucional de la Xunta, la “embajada” en Argentina, costaba, hasta ahora, 45.000 euros al mes de alquiler. Y el conjunto de los gastos de la delegación en la capital argentina se elevaba a 860.000. La drástica limitación del despilfarro en gastos superfluos, al mismo tiempo que se incrementan los gastos sociales, permitiría generar un ahorro con el que podrían crearse más de un millón y medio de nuevos empleos.