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¡Acabemos ya con el subsidio a los bancos!

El Fondo Monetario Internacional (FMI), organismo nada sospechoso de una heterodoxia hereje, acaba de ser muy clarito: el sistema bancario global es una bomba de relojería que hay que desactivar cuanto antes. Ciertos bancos han alcanzado un tamaño excesivamente grande y constituyen un auténtico riesgo sistémico para la economía global. Además, aprovechándose del riesgo moral de que son “demasiado grandes para quebrar”, están siendo subsidiados por los contribuyentes de las distintas naciones. Es necesario acabar con ello. Desde estas líneas siempre hemos defendido que el auténtico riesgo sistémico para la economía global reside en los grandes bancos.

En el Informe de Estabilidad Financiera Mundial de abril que elabora el FMI se incluye en su capítulo tres un excelente análisis sobre cómo los grandes bancos se benefician de los subsidios públicos. En él se advierte de que la probabilidad de que las entidades sistémicas sean rescatadas es alta, e insta a los gobiernos a terminar con su ventaja competitiva. Para ello hay que acabar con el subsidio implícito que reciben, proteger a los contribuyentes, y garantizar la estabilidad financiera. Con estos objetivos, el organismo apoya la creación de una tasa que permita recuperar los costes de un eventual rescate y, además, que se limite el tamaño de los grandes bancos.

El subsidio alienta la toma de riesgos

El FMI muestra cómo los grandes bancos siguen beneficiándose de subsidios públicos implícitos creados por la expectativa de que el gobierno los respaldará si se encuentran en dificultades financieras. En 2012, el subsidio implícito proporcionado a los bancos de importancia sistémica mundial representó hasta 70.000 millones de dólares en Estados Unidos, y la friolera de 300.000 millones en la zona Euro.

Este subsidio implícito distorsiona la competencia entre bancos, y favorece una toma excesiva de riesgos y, en última instancia, puede implicar elevados costes para los contribuyentes. La expectativa de que obtendrán respaldo estatal reduce los incentivos de los acreedores para controlar el comportamiento de los grandes bancos, alentando así un apalancamiento y una toma de riesgos excesivos.

El problema de riesgo morallos bancos son demasiado grandes para quebrar” en realidad se intensificó tras la crisis financiera. Por un lado, la turbulencia ocurrida después de la caída de Lehman Brothers en septiembre de 2008 obligó a los gobiernos a intervenir de manera masiva para mantener la confianza en el sector bancario, y evitar el colapso de todo el sistema financiero. Esto dejó poco margen de duda con respecto a la voluntad de los gobiernos de respaldar a los grandes bancos en dificultades. Por otro, los bancos han seguido creciendo, pero hay menos en funcionamiento. Como resultado, los subsidios implícitos a los grandes bancos aumentaron de manera significativa desde 2009 en todos los países.

El riesgo sistémico es la gran banca

Es condición necesaria ineludible poner bajo el control público parcial o completo a la totalidad de los principales establecimientos financieros mundiales. La lista ya es conocida, son aquellos a quienes a petición del G20, el Financial Stability Board califica de sistémicos. Habría que añadirles los principales establecimientos de los países BRICS y emergentes porque es evidente que muchos de ellos se transformarán en “sistémicos” en cinco años. El objetivo es doble: por una parte asegurarse que estas entidades resistan a las tentaciones especulativas, ya sabemos que no se puede confiar en sus dirigentes y/o accionistas privados; por otra parte, organizar un “desinflado suave” de la economía virtual que no destruya la economía real.

Sin embargo, es necesario algo más. Ya es hora de cuestionar no sólo la probidad u honradez, o incluso la solvencia de los grandes bancos mundiales, sino su fundación intelectual. La élite financiera ha pasado estos últimos años reescribiendo la historia para que la culpa de la actual crisis económica y bancaria no recayera sobre ellos. Han sido otros los culpables, braman en voz alta, la culpa es del pueblo y de naciones enteras que tomaron deudas que no podrían pagar.

Es hora de contraatacar y dejar claro que ha sido y es la forma en que los bancos desarrollaron sus actividades normales lo que causó y sigue causando la actual crisis sistémica en la que estamos inmersos. Tenemos que demostrar que esta crisis fue el resultado y la consecuencia de un sistema que es un completo fracaso a la hora de hacer lo que más les enorgullece, la gestión de riesgo. Y en el momento actual estamos sujetos a un auténtico riesgo sistémico sino no se toman las medidas necesarias

Deberíamos haber aprendido que los estándares de capital eran insuficientes y que había un agujero enorme en la estructura reguladora. En su lugar, se aplicó la noción equivocada de que algunas instituciones son simplemente demasiado grandes para quebrar. Inevitablemente se crea una situación de asignación ineficiente. Mientras, los acreedores o tenedores de bonos salen ilesos, y parte del sistema financiero y bancariocontinúa dando bonus con la misma presteza que los primeros inversores de Bernie Madoff recibían sus rendimientos.

Como afirmaba Andrew Haldane, quien fuera responsable del departamento de estabilidad financiera del Banco de Inglaterra, “…los bancos están en el negocio de riesgo, crean el riesgo, y luego sistemáticamente nos engañan e incluso entre ellos sobre lo que han creado…. En última instancia los bancos generan espejismos que parecen milagros”.

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