Los archivos del Pentágono de Steven Spielberg

Agarrándose a las fábulas norteamericanas

Spielberg convierte los hechos, que nos reflejan la sórdida imagen del imperio, en una fábula que inyecte confianza en los valores norteamericanos.

La última película de Steven Spielberg nos sitúa ante un momento histórico trascendental, aquel en el que la derrota en Vietnam truncó para siempre el ascendente camino seguido por EEUU tras su victoria en la IIª Guerra Mundial.

En un momento donde el declive norteamericano se acelera, Spielberg, uno de los mayores talentos del Hollywood “liberal”, dirige su mirada hacia el momento primigenio.

Se está dando a Los archivos del Pentágono una lectura actual, destacando que Spielberg utiliza la figura de Nixon y sus trapacerías -que le costaron el apodo de Dick el Tramposo- para lanzar un dardo dirigido al actual inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump.

Sin embargo, la película nos habla de temas de mayor calado que los del debate político inmediato.

Una película sin protagonista

¿Se puede contar una historia suprimiendo al auténtico protagonista de los hechos? Parece imposible, pero eso es lo que ha hecho, y sigue haciendo, Hollywood siempre que nos habla de la Guerra de Vietnam.

Spielberg nos sitúa ante la filtración de los llamados papeles del Pentágono en 1971. Se trata de un voluminoso informe encargado por Robert Mcnamara, el secretario de Defensa responsable de la escalada bélica en el sudeste asiático, donde se desvelaban los aspectos más turbios de la intervención norteamericana -hasta la implicación en el asesinato de un presidente vietnamita-, o las mentiras que buscaban ocultar a la sociedad norteamericana la cada vez mayor presencia militar para intentar paralizar el avance del Vietcong.

Su publicación por parte del New York Times y el Washington Post fue el primer aldabonazo contra la presidencia de Nixon, rematada poco más tarde con el escándalo del Watergate. Mientras, EEUU tuvo que retirarse de Vietnam a toda prisa y cargando una dolorosa derrota.

Esta es una historia que Hollywood nos ha contado una y otra vez, pero en la que ha sido borrado el gran protagonista: el pueblo vietnamita.

Hemos visto muchas películas sobre los efectos de la guerra en los soldados norteamericanos, pero ninguna sobre las consecuencias sobre la población vietnamita, a pesar de los dos millones de muertos y tres millones de afectados por el napalm arrojado desde aviones estadounidenses.

Pero sobre todo Hollywood -y Spielberg vuelve a hacerlo en Los archivos del Pentágono- nos ofrece una visión distorsionada sobre el desenlace de la guerra. Si perdimos fue por las mentiras y la gestión inhumana de gobernantes tramposos. Si salimos de Vietnam fue gracias a la reacción de la sociedad norteamericana que impuso acabar con la masacre.

Claro que existió un importante y creciente rechazo a la guerra en EEUU. Pero si la superpotencia fue obligada a retirarse es porque el pueblo vietnamita la derrotó, en el momento donde se pensaba que era invencible.

Este pequeño detalle es el que obvian las grandes producciones de Hollywood, ocultándonos algo trascendente: claro que los pueblos pueden derrotar al imperio. Es más, las derrotas infringidas por la lucha de los pueblos están, desde su mismo origen en aquellos convulsos años setenta, detrás del retroceso global que Washington no puede detener.

Una historia donde no hay buenos

Spielberg nos ofrece una historia política donde hay buenos y malos.

Nixon, entonces presidente, encarna el lado oscuro. Pero también sus predecesores en la Casa Blanca, desde Eisenhower a Johnson, incluyendo también a Kennedy, que mintieron para ocultar la magnitud de la intervención norteamericana en Vietnam.

Enfrente se presenta a una prensa que desvela los chanchullos del poder, poniendo límites a su actuación y contribuyendo a restablecer la normalidad.

La realidad fue mucho más turbia. The Washington Post, el periódico que publicó los papeles del Pentágono -junto al New York Times- y luego puso en primera plana el caso Watergate, había respaldado previamente de forma cerrada la escalada militar en Vietnam. Si entonces se publicaron importantes secretos oficiales, no fue con la intención de obligar a una retirada de Vietnam que ya era un hecho dado lo inevitable de la derrota norteamericana, sino acabar con la presidencia de un Nixon que, más allá de sus desmanes, se había vuelto incómodo para el complejo militar industrial, al tomar un camino demasiado autónomo que incluía el restablecimiento de relaciones con China o un camino de negociación y distensión con Moscú.

Acabar con Nixon a cualquier precio, aun a costa de provocar una enorme crisis política y pulverizar el prestigio de una institución clave como es la presidencia, se convirtió en una obsesión para los auténticos centros de poder norteamericanos.«Hollywood siempre oculta que si EEUU se retiró de Vietnam fue porque el pueblo de un pequeño país asiático le derrotó y le obligó a hacerlo»

El Washington Post, presentado por Spielberg como campeón de la prensa libre haciendo frente a los abusos del poder, fue el vehículo utilizado para ello. Fue el segundo del FBI, uno de los grandes centros del Estado norteamericano, la garganta profunda que proporcionó a los reporteros del Post el material para convertir el Watergate en el escándalo que obligaría a Nixon a dimitir.

Spielberg parte de los hechos históricos, pero no para profundizar en ellos y desvelar toda la verdad que entrañan, sino para construir sobre ellos un nuevo mito norteamericano.

Utiliza una enorme habilidad narrativa, que le permite contar un árido reportaje sobre un conflicto político con enorme dinamismo. Apoyado en un enorme trabajo actoral de Meryl Streep, a la que Tom Hanks da una justa réplica, sosteniendo la película sobre la ambivalente relación entre ambos personajes, que mezcla la tensión y la compenetración.

Pero Spielberg persigue un objetivo; intentar devolver a la superpotencia norteamericana parte de la confianza perdida.

La escena donde el Tribunal Supremo impide a la administración Nixon detener la publicación de los papeles del Pentágono es la culminación de la fábula. Spielberg apela a los padres fundadores de EEUU y a su voluntad de que una prensa libre ejerciera de fiscal del poder.«El rostro de EEUU presentado por Spielberg no es el de un imperio criminal sino el de una nación que sigue conservando su inocencia primigenia»

Al final del cuento, frente al marrullero gobierno de Nixon gana la libertad y la democracia. Spielberg nos dice que incluso en los momentos más turbios (frente a un Nixon, un Bush, o ahora un Trump) los valores norteamericanos acaban triunfando. El rostro de EEUU presentado por Spielberg no es el de un imperio criminal -que es el que ofrecen los hechos desvelados por los papeles del Pentágono- sino el de una nación que sigue conservando su inocencia primigenia.

Una inyección de confianza en los efectos benéficos del dominio norteamericano, en un momento donde enfrenta un retroceso para el que no parece haber encontrado respuesta.

Pero, a pesar de todos sus esfuerzos y su talento, Spielberg no puede ser Frank Capra por mucho que se empeñe. Han pasado demasiadas cosas desde que en los años cincuenta Capra idealizó la democracia norteamericana. Hemos visto demasiadas veces el auténtico rostro del imperio y las consecuencias de su poder medidas en invasiones, golpes de Estado, genocidios… Y el imperio entonces invicto ha probado varias veces el amargo sabor de la derrota.

Una realidad que no podrán ocultar todas las fábulas norteamericanas.

10 comentarios sobre “Agarrándose a las fábulas norteamericanas”

  • el gobierno no me quiere dice:

    «Spielberg nos dice que incluso en los momentos más turbios (frente a un Nixon, un Bush, o ahora un Trump) los valores norteamericanos acaban triunfando. El rostro de EEUU presentado por Spielberg no es el de un imperio criminal -que es el que ofrecen los hechos desvelados por los papeles del Pentágono- sino el de una nación que sigue conservando su inocencia primigenia.»………………..si es que Spielberg es más inocente que un crío de 5 años.Todavía quiere retroceder a la arcadia primigénia de la guerra de independencia y las asambleas democráticas Roussonianas de las colonias.No tiene en cuenta de que en los EEUU quien domina a todos los niveles es el complejo militar-industrial,y eso ya no tiene retroceso

  • Respecto a las fábulas norteamericanas, no hay que olvidar también las fábulas comunistas.

    Precisamente en plena Guerra Fría, la URSS y sus países satélites (incluyendo Cuba) hablaban solamente del imperialismo estadounidense y de sus países aliados, sin reconocer que la URSS era un imperio capitalista mucho más agresivo y peligroso que el norteamericano. Sus técnicas de subversión y propaganda eran descaradas y es que el 85%-90% del trabajo de la KGB consistía en una guerra psicológica basada o subversión ideológica, inundando de propaganda pro-soviética en Estados Unidos y sus países aliados y otros países no comunistas, para subvertirlos, desestabilizarlos y provocar crisis y llegar a invadirlos sin siquiera provocar una guerra. Aplicaban «El arte de la guerra» del estratega chino Sun-Tzu (500 a.C.) cuyo fin último es vencer al enemigo sin presentar batalla, mediante la subversión ideológica o guerra psicológica. Luego también hacían golpes de Estado, invasiones y guerras convencionales en otros países.

    Tengo una entrevista de 1984 que le hacen a Yuri Bezmenov (alias Tomas Schuman) que es un ex-agente de la KGB que trabajó en la agencia de noticias Novosti de la URSS y que desertó en el año 1970. Pues en esta entrevista, este hombre explica cómo los norvietnamitas, al conquistar la ciudad de Hue de vietmanitas del sur y de los estadounidenses, matan a todos los intelectuales y gente que sea pro-yankee. Eso lo hacen de forma muy metódica, rápida y eficaz, antes de que los estadounidenses reconquistarán la ciudad. Y es que los norvietnamitas pudieron hacer eso, porque la KGB y el Vietcong establecieron una serie de informantes que les fue pasando toda la información de todos esos intelectuales durante años (costumbres, ideas políticas, gustos, rasgos de personalidad, tenencia o no de armas) y crearon una base de datos en la KGB que después los del Vietcong utilizaron para asesinar impunemente a todos esos vietnamitas del sur.
    https://www.youtube.com/watch?v=oM09w4ruaB4&index=3&list=PL2Fs1im-TROmLbvaGwGaBWyWm5uQdJfNY
    La guerra del Vietnam fue un campo de batalla entre dos superpotencias (EEUU y la URSS) donde el pueblo vietnamita fue usado como carne de cañón y animal de experimentación en medio de la Guerra Fría.
    Aquí una conferencia donde Yuri Bezmenov explica los diferentes pasos para subvertir un país y conquistarlo sin necesidad de una guerra convencional: https://www.youtube.com/watch?v=8fQoGMtE0EY&t=6s

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