SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Abocados a una crisis a la griega

Me asombra, salvo muy raras excepciones, la ausencia de análisis crítico sobre el comportamiento de la economía española en los últimos trimestres. Si continúa la actual dinámica, vamos abocados a un desastre todavía mayor que el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Digámoslo claramente, los mismos embaucadores que sentaron las bases de la mayor burbuja inmobiliaria de la historia moderna, han iniciado una huida hacia adelante tremendamente peligrosa. La nueva fuerza política emergente debería tener muy presente en su análisis este desarrollo y desenvolvimiento de la economía patria. Eso le permitiría hacer un análisis de escenarios extremos y tener preparadas de antemano una serie de medidas de choque razonables, por si vienen mal dadas. La sociedad española ya no admite más miseria.

En 1997 se empezó a activar un incremento de precios de los activos inmobiliarios. Dicho incremento se transformó en burbuja cuando, a partir de 2002, se produjo un crecimiento exponencial en el apalancamiento o acumulación de deuda privada que se iba retroalimentando conforme aumentaban los precios de la vivienda. Todo acabó como el rosario de la aurora, el mayor incremento de la deuda privada de nuestra historia, y la explosión de una burbuja inmobiliaria que pasará a los anales de la Historia Económica. Los culpables, ya lo sabemos todos, una política monetaria excesivamente expansiva, iniciada por el Banco Central Europeo en 2002, y la ausencia de una restricción fiscal y control crediticio que la fuera desinflando. Los dos grandes partidos políticos de este país son los únicos responsables de esta deriva.

Consumo sin rentas y con deuda

En un mundo donde sobran previsiones, casi todas muy próximas, es necesario hacer un análisis de riesgos. Ya saben ustedes que desde estas líneas venimos detallando las tremendas incongruencias de los datos aportados por la Contabilidad Nacional del INE. También conocen mi previsión de que al igual que se ha revisado fuertemente a la baja el crecimiento económico de 2011 y 2012, lo harán respecto al dato de 2013. En realidad, la economía solamente habría crecido algo en el primer semestre de 2014. Desde julio estaríamos de nuevo en recesión económica.

Sin embargo, si tomamos los datos de Contabilidad Nacional –PIB y rentas-, los de las Cuentas Financieras –evolución de la deuda de los sectores económicos-, y la Balanza de Pagos -sobretodo cómo se financia nuestra deuda externa-, sí que se obtiene una fotografía de conjunto tremendamente preocupante. En vez de iniciar una fase de incremento y modernización de nuestro aparato productivo, que debería haber sido paralela a un proceso de reestructuración de nuestro sector bancario y de nuestra deuda privada, se optó por empobrecer masivamente a las rentas del trabajo en aras de una falsa competitividad, e incrementar la deuda pública financiando a terceros insolventes. En vez de iniciar una vigorosa discusión con los agentes económicos y sociales, tendente a promover una profunda reforma fiscal, una lucha sin cuartel contra los oligopolios patrios, y, muy especialmente, un cambio radical del actual marco energético, se optó por una nueva huida hacia adelante.

Era más necesario que nunca haber sentado las bases tendentes a incrementar en el medio y largo plazo, y de manera estable, las rentas salariales y empresariales. Sin embargo, una vez que se demostró falso el análisis económico utilizado por el Gobierno del PP sobre la competitividad, reflejando un absoluto desconocimiento sobre los factores que explican la probabilidad de exportar y la intensidad de las exportaciones, pelillos a la mar, el actual ejecutivo fomentó una nueva huida. La realidad es muy dura, estamos pidiendo prestado al exterior para incrementar la demanda interna. Si nadie lo remedia desde la burbuja inmobiliaria nos encaminamos a una crisis a la griega.

Deuda y dinero especulativo

El diagnóstico es tremendamente preocupante. El motor del crecimiento está siendo el consumo privado y el sector servicios, en un contexto de deflación y caídas de rentas salariales. Por el contrario, las disponibilidades de bienes de equipo, tras hundirse un 17% acumulado en 2012-2013, vuelven a entrar en tasas de crecimiento negativas en el tercer trimestre de este año (-0,4% intertrimestral). Según estos datos, en definitiva, la demanda interna crece mientras que no se moderniza nuestro aparato productivo, empeorando,por lo tanto, nuestra competitividad.

Si acudimos a las Cuentas Financieras ya la Balanza de Pagos de la economía española, ambas publicadas y recopiladas por Banco de España encontramos la explicación. Por un lado, alcanzamos niveles récord de deuda pública y deuda externa neta. El montante de deuda de las administraciones públicas supera en realidad los 1,3 billones de euros, lo que supone un incremento bajo Rajoy “el austero” de más de 577.000 millones de euros, en solo dos años y seis meses. Por otro lado, la deuda externa neta, se ha incrementado hasta alcanzar un nuevo récord histórico, aproximadamente 1 billón de euros con el nuevo cambio metodológico.

La situación se agrava si analizamos la composición de la posición de inversión internacional neta de España. Mientras en el último año apenas de ha incrementado la inversión directa extranjera en 30.000 millones de euros, la inversión foránea especulativa ha aumentado en casi 150.000 millones de euros. Lo único que ha mantenido a flote nuestra economía es la llegada de flujos de inversión extranjeros concentrados en operaciones especulativas debido al bajo precio del activo correspondiente, bajo el paraguas de la “seguridad” aportada por los bancos centrales. La tremenda propensión al riesgo de los mercados financieros, variable no controlada por los Gobiernos, es lo que ha evitado hasta ahora el derrumbe.

Sin embargo, cuando aumente la aversión al riesgo en los mercados financieros -nos aproximamos a un ciclo de aversión al riesgo global-, entraremos en un círculo vicioso: crisis de deuda soberana, crisis de balanza de pagos, crisis bancaria, y crisis de la Seguridad Social. Solo espero que las nuevas fuerzas políticas emergentes tengan en cuenta este escenario, y que aquellos que nos han llevado hasta aquí, simplemente se callen.

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