¡Ahora más que nunca, blindar las pensiones en la Constitución!

El 17M ha sido un día histórico. Masivas movilizaciones han puesto en el centro de la agenda política el clamor social en defensa de las pensiones públicas. Pero la significación de esta jornada se redimensiona porque, gracias al éxito de la manifestación convocada por la MERP (Mesa Estatal por el Blindaje de las Pensiones), la línea que defiende el blindaje constitucional de las pensiones se ha convertido en una referencia cuya influencia no para de crecer.

El 17M ha sido un clamoroso día de unidad en defensa de las pensiones públicas. Multitud de movilizaciones en toda España han evidenciado la lógica indignación popular.

Pero dentro de esta catarata de movilizaciones una de ellas destaca por su influencia y consecuencias.

La mañana del 17 de marzo, una manifestación convocada por la MERP (Mesa Estatal por el Blindaje de las Pensiones) recorrió las calles de Madrid. Su éxito no solo se mide por la participación de decenas de miles de personas, a pesar del vendaval de lluvia y nieve. Sino, en primer lugar, porque la alternativa de blindar las pensiones en la Constitución apareció como una poderosa referencia ante toda la sociedad española. Algo que hasta entonces no había sucedido.

El seguimiento mediático es hoy el termómetro, y el trampolín, de la influencia de movilizaciones y alternativas. Pues bien, la manifestación de la MERP fue retransmitida en directo, durante todo su recorrido, por las principales televisiones y radios del país, dedicándole programas especiales. Se difundieron para todo el país las principales intervenciones del acto de cierre, con Miguel Ríos, Ana Belén, Víctor Manuel y María Botto leyendo el manifiesto, o Joanen Cunyat, portavoz de la MERP, haciendo corear a todos los asistentes el lema “¡Blindar las pensiones en la Constitución!”.

A partir de la manifestación del 17M el blindaje de las pensiones en la Constitución se ha convertido en una referencia ante la que han tomado posición varios agentes sociales y políticos cualitativos. Pedro Sánchez, al presentar como una promesa estrella que, si llega a ser presidente del gobierno, subirá las pensiones de acuerdo al IPC, diciendo también “me comprometo a blindar constitucional y legalmente las pensiones”. También el Defensor del Pueblo, al ofrecer en el Congreso como alternativa “las miles de firmas recibidas [entregadas por la MERP] solicitando una reforma constitucional que establezca el carácter público de las pensiones”.

La fuerza de la alternativa del blindaje constitucional de las pensiones es de tal calado, que organizaciones tan importantes como el PSOE, el primer partido de la oposición, o CCOO y UGT, los dos sindicatos mayoritarios, se sumaron a la manifestación convocada por la MERP.

Todos los grandes medios y analistas han reconocido que tras el 17M el blindaje de las pensiones en la Constitución es una de las líneas que es imprescindible tener en cuenta al valorar la batalla de las pensiones.

El punto más débil

Que las pensiones se hayan convertido en uno de los centros en torno al que ya gira la vida política del país, como todos reconocen, no es algo casual.

A principios de 2011, en estas mismas páginas ya situábamos (en medio de una catarata de luchas, todas ellas justas, contra la oleada de recortes, desde los desahucios al rechazo a la privatización sanitaria) que la de las pensiones iba a convertirse en la batalla clave.

Lo hicimos partiendo de que el proyecto principal del enemigo (el hegemonismo norteamericano, secundado en la UE por Alemania y respaldado por la oligarquía española) tenía su centro en la intensificación del saqueo contra el 90% de la población y en un salto en la apropiación y expolio de las riquezas nacionales.

Y establecimos como ese era precisamente su punto más débil. Frente a otros momentos donde habían escalonado las agresiones, dividiendo o enfrentando a unos sectores con otros, las necesidades de la hegemonía norteamericana les obligaban a atentar en bloque contra intereses fundamentales del 90% de la sociedad.

Las pensiones eran y siguen siendo un eslabón clave en este proyecto. Primero porque constituyen -junto al sistema financiero- uno de los grandes nichos de negocio que el capital extranjero no había podido explotar en España. Segundo, porque atreverse a atacar a los pensionistas era lanzar un mensaje: nadie está a salvo y no se va a respetar nada.

Concentrar la lucha en la defensa de las pensiones públicas -algo especialmente sensible para toda la sociedad española- permite poder unir al 90%, y sobre todo dar una batalla para ganarla. Contribuyendo con ello a cambiar una correlación de fuerzas política que, a pesar del rechazo a los recortes y las movilizaciones, es favorable al hegemonismo.

Los hechos nos han dado la razón. La política española gira hoy en torno a las propuestas sobre el futuro de las pensiones públicas. Y su capacidad de unidad y movilización se ha puesto de manifiesto el 17M.

Dónde nos la jugamos

Hoy el blindaje de las pensiones en la Constitución se ha convertido en una línea con una enorme influencia. Y la MERP, con la fuerza de sus 250 organizaciones, se ha convertido en una referencia para muchos.

El futuro de las pensiones públicas se ha colocado en el centro del debate político, levantando un enorme movimiento de lucha y una exigencia social que ya es abrumadora. Estas son excelentes noticias.

Pero el futuro de esta batalla va a depender, no solo de la amplitud y radicalidad de las movilizaciones, sino sobre todo de qué línea las dirija.

No es cierto, como algunos afirman, que las pensiones ya estén blindadas en la Constitución en un artículo 50 donde se establece que “los poderes públicos garantizarán pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas”, y que todo depende de exigir que se cumpla. También el derecho a la vivienda o al trabajo está reconocido en la Constitución, pero su carácter general permite los desahucios o abaratar el despido.

El blindaje constitucional de las pensiones defendido por la MERP tiene una doble vertiente, prohibiendo la privatización total o parcial de las pensiones públicas e impidiendo aprobar cualquier medida que reduzca el poder adquisitivo de los pensionistas.

Esto crearía un terreno de juego totalmente nuevo, y sería una conquista permanente, donde medidas como la limitación de la subida de las pensiones al 0,25% no hubieran sido posibles. Pero sobre todo golpearía en el centro del proyecto del enemigo, el gran capital extranjero, especialmente el norteamericano, que no es otro que apoderarse del enorme negocio que supondría la gestión de las pensiones, con entradas de más de 110.000 millones anuales.

También permitiría unir a todos los que defendemos las pensiones públicas, al 90% de la sociedad, desde la izquierda más combativa hasta gran parte de los votantes del PP, para poder ganar de verdad esta batalla.

Por el contrario, colocar todo el centro en el 0,25% -sea para defenderlo o para atacarlo- representa otra línea, cuyas consecuencias son antagónicas.

Hablar solo de la subida de las pensiones es en el mejor de los casos conseguir una victoria parcial mientras avanza el peligro principal. Lo ha expresado incluso Celia Villalobos -presentándolo como un chantaje para que se acepten las insuficientes subidas que ofrece Rajoy para desactivar la indignación popular- al afirmar que “quienes ya se están frotando las manos son los bancos y las aseguradoras privadas”… que siguen avanzando en su ambición de privatizar las pensiones.

Claro que hay que subir las pensiones, no solo actualizarlas en función del IPC, sino redistribuir la riqueza, que existe en España y en gran cantidad, para que ninguna pensión esté por debajo de 1.000 euros. Y la mejor manera de conseguirlo es blindar las pensiones en la Constitución.

Pero además, dirigir la lucha en defensa de las pensiones no solo contra el gobierno del PP sino también contra el PSOE o los sindicatos mayoritarios -por haber aprobado la primera reforma de las pensiones en 2011-, es dividir y debilitar el campo de quienes defendemos las pensiones públicas, y hacerlo cuando estas son duramente atacadas.

El éxito del 17-M genera mejores condiciones para poder ganar la batalla de las pensiones. Debemos celebrarlo, y mucho. Pero esto no ha hecho más que empezar.

Unir y organizar en torno al blindaje de las pensiones en la Constitución es la mejor manera de poder ganar esa batalla para el presente y para el futuro.

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