Tras la quiebra y la estafa, ahora el corralito

A Botí­n le tiembla el suelo bajo los pies (1)

«Esté usted tranquilo. Su posición es bien sólida. De la tres patas del taburete en que está sentado, una todaví­a no se ha roto». Esta podrí­a ser una descripción aproximada de la realidad a la que comienza a asomarse peligrosamente el sistema financiero español. Si la ronda de quiebras se ha iniciado con Caja Castilla La Mancha, esto no deja de ser una broma comparado con los nubarrones que se ciernen sobre el hasta hoy aparentemente inexpugnable Santander. Tras las pérdidas por la quiebra de Lehman Brothers y la implicación en la estafa Madoff, ahora le ha llegado el turno al fondo inmobiliario del banco, al que Botí­n ha aplicado un corralito sobre sus casi 70.000 inversores

La regunta que sobrevuela estos días los altos círculos financieros de todo el mundo es por qué Botín ha dejado a miles de pequeños ahorradores que tenían su dinero invertido en Banif Inmobiliaria en la estacada, asestando un tercer golpe a la credibilidad y la reputación de la entidad y generando nuevas incertidumbres sobre el sistema bancario español. La sospecha de que o bien Botín no dispone de los recursos necesarios para tapar este tercer agujero que se le ha abierto en menos de 6 meses, o bien los precisa para cubrir un hueco todavía mayor es la única repuesta satisfactoria por el momento al enigma. En una situación similar, en el mes de diciembre, elotro gran banco español, el BBVA devolvió 1.600 millones de euros a todos los clientes que prefirieron el reembolso a permanecer dos años más con su dinero inmovilizado, y el banco asumió los activos inmobiliarios del fondo para recuperar el dinero cuando la crisis inmobiliaria concluya. ¿Por qué Botín no ha hecho lo mismo? ¿Por qué se arriesga a una nueva pérdida de confianza en el mercado nacional y levantar suspicacias en el exterior? Poderosas razones tiene que haber para ello. Hace sólo unas semanas, Botín alardeaba ante los medios de comunicación de ser el cuarto banco del mundo en beneficios durante 2008. Y anunciaba, en contra de las recomendaciones del Banco de España, un reparto de dividendos entre sus accionistas igual al del año anterior. ¿Es pura demostración de solvencia o estamos ante una “huida hacia adelante” provocada por la necesidad de mantener la apariencia de solidez? La fulgurante expansión del Santander en los últimos cinco años lo han convertido en una entidad financiera de alcance verdaderamente global. ¿Son las entidades globales, por su tamaño, las mejor protegidas contra la crisis? La experiencia de estos meses está demostrando justamente lo contrario. Que el alcance sistémico de la crisis golpea con más saña a aquellos bancos con mayor presencia en los mercados internacionales. Que esto no fuera con el Santander, haría de él la única excepción conocida. Sin embargo, con la que está cayendo sobre el sistema financiero mundial, difícilmente es pensable algo así. Máxime cuando los tres puntos centrales de su negocio lo constituyen la península ibérica –de donde proceden alrededor del 40% de sus beneficios–, el Reino Unido, de donde obtiene el 15% e Iberoamérica, que aporta el 32% del beneficio anual. Pues bien, de esos tres mercados, dos de ellos, la península y el Reino Unido, son dos de los lugares donde la crisis inmobiliaria es más profunda y está produciendo efectos más devastadores en los mercados hipotecarios y, por extensión, en los sistemas financieros. ¿Es pensable que esto no afecte a la solidez de un banco que tiene casi el 60% de su negocio concentrado en esos dos mercados? No es posible contestar a ciencia cierta dada la opacidad en las cuentas que los reguladores permiten a los bancos, pero todo induce a pensar que la exposición del Santander en estos dos mercados es de rango superior. Y que los riesgos y pérdidas de todo tipo asociados a esta exposición tienen en el banco cántabro una dimensión asimismo superior a la de sus rivales. Pero además, si esto ya era así antes del estallido de la crisis, con posterioridad a ella Botín no ha frenado su voracidad expansiva, incorporando a su balance más de 200.000 millones de euros con adquisiciones en Reino Unido (Leicester, Bradford), EEUU (Sovereign) y Brasil, sin que a día de hoy se conozca en toda su extensión los impactos finales de algunas de estas compras. Aunque lo que sí es seguro es que todo ello le ha supuesto un doble peligro. Por un lado importantes consumos de capital para cerrar las operaciones. Por el otro, un considerable aumento de los riesgos asumidos, máxime en dos mercados financieros tan castigados como el británico y el norteamericano. Peligro al que se refirió, sin nombrarlo directamente, el presidente del gran banco rival, Francisco González, al presentar los resultados del BBVA de 2008, cuando afirmó que ellos no tienen tentaciones de “jugarse el banco a una adquisición, o dos, o tres, para que suba el ego y presumir de tener un banco más grande”. Sea como fuere, el caso es que los tres tropiezos consecutivos de Botín son algo mas que simples deslices. Cada uno de ellos supone una mayor pérdida de confianza de los mercados con respecto al anterior. Si con el de Lehman pudo encontrar una cierta disculpa al considerarse como efecto del estallido sistémico de la banca norteamericana en septiembre pasado, la de Madoff empezó a levantar ya serias suspicacias. Mientras que esta última de Banif inmobiliaria, como veremos mañana, ha desatado una verdadera oleada de indignación entre los clientes. ¿Habrá un próximo tropiezo?

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