Salud

Aborto: despistes y mentiras

Hace un año se puso en marcha la Ley del Aborto. Permitir el aborto hasta las 14 de semanas, y hasta las 22 en casos de malformación u otros peligros para la madre, y que a partir de los 16 años se pudiera abortar sin el consentimiento de los padres, fueron las medidas más importantes, y más sonadas, de la nueva ley. A la polémica en torno a ellas se ha añadido ahora la financiación. Las clí­nicas privadas no están cobrando los casos que le deriva la Sanidad, que en comunidades como la de Madrid, son la mayorí­a. El primer debate despista, el segundo se basa en una mentira.

Cada vez menos sectores de la sociedad, ese a un aparente “repunte” mediático, ponen en cuestión la conquista que significó que las mujeres pudieran decidir si seguir adelante con un embarazo o no. Una capacidad de decisión sobre sus vidas que otorga una libertad personal irrenunciable. Esto es así. Sin embargo, como hemos tratado en estas páginas en otras ocasiones, en las últimas décadas las sociedades del primer y el segundo mundo se han caracterizado por proporcionar toda una serie de libertades personales sobre la base de hacer desaparecer toda libertad colectiva. Es decir, podéis decidir sobre aquello que afecte solo a cada uno, pero no en las cosas importantes que afecten a todos, y mucho menos al país en su conjunto. De tal manera los debates sobre el aborto, como el de los matrimonios gays, han servido para despistar y marear la atención de lo principal, algo así como la condición de privilegiados que otorgaban los sultanes a los únicos eunucos elegidos que podían acceder a su harén. Esclavos castrados, pero colmados de bienes. Claro, con el recrudecimiento de los recortes económicos y sociales la situación se antagoniza, porque hasta los bienes no son arrebatados. Y esto nos lleva a la segunda cuestión. No hay dinero para financiar la Ley del Aborto, como no lo ha habido para la Ley de Dependencia. Mentira No es el caso desarrollar aquí, pues puede seguirse en muchos otros artículos de las publicaciones de esta casa, como el problema no es que no haya riqueza, hay mucha, el problema es quién la tiene y cómo está distribuida. No debemos dejarnos engañar por “los señuelos contra la derecha”. Porque aunque es cierto que actúe un “bloqueo reaccionario” para dificultar la articulación de la Ley, son ámbitos diferentes de valoración. En el aniversario de la Ley los medios de comunicación “contrarios” han dedicado varios reportajes a desacreditar las nuevas medidas, y los medios “favorables” a dirigir la atención sobre cómo los gobiernos del PP las boicotean. Lo que está ocurriendo en la Comunidad de Madrid debe denunciarse, entre otras cosas porque está suponiendo el hundimiento de muchas clínicas y, lo más grave, la posibilidad de peores condiciones para las mujeres que deseen abortar. Pero mientras los recortes en Sanidad son ya una realidad y el camino emprendido por Cataluña augura un futuro terrible para los servicios públicos en toda España, no podemos perdernos en debates sin salida. En términos generales el aborto está siempre relacionado con las condiciones de vida de la población y las perspectivas de proyecto futuro. Aunque visto en periodos de corto y medio plazo estas determinaciones actúen de diferente manera en las diferentes clases sociales, es decir, a parte de las condiciones materiales la incorporación de las mujeres al trabajo y la conquista de libertades y capacidad de decisión personal, la natalidad en un país está siempre condicionada por las condiciones materiales para crear una familia. Tan capcioso es poner como ejemplo a sociedades en las que aumenta la población pese a las condiciones paupérrimas, como hacerlo con las sociedades “desarrolladas” en las que envejece. En última instancia, y visto, como decíamos, en periodos largos de tiempo, la escasez o la abundancia, sobre la base de la libre decisión personal, son condición necesaria. No hay otra forma de comprender estos procesos si no es partiendo de que, en última instancia, el aborto actúa como un elemento más de control de la “producción de fuerza de trabajo”. Así es como debemos enmarcar que la Ministra de Sanidad presente la disminución de inmigrantes como una de las causas de la reducción de embarazos… o del aumento de los nacimientos.

Deja una respuesta