Editorial

Abra usted las alamedas, presidente Boric

Hoy todos los progresistas, todos los demócratas y revolucionarios del mundo miran con júbilo a Chile y mandan sus mejores deseos a su pueblo y al nuevo gobierno. ¡Abra usted las alamedas, presidente Boric!

Tras su triunfo en las elecciones del 19 de diciembre, Gabriel Boric ya ha sido proclamado presidente de la República de Chile.

No es una toma de posesión más. Ni para Chile, ni para América Latina. Está dotada de una enorme significación, de un marcado simbolismo, de la vibrante épica que otorgan las victorias de los pueblos. La figura de Salvador Allende, retornando políticamente tras una sangrienta dictadura y tras décadas de dominio neoliberal, fueron omnipresentes en el acto.

Así lo quiso simbolizar explícitamente el propio Gabriel Boric, cuando en la ceremonia frente al palacio de la Moneda, con todas las filas de soldados formando ante él, se saltó el protocolo para caminar ante la estatua del presidente socialista -asesinado por el golpe de Estado de Pinochet y de la CIA en 1973- y rendirle un sentido saludo con la mano en el corazón. Y así lo quiso marcar al final de su discurso, cuando dijo: «Como pronosticara hace casi 50 años Salvador Allende, estamos de nuevo, compatriotas, abriendo las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, el hombre y la mujer libres, para construir una sociedad mejor. Seguimos. ¡Viva Chile!».

No es un simbolismo vacío. El gobierno de Apruebo Dignidad es mucho más que el fruto de dos años de intensa lucha popular, que estalló en 2019 con toda su amplitud contra las insoportables condiciones de vida y trabajo a las que la oligarquía y el capital extranjero, sometía a las masas populares y trabajadoras. Es el producto del empuje de décadas de lucha obrera y sindical, estudiantil, mapuche y campesina, feminista o por los derechos LGTBI, por la desprivatización de los fondos de pensiones (AFP), de la sanidad, la educación o los suministros básicos. Todos los anhelos, todos los desvelos, toda la energía de lucha y cambio del pueblo trabajador chileno ha empujado, como una ola, a Gabriel Boric a La Moneda.

En ese camino de cambio real, el pueblo ha tenido y tiene poderosos enemigos. Uno es una oligarquía financiera que ahora ve amenazado un modelo ultra-neoliberal que le permitía tenerlo todo privatizado, imponiendo así un pesado yugo sobre casi todos los aspectos de la vida social chilena. Una plutocracia que no ha dudado históricamente en desatar la represión más feroz cuando ha visto amenazados sus obscenos privilegios. Otro es el gran capital extranjero, encabezado por los grandes fondos de Wall Street, que se apoyan en los centros de poder hegemonistas y en el férreo dominio -más profundo aún tras la dictadura de Pinochet- de los aparatos fundamentales del Estado chileno.

Pero sin embargo, el contexto es favorable para que se abran las alamedas en Chile. Por toda América Latina, la lucha de los pueblos avanza y se fortalece, mientras que el poder del Imperio y de sus oligarquías cipayas retrocede, languidece o se encuentra con crecientes dificultades. Los reveses al poder de Washington han sido muchos y duros estos últimos años en la América Hispana -Honduras, Perú, Bolivia, Venezuela, Argentina, México…- y la lucha organizada de los pueblos lleva hoy la iniciativa.

Hoy todos los progresistas, todos los demócratas y revolucionarios del mundo miran con júbilo a Chile y mandan sus mejores deseos a su pueblo y al nuevo gobierno. ¡Abra usted las alamedas, presidente Boric!

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