Minutos después de que Rajoy convocara elecciones autonómicas en Cataluña para el 21D, Xavier Sala i Martín, economista ultraliberal e icono del independentismo, llamaba a boicotearlas y “convocar elecciones constituyentes el mismo día”. Los hechos han seguido un curso totalmente diferente.
Desde Bruselas, Puigdemont llamada a rebelarse contra un Estado español “franquista y autoritario”, “descontrolado y enloquecido”. Pero al mismo tiempo declaraba que “asumimos estas elecciones”, llamando al independentismo a “acudir a ellas con todas sus fuerzas”.
En Cataluña, la ANC declaraba que “sólo reconoce la república catalana”, pero llamaba a a partidos y entidades sociales a preparar la estrategia electoral para el 21D.
ERC no ha dejado escapar la oportunidad de ganar por fin unas elecciones catalanas. E incluso la CUP justificaba su presencia el 21D con un contradictorio argumento: “son elecciones ilegítimas e impuestas pero pese a ello merece la pena estar”.
Todas las fuerzas independentistas han acatado en los hechos -que es lo que verdaderamente importa- el 155, al presentarse a unas elecciones autonómicas convocadas desde Moncloa.
¿Pero con qué programa van a presentarse? ¿Uno que defienda la independencia unilateral y la constitución de la república catalana?
No. En el debate público la DUI se ha quedado huérfana, no tiene ya quien la defienda.
El primer paso fue la declaración de la Mesa del Parlament, encabezada por su presidenta, Carmè Forcadell, ante el Tribunal Supremo. Todos acabaron acatando el 155, expresaron que la DUI fue “simbólica” y “sin efectos jurídicos”, y se comprometieron a hacer política respetando el orden constitucional.
El segundo paso vino dado por dos actos de diferente naturaleza pero que apuntan en una misma dirección.
Un manifiesto de 150 académicos y políticos, todos vinculados al mundo independentista, algunos e ellos tan relevantes como Josep Lluis Carod Rovira, conseller en cap por ERC en el tripartito, presentaban un programa con tres exigencias: liberación de los ex miembros del govern, derogación del 155 y un referéndum pactado.
Y la manifestación convocada por ANC y Omnium, donde por primera vez las reivindicaciones de independencia cedieron paso a las exigencias de “libertad” o “los presos a casa”.
Un retorno a pantallas ya superadas por el independentismo, donde la referencia a una DUI se difumina.
Y, en tercer y más importante lugar, Puigdemont ha confirmado la nueva estrategia del independentismo.
En una entrevista con el diario belga “Le Soir” ha afirmado que “siempre es posible una solución diferente a la independencia”.
Conviene reproducir parte de esa entrevista. A la pregunta de si los independentistas solo quieren la independencia, el expresidente responde: “¡No es verdad! ¡Estoy dispuesto y siempre he estado dispuesto a aceptar la realidad de otra relación con España!. “Entonces, ¿usted no dice independencia o muerte?”, le replica el redactor. “¡Nunca! Sigo a favor de un acuerdo”.
En caso de una nueva victoria independentista en las próximas elecciones del 21 de diciembre, Puigdemont no anuncia una nueva DUI,sino que considera que «habrá que volver a sentarse a la mesa de negociación».
No podemos bajar la guardia. Artur Mas acaba de declarar que “el objetivo de la independencia está perfectamente vigente”. Y Carles Campuzano, portavoz del PDeCAT en el Congreso, ha reiterado que “no va a haber renuncia al horizonte de la independencia”.
Pero la realidad les ha obligado a retroceder. Ha sido la irrupción del pueblo trabajador catalán, negándose a participar en la estafa antidemocrática del 1-O, o movilizándose a través de manifiestos y manifestaciones, la que colocado a las élites del independentismo ante sus límites.
Estas son las condiciones en las que se realizarán las elecciones el próximo 21 de diciembre.