Pero lo más inquietante para los europeístas es que la soberanía y las competencias cedidas se queden en Berlín o París y no vayan a instituciones que nos representen a todos. No tiene sentido y es escasamente democrático que las cesiones se tengan que hacer a favor de los dos países más poderosos.
Este paso sería un peligro para el futuro de la UE o de lo que salga tras la negativa británica a reformar los tratados. Europa, no lo olvidemos, es también la consideración y el servicio a las minorías. El éxito desde el tratado de Roma de 1957 hasta hoy ha sido el de respetar a los pequeños y los más frágiles. No sería bueno ceder competencias al eje Berlín-París.,