Nada puede detener que cada 1º de Mayo, la clase obrera y el conjunto del pueblo trabajador nos movilicemos. No pudo conseguirlo el franquismo durante cuarenta años de dictadura, y tampoco lo va a hacer el coronavirus.
Desde casa, respetando un confinamiento absolutamente imprescindible para vencer a la pandemia, hoy, 1 de mayo de 2020, va a volver a escucharse y sentirse en todo el país la fuerza del movimiento obrero.
Porque no solo se puede “teletrabajar”. También se puede participar desde casa en una movilización colectiva. Los sindicatos han organizado una “manifestación virtual” desde las redes sociales. Y Unificación Comunista vamos a celebrar “telemáticamente”, no de forma pasiva sino muy, muy activa, el día internacional de lucha de la clase obrera.
Porque hoy la movilización y la lucha del movimiento obrero es más necesaria que nunca.
No es ni mucho menos el momento de bajar la guardia, nos quedan todavía momentos difíciles, pero podemos celebrar que, con un gigantesco esfuerzo de toda la sociedad, hemos conseguido contener la extensión del virus, y evitar un colapso de los sistemas de salud de imprevisibles consecuencias.
Pero debemos enfrentar una “segunda pandemia” cuyas consecuencias no van a ser menos graves.
El PIB español ha sufrido una histórica caída del 5,2% durante el primer trimestre del año. En ese mismo periodo, cuando aún estábamos en los primeros momentos de la crisis, se destruyeron casi 300.000 puestos de trabajo en nuestro país.
Lo que ya es una enorme crisis económica y social amenaza con golpear especialmente a las clases populares. Cuatro millones de trabajadores están afectados por ERTEs, y la Organización Internacional del Trabajo pronostica que pueden perderse en España hasta 3,5 millones de empleos.
Esta pandemia ha demostrado quienes son “los imprescindibles”. Si el país no se ha venido abajo, si hemos podido sobrevivir durante más de un mes de confinamiento, ha sido por la heroica y desinteresada actuación de miles de sanitarios, homenajeados cada día a las ocho de la tarde. Pero también gracias a cientos de miles de obreros y trabajadores, en la industria y en la agricultura, que han seguido produciendo los bienes imprescindibles. O a una multitud de autónomos que los han distribuido.
Ellos -no desde luego los banqueros “rescatados”, el FMI o la Comisión Europea- representan a los que de verdad son “imprescindibles”, a quienes sostenemos el país con nuestro trabajo. No podemos consentir que la salida a la crisis vuelva a cargarse sobre nuestras espaldas, mientras, en un momento de absoluta emergencia nacional, grandes bancos que han sido rescatados con dinero público -nuestro dinero- siguen presentando beneficios.
La “reconstrucción” tras la pandemia solo puede basarse en la redistribución de la riqueza. Que los enormes recursos, que todos hemos creado con nuestro trabajo, pero que hoy controlan y disfrutan solo un ínfimo puñado de bancos, monopolios y capital extranjero, se ponga al servicio de las necesidades de todo el país.
Para mejorar la sanidad pública, prohibiendo recortes cuyas consecuencias se han demostrado criminales; para subir salarios y pensiones; para reindustrializar el país, y podamos autoabastecernos de productos básicos, creando puestos de trabajo fijos y con derechos…
Esta es, junto a la contención sanitaria, la batalla que va a decidir nuestro futuro. Y en la que el movimiento obrero va a volver a jugar un papel destacado.
Nos han vendido que la clase obrera está desapareciendo, diluida en una “sociedad postindustrial”, y que el movimiento obrero se ha quedado “anticuado y desfasado”. Son bulos, fake news que intoxican nuestra conciencia para ocultarnos el enorme poder de una lucha de la clase obrera y el pueblo trabajador en avance.
Se ha duplicado el número de obreros en el mundo en los últimos 30 años. Suman 1.200 millones, todo un continente.
Hay 632 millones de afiliados a sindicatos en el mundo, la mayor y más poderosa fuerza organizada del planeta.
Cada año se realizan en el mundo medio millón de huelgas, y en ellas participan 343 millones de obreros y trabajadores. Una extraordinaria combatividad que obtiene victorias y conquista avances.
Y lo mismo sucede en España. Los casi tres millones de afiliados a sindicatos, y la combatividad de un pueblo trabajador que impulsa casi 1.000 huelgas cada año, son la columna vertebral de la lucha del pueblo español.
Como se ha demostrado en numerosos momentos de la historia, esta fuerza de la clase obrera y el pueblo trabajador -que ellos se empeñan en ocultarnos- cuando se pone en marcha, organizada y consciente, es imparable.
La participación de todos los obreros, trabajadores, de toda la gente de izquierdas y progresista, en la manifestación virtual organizada por los sindicatos de 13:30 a 14.30 horas, es más necesaria que nunca.
Es mucho lo que nos jugamos.
¡Para salir de la crisis desde los intereses populares, Redistribución de la Riqueza!
¡Viva el 1º de Mayo! ¡Viva la lucha de la clase obrera!
ANARKOÑ dice:
La diferencia es que, contrariamente a las nuevas identidades PRIVILEGIADAS por el Estado y sus leyes, sus maquinarias generadoras de poder simbólico, su sistema distributivo y de prebendas, de sorteo de bienes inmuebles a costa de los trabajadores y de sus antepasados españoles que los han pagado…, los trabajadores tenemos un día de aplausos del sistema (por lo demás, grotesco en su escenificación corporativa en la calle)…, Y HASTA EL AÑO QUE VIENE, AMIGOS!
ANARKOÑ dice:
¿Cómo van a intentar detener tal fenómeno, si todos, y para empezar el franquismo, lo estatalizaron e institucionalizaron? La lumpenburguesía internacional no pasará! Trabajo, Libertad, España nación.