SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Acelerado desgaste ante el 21-O

Alberto Núñez Feijóo tiene poderosas razones para tapar las siglas del PP de sus carteles y, sobre todo, para mostrarse lo menos posible en la campaña electoral junto a Mariano Rajoy. El desgaste del presidente es tan enorme que, si las elecciones del 21 de octubre son un test sobre la gestión del Gobierno central, el PP tendrá problemas para conservar Galicia. La fidelidad de sus votantes se ha desplomado y solo la mitad de los que apoyaron al PP volverían a hacerlo ahora.Según la encuesta de Metroscopia para EL PAÍS, el PP ha perdido en España 14,7 puntos desde las generales del 20 de noviembre de 2011 y sufre el rechazo ciudadano a su gestión, incluso entre los que le votaron entonces. Ese desgaste se traslada a la estimación de voto y a la valoración de todo el Ejecutivo, empezando por la del propio presidente, que no deja de perder credibilidad a chorros.

Una vez más, no obstante, el PP tiene el atenuante de que el PSOE es copartícipe de ese desgaste, porque los españoles siguen responsabilizando por igual de la situación a los dos principales partidos. De hecho, nunca antes la suma del porcentaje de voto de populares y socialistas se había quedado solo en el 53,8% del total, repartiéndose el resto entre otras opciones y, sobre todo, la abstención. Si se celebraran elecciones generales en este momento el PP tendría el 29,9% de los votos y el PSOE el 23,9%. Para los socialistas sería el resultado más bajo de su historia, 4,8 puntos menos que el logrado el 20-N y que ya les llevó a la situación de depresión profunda en la que viven. De cara a las elecciones gallegas del 21 de octubre, al PSOE solo le salvaría que a los votantes les pueda más el deseo de castigar a Rajoy, porque en este momento tiende a cero el impulso de apoyar al candidato socialista. Por eso Rubalcaba intenta convertir estas elecciones en un test del rechazo al Gobierno, buscando que Feijóo reciba en sus carnes el castigo a Rajoy y pierda el escaño que le sitúa por encima de la mayoría absoluta.

En teoría, las elecciones vascas tienen una lógica distinta, más polarizada entre nacionalistas y constitucionalistas; y, además, el PP tiene menos que perder porque no aspira a gobernar (…)

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